viernes, 18 de abril de 2025

Carta al senador Chris Van Hollen: Le pusieron trampa. De Paolo (+capítulo 27 y 28 de DOBLE CARA / LIBRO II)

  

"Ya se habrá dado cuenta de lo tramposo que es el gobierno de Nayib Bukele. El vicepresidente Ulloa le mintió en la cara. Bukele se mofó de usted y de Kilmar Ábrego García – e incluso mandó a su equipo de propaganda a manipular la foto de su encuentro con Kilmar."  

En la voz del autor: 

EL SENADOR & LA FOTO FAKE.mp3




Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, sábado 19 abril 2025

Estimado senador:

Lo que hizo en El Salvador es magnífico, un ejemplo para otros políticos. Gracias.

 

Ya se habrá dado cuenta de lo tramposo que es el gobierno de Nayib Bukele. El vicepresidente Ulloa le mintió en la cara. Bukele se mofó de usted y de Kilmar Ábrego García – e incluso mandó a su equipo de propaganda a manipular la foto de su encuentro con Kilmar.  

 



Ya sabe usted con qué tipo de cínicos está lidiando en El Salvador. 

 

Estoy convencido que no va a descansar hasta que logre la libertad de Kilmar Ábrego García. 

 

También estoy convencido de que entendió que lo que exige para Kilmar -un procedimiento legal y justo, aplicando el debido proceso- es válido para todos los hombres que Trump ‘depositó’ en el CECOT - sean inocentes o hayan cometido delitos. Todos tienen derecho a que un juez decida sobre su suerte, no Donald Trump y Nayib Bukele. Y ninguno tiene porque estar en el CECOT. 

 

Thank you, senador. 





* * *

El libro Doble Cara está disponible en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. También lo pueden pedir amazon.com, o desde México en amazon.com.mx y desde Alemania en amazon.de

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.




Para Raúl Mijango.

Como todo prisionero político, para sobrevivir 

pasó escribiendo, siempre y cuando no le nieguen

papel y lápiz. 

Si existiera su libro, quizás no hubiera escrito 

esta segunda parte del mío. 

Raúl murió el 28 de agosto 2023, 

luego de que durante años de encarcelamiento 

le negaron la debida atención médica.



Capítulo 27: La Escalón


 

Estoy sentado en mi barra en La Ventana, del lado de los clientes. Ya casi estamos cerrando y me tomo un whiskey. Suena el teléfono y la cajera me grita: “Es para vos, Paolo.” Cuando contesto, escucho la vos agitada de una mujer: “¡Nos asaltaron! Gente armada, pusieron a todo el mundo boca abajo y se llevaron todo...” 


El Charrua, restaurante en Plaza Israel, colonia Escalón

No me ubico quién es, mucho menos porqué me habla a mí. “Llame a la policía,” le digo, y “¿quién es?” Resulta que es la dueña del restaurante El Charrúa que está a la vuelta de La Ventana. Claro, nos conocemos entre colegas, y ella —como todos— sabe que estuve metido en la tregua y supone que yo tengo contactos con los pandilleros.

“Fueron unos mareros,” me dice.

“Y porqué piensas que yo te puedo ayudar?”

“Bueno, tal vez...” 

Ya entiendo. Al día siguiente, voy a una de las comunidades marginales a la par de las canchas de la FESFUT, a la casa de una señora que a veces nos ha ayudado con la limpieza en La Ventana. “A ver si me puede ayudar, niña. Necesito hablar con El Chino. ¿Puede contactarlo? Me urge.” Ella, sin preguntar nada, manda a un cipote a buscar al hombre que es el palabrero de los Revolucionarios que controlan estas comunidades marginales de la colonia burguesa La Escalón, en la cual de La Ventana es un conocido punto de encuentro. Al rato regresa el muchacho y dice: “Que venga aquí a la casa al mediodía.” 

 

Conocí al Chino en octubre del 2013. Estábamos en pláticas para ver si se podría poner fin a la violencia, los asaltos y las extorsiones en la colonia Escalón. Varios de los restaurantes de la zona habían mandado quejas a la Asociación Escalón, que habíamos formado hace unos años con empresarios y residentes de la colonia. Fue una idea que surgió en discusiones con Bobby Murray, cuando él estaba construyendo la torre y la plaza Futura para ampliar el complejo del World Trade Center en frente del Hotel, que para mí siempre será el Sheraton, lugar del famoso stand-off entre guerrilleros y marines gringos, durante la ofensiva de noviembre del 1989. Platicando con Bobby, le dije: “Mire, este mega complejo de hotel, World Trade Center y la nueva torre y plaza comercial, va a cambiar el tejido de esta colonia —para mal o para bien. 

“Para bien, espero,” me dijo Bobby, “quiero que sea un polo de desarrollo para toda esta zona.” 


Robert 'Bobby" Murray y su proyecto Plaza Futura, colonia Escalón

“Para todos, significaría incluyendo las comunidades marginales que rodean la colonia, pero no son realmente parte.” Inmediatamente detrás del hotel, en una quebrada, viven cientos de familias en champas, coexistiendo con pandilleros. Y enfrente de la nueva Plaza Futura están las dos colonias, donde manda la 18-Revolucionarios. Urge convertir a estas comunidades en vecinos y socios del desarrollo. Bobby inmediatamente agarró la idea y la hizo suya.

Con apoyo de Bobby, su grupo empresarial Agrisal, su fundación familiar, y con él gestionando un financiamiento adicional de la AID y la participación de Fundemas en la ejecución del proyecto, nació la Asociación Escalón, con el fin de promover el desarrollo incluyente en la colonia. Cuando en el 2013 -cuando ya estaba metido en el diálogo con las pandillas- se multiplicaron las quejas de muchos negocios en la colonia sobre asaltos y extorsiones, tomé la decisión: Voy a tratar de incluir la Escalón en la serie de acuerdos locales, que los mediadores de la tregua estábamos gestionando con las pandillas. No podía comprometer la Asociación, así que lo hice por cuenta propia, aprovechando mis contactos con los miembros de ‘el comité’. Les pedí que me pusieran en contacto con los jefes locales de la MS y de los Revolucionarios, que son las dos pandillas que se habían dividido el control de las 9 comunidades marginales de la Escalón. Ahí conocí al Chino, me lo presentaron los palabreros de los Revolucionarios de Las Palmas. Es más, le transmitieron las órdenes de César El Muerto, el máximo jefe de esta pandilla, de aceptar mis propuestas sobre la paz en La Escalón y cumplir estrictamente todos los acuerdos alcanzados. Luego me di cuenta que El Chino era vecino de La Ventana... 

