"A la comunidad internacional, aunque le cause dolor de estómago, le conviene dejar que Israel logre su objetivo de destruir el programa nuclear iraní. De todos modos, no hay manera de evitarlo. Después habrá tiempo -y necesidad- de trabajar conjuntamente para establecer un sistema de seguridad más estable y confiable en Medio Oriente. Será más fácil con Irán sin armas nucleares."
Publicado en El DIARIO DE HOY, miércoles 18 junio 2025
Un régimen tan agresivo e impredecible como el de Irán no debería tener armas nucleares. Punto. Es consenso entre la comunidad internacional.
Lo mismo es válido para Corea del Norte. Sin embargo, no fue posible evitar que las tenga, gracias al doble juego de sus patrocinadores China y Rusia. El régimen de la dinastía Kim es otro rogue state, un estado criminal. Tampoco deberían tener -pero tienen- armas nucleares Israel, India y Paquistán. Todos estos países no son signatarios del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, pero son potencias nucleares de facto, fuera del derecho internacional. El mundo los observa con desconfianza.
Irán está al punto de ganar su carrera contra el reloj -y contra la comunidad internacional- de convertirse en otra potencia nuclear de facto – y en un peligro incalculable para toda la compulsiva región. Trump reanudó las negociaciones bilaterales con el régimen de los mulas fundamentalistas para parar el programa nuclear de Irán, pero sin éxito. ¿O fue para desviar la atención de los líderes iraníes a los preparativos israelíes de su golpe contra Irán? No sabemos.
Es en este contexto que la dirección política y militar israelí decidió intervenir militarmente para evitar que un país que ha jurado a borrar Israel del mapa tenga posesión de armas nucleares. Israel tiene razón de sentir que armas nucleares en manos de los fundamentalistas iraníes sería un riesgo que no puede correr. Por tanto, comenzaron a bombardear los sitios de enriquecimiento de uranio en Irán, que según los observadores del Organismo Internacional de Energía Atómica están al punto de conseguir lo que necesitan: uranio apto para construir ojivas nucleares. Además, como ya lo hicieron con la milicia Hezbolah en El Lebanon, montaron un operativo de su servicio de inteligencia Mossad para eliminar a casi toda la cúpula militar y parte de los científicos encargados del programa nuclear de Irán. Ambos grupos serán muy difíciles de sustituir.
Como siempre cuando Israel decide actuar militarmente, lo hace con el más amplio despliegue de fuerzas. En este caso es la única manera posible. Atacar a Irán, que dispone de unos 10 mil cohetes balísticos para responder a Israel, sólo se puede destruyéndolo su capacidad de respuesta.
Así está la situación entre Israel e Irán. Israel bombardeando a cualquier sitio de relevancia militar en Irán y además operando desde adentro del país enemigo, contando dentro de la disidencia iraní con una amplia red de colaboradores hasta en la estructura del poder - Irán dejando caer lluvias de cohetes y drones sobre Israel. Mientras los ataques de Israel tienen un alto grado de precisión y logran golpear fuerte la infraestructura militar iraní, las contraataques de Irán no logran lo mismo en Israel. Es previsible que dentro de pocos días Irán ya no tendrá capacidad de respuesta, ya que tira diariamente cientos y cientos de cohetes sobre Israel con poco impacto militar. Se les van a agotar sus arsenales. Mientras tanto, la fuerza aérea de Israel ha conquistado control de casi todo el espacio aéreo de Irán, destruyendo sus sistemas antiaéreos, y se mueve impunemente bombardeando sistemáticamente sus instalaciones militares.
El mundo observa este espectáculo con asombro. La mayoría de los países condenan el intento de Irán de convertirse en potencia nuclear – y también condenan el ataque preventivo de Israel. Golpes preventivos no son previstos en el derecho internacional. Irán e Israel son dos países que operan fuera del marco del derecho internacional – y totalmente fuera de control de las organizaciones internacionales. Sin embargo, nadie interviene, porque nadie quiere ser parte de este pleito. Tácitamente, el mundo prefiere que Israel termine lo que está haciendo: destruir la capacidad de Irán de hacerse de armas nucleares y convertirse en una amenaza...
Las voces que condenan Israel tienen asidero en el derecho internacional y muchos argumentos éticos, pero poca credibilidad y poco impacto, porque nunca las hemos escuchado condenar en voz alta al desafío a la comunidad internacional que constituye el programa nuclear iraní.
En el fondo, todo el mundo -incluyendo los gobiernos que protestan, como Rusia, China, Paquistán y Corea del Norte, sabe que a Israel no le quedaba otra opción. Permitir que un país que tiene entre sus prioridades programáticas la no existencia del estado de Israel disponga de medios para destruirlo, sería suicidio. Israel nunca ha amenazado usar su arsenal de armas nucleares contra ninguno de sus numerosos enemigos en la región. Se ha unido al compromiso de jamás usarlas primero, sin ser atacado con armas nucleares - así como prescribe el Convención de No Proliferación de Armas Nucleares, a pesar que ni siquiera es signatario.
A la comunidad internacional, aunque le cause dolor de estómago, le conviene dejar que Israel logre su objetivo de destruir el programa nuclear iraní. De todos modos, no hay manera de evitarlo. Después habrá tiempo -y necesidad- de trabajar conjuntamente para establecer un sistema de seguridad más estable y confiable en Medio Oriente. Será más fácil con Irán sin armas nucleares.