Como el tema que voy a tratar es una especie de campo minado, voy a  definir bien adónde estoy parado. Cualquier amenaza contra la vida, la  integridad física de periodistas y su derecho de hacer su trabajo es un  atentado contra la libertad de expresión y su hermana gemela, el libre  ejercicio de nuestra profesión periodística. Hay que confrontar esta  amenaza, independientemente del grado de coincidencia o contradicción  política o profesional con el colega amenazado. Punto.
Vaya, habiendo dicho esto, entremos al campo minado.
El  día viernes 16 de marzo asistí a un desayuno que el ministro de  Justicia y Seguridad, David Munguía Payés, había convocado con  directores de medios y editores para reaccionar a notas publicadas por  El Faro y El Diario de Hoy, sobre el traslado de 30 cabecillas de  pandillas del penal de máxima seguridad de Zacatecoluca a cárceles de  menor aislamiento. El Faro además había informado que detrás de este  traslado existía una negociación del Gobierno con las dos pandillas, en  la cual ellas se comprometían a bajar la tasa de homicidios y el  Gobierno a pagar dinero a las familias de los cabecillas.
En esta  reunión el ministro hizo un comentario poco feliz y aclaró que esta  información, según él falsa, podía causar violencia dentro de las  pandillas y también poner en riesgo al mismo Faro y sus periodistas.  Digo poco feliz porque lo correcto hubiera sido informar de esta  preocupación directamente a El Faro en vez de mencionarla en una  reunión, a la cual además había decidido no invitar a este medio. 
Y  poco claro porque no explicó si lo del potencial riesgo para los  colegas era una deducción de él o si había indicios concretos para su  existencia.
Al regresar de esta reunión, decidí hacer llegar al  ministro, de manera privada, mi observación sobre el mal manejo que  había dado a esta problemática. No sólo la relacionada con El Faro, sino  de todo este tema de los traslados y de la baja de la tasa de  homicidios. Para hacerle llegar este mensaje al ministro, decidí hablar a  un amigo común: Raúl Mijango. En este momento no tenia la más mínima  idea que Mijango estaba metido en esta historia, sólo sabía que es amigo  cercano de David Munguía Payés. Le hablé por teléfono y le digo: "Tu  amigo la está cagando..." 
Horas después estamos sentados juntos  en La Ventana y me dice: Ya hablé con David y hemos decidido que mejor  te contamos toda la historia, con una condición: No la puedes difundir  hasta el miércoles de la semana que viene. Júrame esto, porque si sale  antes, nos cagamos en todo el proceso...
¿Cuál proceso?, le  pregunto. Y Raúl me dice: "Es que es paja lo que dice El Faro: no hay  negociación entre el Gobierno y las pandillas. Lo que sí hay es una  negociación entre las pandillas de cesar la guerra entre ellos, y yo  soy, junto a monseñor Colindres, el negociador...
Y me cuenta toda  la historia, del inicio al fin, que el país conocerá en los   días  siguientes y que está resumida en la excelente entrevista a Raúl  Mijango, que El Faro publicará el lunes 2 de abril.
Al terminar la  historia, le digo a Raúl: Ok, entiendo que esto no se puede difundir  antes de que ustedes tengan luz verde desde adentro de las cárceles. Hay  que hacerlo luego de que monseñor y vos lo revelen, pero para verificar  todo esto, yo necesito hablar con los líderes de las pandillas en  Ciudad Barrios y Cojutepeque. Y así se hizo. Era la única forma de  difundir el comunicado de la pandillas: confrontarlo con los autores.
Pero  regresemos a aquel día viernes 16 de marzo, cuando 25 periodistas de  alto nivel tuvieron enfrente al ministro de Justicia y Seguridad... y no  le creyeron nada, porque era obvio que algo importante estaba pasando,  pero que el Gobierno no quería divulgar.
Pocas horas después de  este desayuno, en el cual el manejo informativo del ministro dejó mucho  qué desear, Carlos Dada publicó un mensaje en twitter: "En reunión con  jefes de medios a la que no invitó a El Faro, el Gral. Payés dijo que le  preocupaba la seguridad de El Faro y recordó a Poveda".
Quien  haya sido el colega que informó a Carlos Dada de esta manera, lo hizo  con intención de echarle leña al fuego del ya planteado conflicto entre  El Faro y el ministro. Porque simplemente no fue esto lo que David  Munguía Payés dijo, y de esto hay 25 testigos, entre ellos los  directores de varios medios de comunicación.
Por esto, al sólo ver  el tweet de Dada y su eco inmediato en el mundo digital, inmediatamente  le contesté, también en twitter: "@CarlosDada Estás mal informado. No  lo dijo así. Eran dos contextos diferentes. Pregunte a Nacho u otros que  estuvieron".
Porque el ministro había hablado de El Faro en la  forma que arriba mencioné, y media hora después, en un contexto  totalmente diferente que nada tuvo qué ver con El Faro, mencionó el  asesinato de Poveda. Si el ministro hubiera dado un mensaje como el  referido en el tweet de Carlos Dada, yo me hubiera levantado en protesta  y salido de la sala. Porque el periodista Christián Poveda fue  asesinado por pandilleros de la 18. Y esto no permite comentarios  ligeros. Sólo que nadie hizo semejante comentario...
Me imagino  que Carlos Dada nunca consultó con Nacho Castillo y nadie de mis colegas  le contó el contexto de la palabras de Munguía Payés, así que esta  supuesta amenaza del ministro al periodista, que todo el mundo lo  entendía como "¡Cuidadito, no te olvidés de Poveda!", continuó corriendo  por el mundo, en una carta de Carlos Dada, y luego en docenas de  declaraciones de solidaridad con El Faro...
Al llegar al penal de  Ciudad Barrios (y luego al penal de Cojutepeque) y sentarme enfrente de  pandilleros para entrevistarlos sobre el comunicado conjunto de ambas  pandillas rivales, les dije: "Como periodista no puedo tranquilamente  entrevistarlos a ustedes, mientras haya duda si por parte de ustedes  existen amenazas contra el Faro, contra Carlos Dada o contra cualquiera  que en el debate público diga cosas que a ustedes no les gusta. ¿Existen  amenazas de este tipo u órdenes de atentar contra periodistas, sí o  no?"
Si los voceros tanto de la MS como de la 18 no me hubieran  correspondido con un claro "No", y si no lo hubieran hecho de manera que  yo les podía        creer: sin vacilar y mirándome en los ojos, yo no  hubiera publicado ni una palabra de las entrevistas realizadas con  ellos. Es una cuestión de principios: Bajo amenazas, no puede haber  entrevistas.
Y así salió esta historia el día siguiente en El  Diario de Hoy: Se confirma que el comunicado es auténtico; los  pandilleros asumen su autoría y su voluntad de seguir un proceso de  desmontaje de la violencia. Además afirman que por parte de las dos  pandillas no existen ni existirán amenazas contra periodistas. Eso sí:  piden a nosotros, los periodistas, responsabilidad y profesionalidad  frente a un tema tan delicado como el intento de las dos pandillas de  ponerse de acuerdo sobre el cese de la guerra entre ellas. Como ellos me  dijeron: "En el mundo nuestro, mentiras matan". 
Tengo entendido  que así también "El Diablo", de la MS, se lo dijo a José Luis Sanz,  cuando cubrió para El Faro la misa del Nuncio Apostólico en el penal de  Ciudad Barrios. Qué bueno que podemos desactivar la alarma, olvidarnos  de amenazas, y todos regresar, con más tranquilidad, a nuestro trabajo. 
(El Diario de Hoy)