Aparte de las quejas de los negocios de la zona, había un problema que afectaba directamente a la Asociación. Los trabajadores sociales de Fundemas, que ejecutaron nuestros proyectos de inclusión laboral y de creación de miniempresas en las comunidades, habían tenido problemas con pandilleros. Hubo amenazas e intentos de extorsión. Algunos vecinos se retiraron de las capacitaciones, por “problemas con los bichos.” Fundemas estaba a punto de suspender el proyecto. 


Trabajo de la Asociación La Escalón en una marginal de La Escalón

Expuse a los representantes locales de ambas pandillas que era absurdo que estuvieran jodiendo unos proyectos que estaban beneficiando a su propia gente. “No sean tontos, están quitando a su gente la oportunidad de conseguir empleos.” Les hice una propuesta: “Ustedes dejan en paz nuestros proyectos sociales en las comunidades, dejan que la gente participe —y a la vez dejan de joder a los negocios de la colonia —y yo voy a procurar que incluso aumentemos la inversión social en las comunidades y que sus familiares pueden participar de los programas.”


César Renderos, "El Muerto de las Palmas",
jefe de la pandilla 18/Revolucionarios

Llegamos a un acuerdo, en parte por la presión de parte de los ranfleros en los penales, como César El Muerto de Las Palmas y Duke de los Revolucionarios así como Borromeo y El Sirra de la MS. El acuerdo de no violencia en La Escalón  funcionó mejor de lo que me podía imaginar —hasta ahora, que asaltaron El Charrúa. Yo no tenía ninguna duda que fueron los pandilleros de los Revolucionarios, o de Las Palmas o de las comunidades vecinas a La Ventana y El Charrúa.

 

El vicindario: El Charrua, La Ventana,
Olas Permanentes y la comunidad marginal
La Esperanza, sede de la 18/Revolucionarios

Por supuesto, el Chino niega todo. No fueron ellos, no saben nada. Le digo: “Mire papito, no me tomés de tonto. Aquí en este vecindario nadie va a asaltar ningún negocio sin que ustedes lo sepan y lo autoricen. No way. Ni unos freelancers, ni mucho menos unos homeboys de la otra pandilla pueden llegar aquí y operar bajo sus narices. Esta es su cancha.” Nunca me acepta que fueron ellos, pero me dice: “Voy a averiguar quiénes fueron, y te aviso...”

En la noche, yo estoy sentado en la terraza de La Ventana, desde la cual se ve toda la Plaza Palestina. Suena mi celular. Una voz que no conozco me dice: “Mira, papito, al rato llega un pickup a este restaurante de mierda, El Charrúa, para devolverles sus mierdas. Nosotros no fuimos, pero recuperamos todo.” 


La Ventana, Plaza Palestina, colonia Escalón

“Esperáte, El Charrúa está cerrado. No han vuelto a abrir todavía.” 

“Entonces, vamos a dejarte las mierdas a La Ventana.” 

“No se les ocurra, hombre. No me pueden involucrar.” 

“Entonces, lo vamos a dejar enfrente, a ese restaurante de mariscos. Creo que se llama Olas o algo parecido.” Y cuelga. Se perfectamente a qué lugar se refiere, lo tengo directamente en la vista.

Es como ver en la tele una serie de ladrones. Yo sentado en la terraza, con una cerveza alemana, viendo la terraza de Olas Permanentes enfrente. Sólo una mesa está ocupada. Es un día tranquilo, igual que en La Ventana. A los 20 minutos aparece un pickup negro, con vidrios polarizados, se para enfrente del restaurante, se apean dos tipos, bajan unos bultos negros y los depositan en la terraza del restaurante. Un mesero sale. Parece que pregunta qué pasa. Sin hacerle caso, los dos hombres se suben a su vehículo y se van. Todos los empleados del restaurante salen, uno abre una bolsa, de estas negras de basura de jardinería, y saca lo que se ve como el monitor de una computadora. Discuten y al final vuelven a cerrar la bolsa y dejan todo en su lugar.


Restaurante Olas Permanentes, Plaza Palestina, en frente de La Ventana

Yo viendo y gozando. A los 10 minutos suena nuevamente mi celular. Es uno de los dueños del restaurante enfrente. “Mire, Paolo, pasó una cosa rarísima...” Y me cuenta lo que acabo de ver. “No entiendo qué significa,” me dice. “Y yo estoy en la playa, mi gente no sabe qué putas hacer, ¿no podés vos ir a ver qué ondas? Haceme el cachete, porfa.”

Me levanto, cruzo la calle y entro a la terraza del restaurante. El encargado me cuenta otra vez todo. “¿Debo llamar a la policía?”, me pregunta. 

“Pues, no te han robado nada, ¿verdad? Veamos primero lo que hay adentro.” Abrimos las bolsas y sacamos todo: varias laptops, una docena de celulares, dos computadoras con sus monitores e impresoras, una pantalla plasma, equipo de audio, varias carteras, una bolsa con cantidad de tarjetas, ningún dinero...  Todo lo que la señora del Charrua me dijo que se habían llevado, menos el efectivo. “Son las cosas que han robado el otro día al Charrúa”, le reporto por teléfono al amigo en la playa. “Propongo que lo guarden y mañana aviso a la señora que lo mande a recoger.” 

“Y no deberíamos reportarlo a la policía?” 

“Yo lo dejaría a la gente del Charrúa decidir si lo reportan. Si ustedes lo reportan ahora, tus chavos tendrán una noche larga.”

El día siguiente, llamo a la señora para decirle que han aparecido las cosas que robaron en su restaurante. No me cree. “¿Cuándo se ha visto que estos maleantes te devuelvan lo robado? No entiendo.” 

