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miércoles, 15 de julio de 2009

Caen las máscaras

Cada día que pasa sigue creciendo el debate internacional sobre la vigencia de la democracia en América Latina. En el centro de la discusión está, a no dudarlo, la falsa democracia participativa que ha estado vendiendo por todas partes, a fuerza de petrodólares, la revolución bolivariana.

Sin embargo, el hecho desencadenante de toda esta discusión ha sido la crisis de Honduras y los errores en cadena cometidos tanto por el Presidente de Venezuela como por sus tres enanitos del ALBA: Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega. Ávidos de petrodólares, el trío de mandatarios se montó en el escenario centroamericano y dio inicio a la función sin haber ensayado lo suficiente. Desde luego, el resultado del montaje fue un fiasco.

En primer lugar, a los tres presidentes actores se les notaba a leguas que no se sabían el papel, que exageraban los gestos y los movimientos y que el vestuario se correspondía más con los payasos de un circo que con protagonistas de un drama. El actor principal, sir Hugo Chávez, desencantó desde el primer momento pues repitió, gesto a gesto, su viejo papel de militar golpista. A mitad de la función, cuando comenzaron las pitas del público, se retiró esgrimiendo el gastado argumento de que en la sala había un francotirador.

Tampoco impactó al público el debut de Mel Zelaya, un viejo terrateniente convertido en predicador rojo rojito, con un costoso sombrero de hacendado millonario y bigotes de charro, haciendo ostentación de un lujo más propio de un narco colombiano que de un mandatario consagrado a su pueblo.

Por algo será, dicen por allí, que Honduras es un gran cementerio de avionetas venezolanas estrelladas. De manera que al público no le extrañó cuando Mel se montó en una avión, con doña Patricia, su canciller íntima, y fue a dar vueltas por Washington, Panamá y Nicaragua. Al final de la escena, se ve a la esposa de Mel cuando lanza furibundos insultos al avión y a sus ocupantes, para correr luego a refugiarse en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa. Allí contó todo, incluso las estrechas relaciones de la canciller Patricia con Hugo.

Como suele suceder en estos casos, la obra de teatro no pudo continuar y el público se subió al escenario a discutir.

Entre los puntos más resaltantes discutidos surgió uno que llamó la atención: ¿Puede un golpista confeso, que atentó contra la democracia, acusar a otro militar de ser golpista? La discusión se concentró en Venezuela: el presidente golpista no sólo se sintió orgulloso de lo que hizo, sino que declaró el 4 de febrero como fiesta nacional. Incluso una promoción de oficiales de la FAN adoptó en este mes el nombre de "27 de noviembre", fecha de otro golpe.

Los participantes del debate se preguntaban cuál era la diferencia esencial entre el golpe militar del 4 de febrero contra la democracia, protagonizado por un grupo de oficiales comandado por Chávez, y la acción militar ocurrida en Honduras por orden de la Corte Suprema, de la Fiscalía y del Congreso. El debate sigue.

(El Nacional, Venezuela)

martes, 30 de junio de 2009

Zelaya y Chávez

Manuel Zelaya sigue siendo el presidente legal de Honduras. Luego de los pronunciamientos de la OEA, de la invocación a la Carta Democrática hecha por el embajador hondureño ante la organización y del respaldo de organismos multilaterales al mandatario, su vuelta al cargo es el camino adecuado, el menos traumático y el constitucional.

Aun cuando nadie en la OEA, en los gobiernos latinoamericanos e, incluso, en Estados Unidos, han sido discretos, la vuelta conlleva forzosamente al reconocimiento de los graves errores y extralimitaciones de Zelaya quien, con su desvergonzada entrega a la estrategia internacional de Fidel Castro y Hugo Chávez, sentó las bases de la crisis.

El virus de la reelección presidencial indefinida que contagia a los presidentes de la ALBA es la causa de esta crisis. Zelaya inventó, con ayuda económica y política venezolana, un referéndum personal y como tal lo lanzó contra lo que consagra la Constitución y sostienen los otros poderes del Estado. Desde Caracas llegaron los aviones con el material electoral, un hecho anómalo, intervencionista e inaceptable. ¿Quién dio permiso para eso? ¿Por qué el dinero de los venezolanos se malgasta en exportar el chavismo ruinoso y corrupto? Manuel Zelaya debe regresar, obviamente, pero a someterse a la Constitución y no a seguir los pasos de Chávez, quien le aconsejó alzarse con el poder. En Honduras no se puede ignorar la realidad y lo lógico es que las cosas vuelvan a la misma situación de antes de la crisis. Ello incluye el retorno del jefe militar destituido por Zelaya porque no quiso ser su cómplice en una jugada electoral promovida por los países del ALBA.

Zelaya debe respetar a las Fuerzas Armadas de Honduras que, como en todo país democrático, deben ser apolíticas y no mezclarse en asuntos partidistas como pretendía el mandatario hondureño. No olvidemos que Zelaya perdió el apoyo de su propio partido, del Tribunal Supremo y de la mayoría del Congreso.

No es poca la crisis que generó su desmedida ambición de poder, sus pretensiones de reelegirse indefinidamente y de reformar la Constitución como en Venezuela.

¡Manos fuera de Honduras! (en especial las de Venezuela) sería una buena causa para la OEA. Mientras ese organismo y su secretario general no hablen claro, la democracia irá mal en Honduras. Está bien la prudencia, pero no la abierta complicidad con el golpista Chávez, con el cocalero Morales y el aberrado Ortega.

Está bien que Zelaya regrese a la presidencia, pero a gobernar de acuerdo con la Constitución y no a obedecer consignas dictadas desde La Habana o Caracas. Es el colmo del cinismo que el dictador Fidel Castro alabe la democracia en Honduras y que el golpista Chávez defienda el orden constitucional.

Y algo más es conveniente: que nadie amenace a las Fuerzas Armadas de Honduras, aguerridas y experimentadas, porque esa es la peor receta. A lo mejor le toman la palabra a Chávez y terminan dándonos una paliza porque hoy la FAN está en la carraplana. Dios nos ayude.

(El Nacional, Venezuela)