miércoles, 17 de septiembre de 2025

El “modelo Bukele” de seguridad y sus costos ocultos. Columna Transversal de Paolo Luers

 

"Antes de hacer caso al canto de sirenas, que promete seguridad y paz social a través del “modelo Bukele”, los pueblos de las Américas deben preguntar con qué precio oculto vienen estas promesas populistas."



Publicado en  El DIARIO DE HOY, miércoles 17 de septiembre 2025

En los círculos de la extrema derecha del continente americano hablan con entusiasmo de la “ejemplar fórmula”, con la cual en El Salvador se está combatiendo la delincuencia, convirtiéndolo en el “país más seguro del hemisferio”. Como en todas partes uno de los problemas más sentidos de la población- tal vez el principal- es la inseguridad, los populistas están levantando la bandera del “modelo Bukele” para posicionarse para futuras elecciones  – y para crear una sólida fuerza populista a la derecha de los partidos conservadores. 


En Estados Unidos, Bukele se ha convertido en el darling del movimiento MAGA y aliado principal de Trump. Lo usan para justificar la militarización de la seguridad pública que han ensayado en Los Angeles y Washington, DC y quieren imponer en las principales metrópolis gobernadas por los Demócratas.

En México, es el diputado Arturo Ávila, del partido gobernante Morena, quien promueve el “modelo Bukele” de Seguridad. Este político, nombrado en 2024 vocero de la bancada oficialista, ha proveído a Bukele de vehículos blindados todoterreno marca “Yagu”, producidos por su empresa IBN Military Industries. Tienen equipamiento militar, como drones, visiones nocturnas y cámaras. Pero en El Salvador no cumplen ninguna función militar de defensa nacional, tampoco de la lucha contra las pandillas o el narcotráfico. Son usados en operativos antimotines y, sobre todo, para intimidar. Los colocan en las plazas de las colonias y cerca de marchas de protesta para provocar miedo. 


Pero principalmente es la extrema derecha mexicana la que promueve las recetas y la imagen de Bukele. Hay dos personajes que se preparan a correr por la presidencia con la bandera de Bukele y su “modelo de Seguridad”. Uno es el productor de cine Eduardo Verástegui, quien se hizo popular con la producción de la película “Sonido de Libertad” sobre la trata de niñas. El otro es Ricardo Salino Pliego, el magnate de TV Azteca, Banco Azteca y Grupo Elektra. Un peso pesado, que este 15 de septiembre ya ensayó con un mensaje de video el tradicional Grito de la Independencia, que cada año da el presidente de la República desde el balcón del Palacio Nacional. Salinas es un hombre bien conectado con Casa Presidencial de Bukele... 

 

Claro, los aliados del presidente salvadoreño Nayib Bukele no hablan del hecho de que se reeligió violando la Constitución y que luego mandó a reformarla para abrirse el camino a la reelección ilimitada. Lo que explotan es el problema no resuelto por Morena del poder territorial de los carteles y prometen solucionarlo a lo Bukele. Pero tampoco explican bien en qué consiste el modelo Bukele de Seguridad.

 

Los que propagan este modelo no explican que el logro más grande de Bukele, su combate a las pandillas, fue precedido por un pacto electoral con las pandillas. En 2015, cuando Bukele fue candidato a la alcaldía de la capital, todavía bajo la bandera del FMLN, heredó de este partido el acuerdo pactado con las pandillas, con el cual había ganado la elección presidencial de 2014. Bukele transformó este acuerdo transitorio y frágil en un pacto sólido que le ha durado7 (¡siete!) años, ayudándole a ganar tres elecciones: la d alcalde capitalino n 2015; la presidencial en el 2019;  y la elección legislativa del año 2021, que le dio la supermayoría necesaria para sustituir al fiscal general y a los magistrados de la Sala de lo Constitucional. Sólo cuando tuvo asegurado el control total de los órganos del Estado, sin instancias de control y sin oposición, rompió al pacto con las pandillas y les declaró la guerra en el 2022. 

 

Pero este capítulo supuestamente glorioso -la eliminación de las pandillas y la conquista de la seguridad en El Salvador- tampoco lo explican bien los aliados derechistas de Bukele en ambas Américas, ni Donald Trump, ni Marco Rubio, ni sus amigos en América Latina. No explican que el “modelo Bukele” no funcionaría si antes no se hubiera eliminado la independencia del sistema judicial y de la fiscalía general. Este modelo de Seguridad Pública tampoco hubiera funcionado sin que se hubiera aprobado, mes por mes, desde marzo de 2022 hasta la fecha, el Estado de Excepción, que suspende los derechos civiles y procesales de cualquier acusado. La pérdida del derecho de los ciudadanos a un debido proceso y al acceso a una defensa efectiva tiene como resultado que de los 90 mil detenidos bajo el régimen de excepción la tercera parte es absolutamente inocente. Esto, igual que la pérdida de la independencia judicial, no es “daño colateral” del modelo Bukele, es su esencia. Es la condición indispensable que tendría que cumplir un gobierno para aplicar la receta mágica de la política de Seguridad de Bukele. Cualquier gobernante que quiere acceder al poder propagando el “modelo Bukele”, tiene que estar dispuesto -y capaz- a romper con el orden constitucional, con el Estado de Derecho y con el respeto a los Derechos Humanos. Los ensayos de Trump de ver cómo se puede aplicar el “modelo Bukele” y militarizar la seguridad pública demuestran esta realidad: sólo lo podrá hacer a gran escala si logra romper con la independencia judicial en los Estados Unidos – y con las garantías constitucionales de autonomía de los estados y los gobiernos locales.

 

El “modelo Bukele” está hecho para dictaduras, no para democracias con separación de poderes y con jueces independientes. Para funcionar exitosamente, este modelo de Seguridad requiere que una sociedad esté dispuesta a renunciar a sus derechos fundamentales. El Salvador es el ejemplo de que esto puede funcionar con unas narrativas populistas que logran activar y manipular las frustraciones y aspiraciones de las masas, pero solamente si están acompañadas por una represión sistemática capaz de intimidar a la gente y perseguir sin piedad a la disidencia. La cantidad de presos políticos en El Salvador y de defensores de Derechos Humanos, políticos opositores, líderes sociales y periodistas exiliados ilustra esta realidad.

 

Antes de hacer caso al canto de sirenas, que promete seguridad y paz social a través del “modelo Bukele”, los pueblos de las Américas deben preguntar con qué precio oculto vienen estas promesas populistas.





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