“Yo tampoco, pero esto es lo que pasó. Yo lo vi. Vaya a recoger estas cosas. Me imagino que vas a tener que reportar a la policía que ya recuperaste las cosas. Pero hazme un favor, no me menciones, yo no tengo nada que ver. El chavo de enfrente me habló a mi para que le ayudara y yo sólo te aviso, porque él ni te conoce.

En algo parece estar funcionando el acuerdo que tomamos hace 4 años...


Capítulo 28: Odisea judicial

 

Sigue la guerra judicial y mediática contra la tregua, no sólo para rematarla, sino incluso para borrar definitivamente de la imaginación de la gente la idea de usar el diálogo con grupos fuera de la ley para reintegrarlos a la sociedad. Un día a finales de mayo del 2019, Camilo, yo y algunos de los defensores salimos juntos de la última sesión de la segunda vista pública del caso contra la tregua. Salimos para celebrar. La fiscalía apeló el fallo del juez Salazar y consiguió que la cámara ordenara una repetición del juicio. Presenciamos, durante una semana, el extraño —más bien absurdo— espectáculo de una fiel copia de la primera vista pública. Los mismos testigos, las mismas preguntas, las mismas respuestas, las mismas mentiras. El pobre Nalo, otra vez obligado a mentir. Y al final, la misma sentencia: Absolución de todos los cargos contra todos los acusados.

Vamos a celebrar, aunque nadie tiene grandes ánimos de fiesta. Nos acabamos de despedir de Raúl, a quien también absolvieron, pero inmediatamente se lo llevaron de regreso al bote. Luego de capturarlo al final de la primera vista pública, en agosto del 2017, bajo acusación de extorsión, en febrero del 2018 llegaron a Mariona para presentarle otra acusación, ‘imputación’ lo llaman en la inhumana jerga jurídica, esta vez por presunta complicidad en un asesinato. Este caso, sin embargo, fue tan jalado de los pelos que no prosperó. En el penal de Ciudad Barrios, los reos habían matado a uno de ellos. Este reo, por su parte, había ordenado varios asesinatos, rompiendo el cese al fuego acordado. Por estos homicidios lo habían arrestado. El hombre había recibido instrucciones explícitas desde Ciudad Barrios de evitar este tipo de violencia. ¿Qué tuvo Raúl que ver con estos asesinatos? Nada. En una reunión en el 2014, les había echado una gran regañada a los delegados de la MS por haber roto la tregua, refiriéndose a estos asesinatos. Ellos dijeron que no habían ordenado ningún asesinato, así que Raúl les gritó: “Si no pueden poner orden en su puta pandilla, olvidémonos de la tregua, y me voy a mi casa...” Esto interpretó la fiscalía como instigación a que mataran al responsable de esta serie de asesinatos, una vez que terminó en Ciudad Barrios. Un alegato absurdo que el juez no se compró. Raúl fue absuelto de este caso, pero quedó en prisión, porque en el otro caso sí fue condenado.


Foto: Víctor Peña/El Faro


El caso de extorsión, que tiene a Raúl encarcelado por 13 años, es igual de absurdo. Una empresa, que distribuye alimentos a nivel nacional, manteniendo una flotilla de camiones que abastecen a las tienditas en todas las colonias y comunidades, tuvo problemas serios de extorsión. Sus camiones fueron interceptados por los mareros de cada colonia, y los motoristas tuvieron que negociar con cada clica ‘la renta’ para poder entrar. A la empresa no le importaba tanto la suma de pequeñas extorsiones que tenía que asumir, sino la seguridad de sus camiones y la vida de sus motoristas y vendedores. Por medio de un conocido común, el gerente general contactó a Raúl, para ver si podría ayudarles a resolver este problema. Es decir, le pidieron actuar para ellos como mediador con las pandillas. Raúl aceptó y logró que las tres pandillas se pusieran de acuerdo sobre un deal que resolvía las preocupaciones que la empresa tuvo por la vida de su gente y por todo su sistema de distribución local. El acuerdo no iba a resolver la extorsión como tal, pero cambiar su forma: En vez de tener que negociar con cada clica en cada comunidad, que era una cosa arriesgada, la empresa iba a pagar —parte en especie— un monto fijo, el cual las pandillas iban a distribuir entre ellas. La empresa estaba contenta, y el acuerdo comenzó a aplicarse, sin mayores problemas. Los camiones podían entrar libremente a cada colonia y comunidad.

Funcionó bien hasta que la empresa cambió de dueño: la compró Alba Petróleos, la operación comercial, financiera y política conjunta de Venezuela con el FMLN. Cambió también la gerencia, y los nuevos administradores fueron a la fiscalía para reportar el esquema de extorsión, incluyendo el rol de Raúl Mijango. La fiscalía feliz: acusó a Raúl, y este caso cayó en manos de un juez menos cuerdo que los que habían presidido los casos de la tregua y de la acusación de homicidio contra Mijango. Lo condenó a 13 años, ya que nos fue imposible encontrar en el extranjero al ex gerente de la empresa, quien hubiera podido testificar que Raúl actuó por encargo suyo. La cámara confirmó el fallo. Lo jodieron. Van a tratar de quebrarlo. Dudo que lo logren, pero de todos modos a todos nos duele lo que le toca vivir al Negro. Y estamos preocupados por su quebrada salud.

Raúl está en Mariona, irónicamente en la famosa sección 9, donde no sólo están recluidos Tony Saca y sus cómplices en el desvío de 300 millones de dólares de las arcas del Estado, sino también Luis Martínez, el ex fiscal general que tanto nos criticó. Raúl y Luis tienen sesiones diarias de ajedrez.


Luis Martínez, ex fiscal general




Siguiente y última entrega, martes 22 de abril:

Capítulo 29: Odisea jurídica: Mi turno

Capítulo 30: El ultimo capítulo

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martes, 15 de abril de 2025

Carta sobre la paz de Semana Santa: Disculpen si la perturbo con mis cartas. De Paolo Luers (+capítulos 25 y 26 de DOBLE CARA/Libro II)

 

Lo que Bukele no dijo a Trump es que, en el caso de El Salvador, los “algunos” que han perdido su libertad para garantizar la de los demás son 107 mil - y que este porcentaje, en Estados Unidos, correspondería a 5.6 millones. Se le hubiera congelado la risa a Trump, si hubiera sacado la cuenta."

En la voz del autor: 

Semana-Santa.mp3



Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, Jueves 17 abril 2025
 

Estimados lectores:

Algunos de ustedes me recordaron que estamos en Semana Santa y me pidieron “bajar un poco el tono” en estos días. Tienen razón, mis últimas cartas han sido muy duras y controversiales. No todos los día se maldice al presidente. La cosa es que los abusos de poder no respetan ni Semana Santa ni vacaciones. Nuestro compatriota Kilmar Ábrego García sigue sin estar con su familia para celebrar la Semana Santa, sino continua secuestrado en el CECOT. 

 

A veces la indignación -y el sentido de impotencia ante la impunidad con que actúa el poder- me calientan la cabeza. Siempre recupero rápido la cabeza fría y racional que se necesita para mi oficio. Así que tienen razón, bajemos el tono por unos días, respetando los sentimientos de quienes buscan la concordia y la paz en la Semana Santa – o que simplemente quieren desconectarse del mundo y hacer vacaciones.

 

Yo voy a vacaciones también, estaré de viaje en las próximas semanas recuperando amistades. Tal vez voy a mandar cartas, tal vez simplemente voy a descansar. Veremos. 


A lo mejor voy a ir a Valencia a la playa Marinera, donde
la Semana Santa se celebra así: con devoción y placer...


Veremos también que pasa con el senador de Maryland, Chris van Hollen, quien ya está en El Salvador para gestionar la libertad para Kilmar Ábrego. Veremos si le permiten verlo en el CECOT. Sería la primera vez que dejen entrar a este lugar a alguien que no se va a prestar a la propaganda oficial. Sería también la primera vez que algún interno reciba una visita. Esto sí sería celebrar adecuadamente la Semana Santa. Pere parece que ya Félix, siendo Félix, lo mandó al carajo...


Hagamos un jueguito de números. Los números ni mienten ni ofenden. Ni siquiera en Semana Santa...

 

Bukele dijo a Trump, en su reunión en la Casa Blanca, lo que para él es el argumento que justifica todo: el estado de excepción permanente y las interminables y masivas redadas de detenciones. Le dijo a Trump: Para garantizar la libertad de 340 millones de ciudadanos estadounidenses, usted tiene que estar dispuesto de privar de libertad a “algunos”. A Trump le encantó este ‘razonamiento’, y con una gran sonrisa dijo: Good point¿Lo puedo usar en mis discursos?


Lo que Bukele no dijo es que, en el caso de El Salvador, los “algunos” que han perdido su libertad para garantizar la de los demás son 107 mil, entre ellos unos 85 mil como resultado del estado de excepción que permite detenciones de 3 años sin juicio. El Salvador tiene el porcentaje más alto de privados de libertad de su población en el mundo entero: 1.65% de los salvadoreños están presos, 2.6% de su población adulta. 

 

El 1.65% de la población de Estados Unidos (340 millones) serían 5.610.000. Actualmente, el número de privados de libertad en Estados Unidos es alrededor de 1.8 millones. ¿Estaría Donald Trump dispuesto y capaz -y lo aguantaría su sistema penitenciario- a detener adicionalmente y mantener presos a 3.81 millones de sus ciudadanos? No lo creo, si ya comienza a enamorarse de la idea de mandar a sus presos a otros países, por ejemplo a El Salvador... 

 

Me imagino que se le hubiera congelado la risa a Trump, si hubiera sacado la cuenta de qué significaría para su país -y para su gobierno- seguir este “buen consejo” de su amigo Bukele. Estas tazas de encarcelamiento sólo son posibles mantener en dictaduras como la de Bukele, que tiene poder sin límites. Y Donald Trump sabe que de esto todavía está lejos.

 

Espero que este ejercicio de matemática y razón no haya sido demasiado para un pueblo en vacaciones. Como sea, pásenlas bien, y cuando estén bolos ni manejen ni se metan al mar.


Saludos, 





* * *

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Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.




Para Raúl Mijango.

Como todo prisionero político, para sobrevivir 

pasó escribiendo, siempre y cuando no le nieguen

papel y lápiz. 

Si existiera su libro, quizás no hubiera escrito 

esta segunda parte del mío. 

Raúl murió el 28 de agosto 2023, 

luego de que durante años de encarcelamiento 

le negaron la debida atención médica.



Capítulo 25: El Diplomático


 

En enero del 2017, El Diplomático me busca para “una reunión urgente”. Tengo meses de no verlo. Es el último sobreviviente y no arrestado del difunto comité de coordinación entre las pandillas y con los mediadores. También Cisco ha caído preso. De todos modos, desde que Raúl y Camilo tienen la acusación encima, ya no hay mediación, porque ya no hay mediadores. Fabio Colindres se ha retirado hace tiempo, bajo presión de la Conferencia Episcopal, y los dos acusados tienen orden judicial de no comunicarse con nadie del mundo de las maras. Si detectan que violan esta restricción, inmediatamente regresan al bote. Yo solo no puedo hacer nada.

Un mensajito escueto he recibido hace dos meses de El Diplomático: “Hola, viejo. Estoy bien. El país está hecho mierda, y algo de culpa tendremos todos nosotros. No hay nada que podamos hacer ahora, todo está amarrado de otra manera. Cuidate. Abrazo.” Espero que con ‘todos nosotros’ se refiera a ellos, no a nosotros. Quien sabe – nosotros también habremos cometidos errores. No contesté y se terminó la conversación antes de comenzar en serio. ¿Para qué hacer conversación, si ya no hay nada que hacer?

 

A este pandillero no lo conocí en la cárcel, nunca estuvo preso. Un tipo buso. Ningún otro pandillero permitió que alguien de afuera se le acercara como lo hizo él. Nos vimos frecuentemente, porque era el negociador nato, el político, el embajador y el vocero de prensa de los Sureños. Su oficio era mediar con las otras pandillas y dialogar permanentemente con los mediadores. Además me agarró como enciclopedia (igual como lo hicieron muchos compas campesinos en Morazán en las largas noches en los campamentos). Cada vez que lo vi, me lanzó una batería de preguntas sobre algo que había leído en los periódicos o escuchado en las entrevistas televisivas: sobre política internacional, historia, geografía, filosofía...

Cuando la policía comenzó a perseguir insistentemente a los integrantes del equipo de coordinación de las tres pandillas, con órdenes de sacarlos de circulación, de la manera que sea, todos los demás ‘negociadores’ se hicieron invisibles y costaba mantener el contacto con ellos. Con El Diplomático, no.


Aparte de ‘negociador’ y encargado de relaciones públicas, el hombre también se convirtió en el redactor de los comunicados de las pandillas. Los hacía bastante bien, pero a veces le critiqué sus comunicados por panfletarios, contradictorios o inconvenientes. Nunca se molestó, por el contrario: quería aprender a escribir “como Paolo”. En broma me decía que mejor le redactara o editara yo sus comunicados, y yo le tuve que decir que hay ciertas rayas que no podía saltarme. No sólo para no cometer un delito, sino por ética. “Era broma, viejo...”

Cuando el equipo de mediación fue reducido en su campo de acción, in tener acceso a los penales y los ranfleros en ellos recluidos, seguimos haciendo nuestras gestiones con ‘el comité’. Fueron pocas reuniones, porque ya en el 2015, los voceros de las pandillas tuvieron que hacerse invisibles. Pero con El Diplomático nunca se rompió el contacto del todo. Ya no como mediador, sino como periodista -¿o ya como amigo?-, lo visité dos veces en su pueblo, lejos de la capital, conocí a su mujer, a la cual presenté la mía, y tomamos sopa de gallina hecha en casa...

 

Entonces, ahora me cita a una reunión. Nos encontramos en la terraza del hotel, como en los viejos tiempos. Me dice que ha leído sobre la iniciativa del secretario general de la ONU de promover en El Salvador algo como unos ‘segundos acuerdos de paz’, y que iba a mandar a un exembajador mexicano como su representante para dialogar con todos y sondear si se podía llegar a un acuerdo de este tipo. “Entonces,” el hombre me dice: “si quiere hablar con todos sobre la paz, tiene que hablar con nosotros. El problema no se va a resolver sin que hablen con nosotros.” Le digo que tiene toda la razón, pero que se olvide, nunca el gobierno va a permitir que este enviado de Naciones Unidas se siente con ellos —y sin autorización del presidente no se va a atrever. “¿Y sabés qué, todo esto de los ‘segundos acuerdos de paz’ de todas formas es una gran paja, no van a llegar a nada, nadie está interesado, mejor olvídense de este asunto?”




Y ahí este hombre me demuestra el grado de madurez, análisis y capacidad política que en todos estos años ha alcanzado. Me hace toda una exposición completa y compleja, explicándome que no importaba si esto podía tener resultados concretos, pero que se trataba de volver a poner el tema pandillas y diálogo en la agenda nacional. “¡Esto es política, papito!”

Tiene razón. Es política y es relaciones públicas. Llegamos a un modelo que tal vez podrá funcionar – y que incluso, cuando no funciona, será ganancia. Pedir que dejen que la pandilla se siente en una mesa nacional con partidos, gremios y universidades, no tiene sentido. Los emisarios de Naciones Unidas ni siquiera van a escuchar una propuesta tan imposible de cumplir. ¿Pero qué pasa si convencemos a un grupo de honorables altamente respetados e independientes que fueran los interlocutores? Ellos podrían reunirse con voceros de las pandillas, recibir sus inquietudes y propuestas, y llevarlas a la mesa que el negociador de la ONU va a armar con la sociedad civil y los partidos. Vale la pena intentarlo.

Le mencioné al Diplomático algunos nombres. Le parecían. “¿Y vos podés tener acceso a este embajador mexicano? ¿Le podés hacer esta propuesta?” 

“Así no funciona. Tiene que pasar por otra gente, por personalidades que él de todos modos tiene en su lista. Las personas que te mencioné podrían ser, tengo buena relación con ellos, por lo menos me escucharán. Pero primero vos tenés que hablar con las otras pandillas para ver si están de acuerdo. Antes yo no me muevo.”

Al final tenemos que reunirnos con la MS para explicar la idea. Los Revolucionarios no muestran ningún interés. Para ellos, el tiempo del diálogo pasó. El hombre de la MS también es escéptico: “Mire adónde nos ha llevado tanto diálogo,” me dice. Al fin, El Diplomático queda con la MS que me van a entregar una carta dirigida a cada uno de los posibles interlocutores y al representante de la ONU. Yo me comprometo de entregarles personalmente las cartas y explicarles la idea. Nada más.

A los días, me manda la carta y me informa que al fin los Revolucionarios también firmaron.

 

 

Estimado licenciado NN:

Con todo respeto nos dirigimos a usted, porque conocemos su vocación de abogar por la paz y por el diálogo como método de alcanzarlo.

Hemos decidido escribirle, porque es tiempo que todos los sectores hagamos otro esfuerzo para buscar soluciones al problema que más afecta al país: la violencia. ¿Por qué nos expresamos ahora? Porque la manera como la sociedad ha recibido nuestro planteamiento expresado en la entrevista con El Faro sobre la reanudación de un diálogo nacional demuestra que hoy hay más apertura que en los últimos 3 años. Porque en los últimos tres años que todos los canales de diálogo estaban cerrados, el problema se ha agravado al grado que nos obliga a todos a reflexionar y a abrirnos a revisar otros caminos. 

Todo el país celebra este mes el 25 aniversario de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra civil. El gobierno celebró actos solemnes con los firmantes de la paz e invitados internacionales. El presidente de la República ha solicitado al Secretario General de Naciones Unidas a nombrar a un emisario para facilitar que las fuerzas políticas y la sociedad civil de nuestro país lleguen a nuevos acuerdos para enfrentar los problemas que el país está enfrentando. 

Muchos no quieren reconocer que nosotros, las pandillas y sus miles de miembros y cientos de miles de familiares y bases sociales, también somos parte de la sociedad salvadoreña. Pero como dijimos en nuestro primer comunicado en marzo 2012, cuando comenzó el proceso de reducción de violencia del cual fuimos parte: “Somos parte de la sociedad. Somos parte del problema de violencia que aqueja al país, y hemos decidido querer ser parte de la solución.”

Aunque se celebra los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra civil de los años ochenta, hay una realidad que nadie puede obviar: Existe en el país un nuevo conflicto, que cada año está cobrando miles de vidas, y que no permite al país desarrollarse.

Por tanto, como parte de la sociedad, como parte del problema y como parte indispensable de la solución, las pandillas nos dirigimos a la sociedad salvadoreña y a la comunidad internacional, para pedir que igual que otros sectores y actores de la sociedad seamos escuchados.

Si el objetivo es retomar el espíritu de la paz pactada por la generación de nuestros padres en el 1992, para construir las condiciones para una paz duradera en El Salvador, nosotros como pandillas estamos dispuestos de contribuir y poner nuestra parte. 

Desde marzo del 2012, en reiteradas ocasiones hemos expresado que estamos abiertos al diálogo, en la forma y con quienes sea necesario, para buscar erradicar la violencia, la exclusión social, y para crear las condiciones para que los que estamos viviendo al margen de la ley y al margen del sistema productivo del país, nos incorporemos. Es la única vía para erradicar la violencia y la delincuencia.

Para que sea efectiva esta inclusión, que tiene que ser la base para erradicar de fondo la delincuencia y la violencia, tiene que incluir las comunidades marginadas, sobre todo su juventud, y también a las pandillas que nacimos en ellas y que en gran medida las representamos. 

Los gobiernos de El Salvador, sobre todo el actual, en vez de invertir en la inclusión social, han apostado prioritariamente a la represión para enfrentar el problema de la violencia y la existencia de las pandillas. Desde 2015, cuando el actual gobierno declaró la guerra a las pandillas, esta política ha profundizado el conflicto y aumentado la cuota de sangre. Porque ya no solo es la represión en el sentido de la estricta aplicación de la ley contra las pandillas y sus miembros, sino la represión extralegal, no solo contra pandilleros sino contra toda su base social. Esta represión extralegal incluye: las medidas extraordinarias que han convertido los centros penales en campos de concentración sin vigencia de derechos humanos; la militarización de la PNC y el uso de la Fuerza Armada en tareas de Seguridad Pública, que van en contra del espíritu de los Acuerdos de Paz; y la creación de comandos de exterminio, que operan en coordinación y bajo protección del Estado y sus fuerzas de seguridad. Muchos de estos elementos han sido denunciados por medios nacionales e internacionales, por la sentencia de la Sala de lo Constitucional sobre la situación inconstitucional en los penales y bartolinas, y por la Procuraduría de Defensa de los Derechos Humanos.

Esta política represiva del gobierno, y su rechazo a cualquier tipo de diálogo para humanizar y gradualmente reducir el conflicto, es el principal obstáculo para encontrar soluciones al problema de exclusión social, violencia y delincuencia.

El gobierno y la sociedad tienen que decidir si su fin es erradicar las pandillas, o buscar soluciones donde las pandillas colaboran en el desmontaje de la exclusión y de la violencia, y se conviertan en actores del desarrollo de las comunidades. La única prevención que funciona es la inclusión social y productiva. 

Si el gobierno está dispuesto a suspender la represión extralegal, en todas sus formas, nosotros nos comprometemos que por parte de las pandillas se eviten todas las represalias y ataques contra miembros de la PNC, de la Fuerza Armada, y sus familiares. Esto podría ser un primer paso para crear condiciones más idóneas para futuros entendimientos y la búsqueda de soluciones a favor de la paz.

No estamos pidiendo que el gobierno se siente con nosotros para negociar. Pero proponemos que representantes de la Sociedad Civil, que por su esfuerzo a favor de la paz se han ganado la confianza del país, incluyendo la nuestra, por lo menos nos escuchen. Usted es una de estas personas. No le retamos a jugar un rol de mediador ni de negociar, estamos lejos de estos pasos. Pero sí le pedimos a hacer un sondeo, hablando con nosotros y con liderazgos comunales, para poder evaluar si hay condiciones para un diálogo sincero, y si encuentran esta seriedad en nosotros. 

Le solicitamos darnos respuesta por la misma vía que le hacemos llegar este escrito. Nos dirigimos a usted con la confianza que no va a desaprovechar la oportunidad de ayudar al país, porque solo de esto se trata: No buscamos que nos ayuden a nosotros, sino al país. 

Esperamos poder platicar con usted pronto.

 

San Salvador, 3 de febrero 2017

Firman: Los voceros de las pandillas MS13, Barrio 18/Sur y Barrio 18/Revolución 

 

Me reúno con cada una de los ‘honorables’. No importan sus nombres, de todos modos al fin no llegamos a nada. No puedo hablar personalmente con Benito Andión, el representante del secretario general de la ONU Antonio Guterres. Sería demasiado comprometedor para él, me dicen.  Hablo con dos personas de su equipo, por cierto, viejos amigos y muy interesados en el asunto. Coinciden que, lamentablemente, esta propuesta no será tomada en consideración.

No es que las personas que abordo no tengan interés. Tienen genuina preocupación, y si hay condiciones, están dispuestos a aceptar un rol de intermediarios. Uno de ellos se encarga de hablar con el presidente Sánchez Cerén para ver si da su consentimiento. Tiene razón, ellos no podrán hacer las consultas con los pandilleros clandestinamente, sin informar al gobierno. Otro se encarga de hablar con el embajador de la ONU, que ya está en San Salvador y ya tiene la carta. Tal vez estaría dispuesto de recibir de los intermediarios las propuestas de las pandillas y de ponerlas a discusión si el presidente le diera luz verde... Tal vez si mi abuela tuviera patines. No hay luz verde. No hay luz. 







Yo ya sabía que ahí, en Casa Presidencial, se iba a morir la flor. Y así es. A este presidente no le interesan las iniciativas que no vienen del partido. La verdad es que lo único que le interesa es terminar su mandato y descansar. 

Le cuento al Diplomático que el proyecto se murió. “Por lo menos hicimos el intento,” dice. “Que nos agarren confesados...”


Poco después, nuevamente me manda un mensaje de urgencia. Nos citamos y me cuenta que, luego de tanta suerte que ha tenido, un día lo toparon. Venía del cine y en la carretera, lo paró una patrulla. “Control de rutina,” le dijeron. Pero no era policía de tránsito, sino una unidad especial. Lo llevaron a la delegación, lo dejaron esperar un buen rato, hasta que por la medianoche apareció un fiscal y, sin hacerle más preguntas, le dijo: “Sabemos quién sos, sabemos con quiénes te reunís. El famoso comité. Te hacemos una oferta: Colaborá con nosotros, y te dejamos en paz. Danos toda información sobre los mecanismos de coordinación con las otras pandillas y sobre Mijango y Lüers... Si no, te zampamos al bote por 20 años...”

El Diplomático le dijo que lo iba a pensar, que tenía que hablar con su familia. Para su sorpresa, el fiscal aceptó, lo dejó ir —con la advertencia: “Si no te comunicás con nosotros en dos días, te buscamos, te encerramos y botamos la llave. Pensá también en tu familia. Te tenemos bien cuadrado...”

 

Detrás de la cara de Diplomático hay un veterano marero.
Foto: Moises Saman/Magnum, for The New York Times


Ahora estamos sentados en un lugar seguro, luego de que ambos dimos miles de vueltas para asegurar que nadie nos seguía. Incluso ambos usamos otros carros. Luego de contarme todo, me dice: “Me voy a desaparecer un buen rato. Yo de soplón no sirvo, y la cárcel tampoco me gusta. Pero te quería avisar.” 

“Cuidate, bicho.” 

“Cuidate, viejo.”

 


Capítulo 26: El ‘caso tregua’

 


Inicia el 'Caso tregua'

El lunes 7 de agosto del año 2017 comienza la vista pública del ‘caso tregua’. Tenemos una estrategia de defensa, consensuada en varias sesiones complicadas entre los principales acusados y sus abogados. La línea principal es: Facilitar la tregua fue una política pública autorizada por el presidente de la República. Los servidores públicos acusados —todos menos Raúl son funcionarios— actuaron en cumplimiento de esta política pública. Esto no puede constituir una asociación ilícita. Se trabajó con la jerarquía institucional, no con una paralela extralegal. La acusación más concreta y seria contra Raúl y Camilo es la supuesta introducción de ‘objetos prohibidos’ a los penales, pero para ello hay una sola prueba: las declaraciones del testigo criteriado y protegido que extrañamente la fiscalía identifica con su nombre completo, Eduardo Burgos Nuila y su apodo Nalo de Las Palmas. No hay otros elementos probatorios que respalden sus versiones. Ni escuchas telefónica, ni documentos, ni declaraciones de otros testigos. Nada. Si hay un juicio justo, estas acusaciones no se pueden sostener. Los acusados solo podrán ser condenados por un juez dispuesto a doblegar la ley. El Lic. Godofredo Salazar, que preside este juzgado especializado, no es de estos jueces. Tiene fama de ser correcto, capaz e independiente.


La vista pública contra Raúl, Roberto Castillo, Nelson Rauda
y 17 acusados más, entre policías, directores de penales y miembros 
del Consejo Criminológico de Zacatraz

Asisto a la vista pública como parte del gran pool de periodistas, que cubre este juicio de gran interés mediático. Escuchamos, durante varios días, un desfile de testigos de la fiscalía, que no logran sustentar ninguno de los cargos. Las acusaciones más absurdas son contra todos los miembros del equipo técnico y del consejo criminológico asignados al penal Zacatecoluca: Ellos hicieron las evaluaciones de los pandilleros que fueron trasladados del penal de máxima seguridad a penales ‘normales’, en marzo del 2012. Hoy los acusan de ‘falsedad ideológica’, o sea de haber firmado sus recomendaciones sin haber hecho los exámenes. El director y el inspector de Centros Penales, así como varios directores de penales son acusados de agrupaciones ilícitas, introducción de objetos prohibidos en penales, incumplimiento de deberes, actos arbitrarios, por haber facilitado el trabajo de los mediadores. Ningún testigo puede sustentar estas acusaciones, así que toda la expectativa de los periodistas y los defensores está focalizada en las declaraciones que dará el último testigo de la fiscalía, el testigo clave: Nalo.


Nalo

Desde que comienza a hablar se nota que lo que le toca hacer este día es inmensamente incómodo para él. No puede ver hacía el lado donde están los acusados, entre ellos Raúl y Camilo. No se necesita un detector de mentiras para sentir cuando habla hechos verídicos y cuando dice mentiras. El testimonio que los fiscales han construido con su testigo —para él— es un complicado tejido de hechos reales y otros inventados o manipulados. Siempre cuando son inventos, a Nalo se le quiebra la voz. Recupera seguridad cuando regresa a hechos que de todos modos están fuera de discusión o irrelevantes. “Se dan cuenta cómo este hombre está sufriendo cuando tiene que mentir. Se nota que le da pena. Pobrecito...”, dice Raúl en un receso. 

“No jodás,” contesta Camilo, “¡nos está jodiendo el hijo de su puta madre!” 

“Sí, pero está sufriendo. Lo doblaron, y se nota que es un hombre quebrado.” Tiene razón Raúl, a mi este hombre me da lástima. 

“Además,” digo, “lo está haciendo tan mal, casi pidiendo disculpas, que al fin nadie le va a creer. ¿No vieron la cara del juez? ¿Y si Nalo lo está haciendo a propósito?” Nunca lo vamos a saber. 

Lo extraño es que el fiscal dice que al día siguiente va a seguir interrogando a Nalo. “Ya ha dicho todo lo que sabe y más,” dice uno de los defensores, “no me puedo imaginar qué querrán sacarle mañana.” 

“Algún as tendrán en la manga,” dice otro de los abogados.

 

A la mañana siguiente nos reunimos Raúl, Camilo, yo y algunos defensores para desayunar en el comedor a la vuelta del Centro Judicial Isidro Menéndez, como todos los días antes de entrar a la vista pública. Uno de los abogados hace un balance: “Los fiscales no tienen nada, todo es muy débil, lo de Nalo es poco creíble. Y mañana comienzan a interrogar con unos testigos que citó la fiscalía, pero que serán de descargo: el obispo, el ministro y el ex jefe de la PNC. A ninguno de ellos van a lograr meterlo en contradicciones. Vamos a ganar este juicio.” Pero tengo un mal presentimiento con lo que vendrá hoy con el testigo criteriado. 

Uno de los abogados dice: “Miren, hay algo curioso: en la fiscalía dicen los pajaritos que tienen otro testigo que podría confirmar el testimonio de Nalo, pero no lo pueden meter, porque lo criteriaron hasta después que entregaron la lista de testigos al juez de instrucción. Y Godofredo no va a admitir testigos de sorpresa.” Raúl intercambia miradas con Camilo y conmigo. Yo sé lo que piensa: Piwa. ¿Por qué no me sorprende?


Cuando entramos, vemos a unos policías llevar al ascensor a un hombre encapuchado y con chaleco antibalas y casco. Tiene que ser el testigo. “¿Y estos mamarrachos piensan que trataremos de matarlo?”, dice Camilo. “Lo disfrazan, pero la fiscalía misma lo presenta con su nombre completo, ¿qué sentido tiene esto? Son incompetentes,” dice otro de los abogados.

Igual que ayer, afuera de la sala de audiencias en el cuarto piso hay más reporteros y cámaras de televisión que en una conferencia de prensa del presidente. Todos se lanzan sobre Mijango. “¿Qué más espera del testimonio que dará el testigo criteriado hoy?”

“Más novela.” 

“¿Usted sabe quién es?” 

“Sí, lo conozco muy bien. Me da lástima, lo quebraron.”

“Pero testifica contra usted...”

“¿No han visto su cara? “No lo han visto sufrir?”

En la sala está llena la sección para periodistas. Las cámaras y micrófonos sólo los dejan entrar en los recesos, pero aquí adentro están sentados los reporteros de prensa escrita. Los saludo y me siento a la par del muchacho de la revista Factum. Me pregunta: “¿Pensás que lo de hoy va a dar alguna sorpresa?” 

“No creo. Va a decir lo que tiene que decir para cumplir con el trato que ha hecho...” No estoy tan seguro, pero no quiero que vean cómo tengo los nervios.

 

Sí hay sorpresa. Y qué clase de sorpresa! El fiscal le dice a Nalo: “Ubíquese en febrero del año 2014, poco después de la primera ronda de las elecciones presidenciales. ¿Llegó un día que hubo una reunión en la oficina del señor Mijango?” 

“Sí, la convocó Raúl Mijango.”

“Hablemos de esta reunión...”

Veo a los defensores. Todos con cara de sorprendidos. También el juez. Nadie en este juicio está acusado de algo que haya pasado en 2014, en la coyuntura electoral. Todas las acusaciones se enmarcan en el período entre febrero 2012, cuando la tregua fue consensuada, y mayo finales de 2013, cuando todo tipo de apoyo del Estado para este proceso fue suspendido. ¿Por qué nadie objeta? Los dos defensores más busos, que durante todo el desfile de testigos de la fiscalía interrumpieron el guion de los fiscales con una objeción tras otra, se quedan sentado, callados, como paralizados, esperando lo que viene... 

Lo que viene, me congela la sangre. Guiado por el fiscal, el testigo describe, paso por paso, la reunión que tuve con ‘el comité’ sobre su intervención en las elecciones. Lo narra muy bien. Lugar, hora, los presentes, el tema, los argumentos. ¿Por qué la fiscalía pone a su testigo a contar todo esto, que puede ser muy interesante, pero es irrelevante para comprobar los cargos contra los acusados? ¿Por qué ni el juez ni ningún defensor objeta —por irrelevancia? El testigo sigue narrando, recapitulando mis argumentos en aquella discusión tan tensa: Que fue un error de ellos haber hecho un trato con el FMLN y lo que hicieron el 2 de febrero para apoyar a este partido. Pero no le preguntan sobre lo que dije respecto a la negociación que hicieron con ARENA. Así que el testigo no relata nada de esta parte. No relata que yo les exigí suspender todo tipo de negociación con ambos partidos, que simplemente dejaran a la gente en libertad de elegir. 

Me lo podía haber imaginado, pero me agarró de sorpresa, cuando el pregunta: “¿Y cómo terminó esta discusión con el señor Paolo Luers?” – y el testigo suelta el bombazo: “Paolo nos dijo que si en la segunda vuelta apoyáramos a ARENA en vez de seguir respaldando al FMLN, el futuro gobierno de Norman Quijano iba a estar muy abierto a volver a activar la tregua.” Tiene otra vez la voz quebrada, igual que ayer, cuando inventó que Camilo entregó docenas de celulares a los internos. Todos los periodistas en la sala se voltean a verme a mí, quien estoy en la última fila. Que sabrosa noticia les regalan.

“¿Y entonces, qué pasó?” Nalo queda callado un buen rato, antes de decir que yo salí de la reunión y regresé con un maletín de deportista y les entregué 100 mil dólares por parte de ARENA para que apoyen a Norman Quijano. Incluso relata cómo repartieron el pisto entra las tres pandillas.

Ahora todos en la sala de audiencias se voltean a verme: el juez Godofredo Salazar, con cara de incrédulo; los fiscales, con caras de satisfacción; los más de 20 defensores, con caras de ‘¿qué putas está pasando?’; los acusados, sacados de onda; y sobre todo, mis colegas, los periodistas, ya imaginándose los titulares. El juez dice: “Hagamos un receso”, se levanta y desaparece. Las puertas de la sala se abren, y los camarógrafos entran en manada. Alguien de los reporteros adentro les habrá avisado lo qué estaba pasando —y que la noticia ahora soy yo. En segundos tengo el pelotón de fusilamiento de cámaras y micrófonos enfrente. Tengo que decir algo. No tengo tiempo de pensar. Así que sólo digo: “Es una mentira fabricada por la fiscalía. El testigo me acusa precisamente de lo contrario de lo que yo hice en esa reunión.” 

“¿Entonces, usted reconoce que estuvo en esa reunión?” 

“Sí, nunca lo he negado. En esta y otras, y nunca fue un secreto.” 

“¿Para qué se reunió con los pandilleros?” 

“Para convencerlos de que no hagan pactos electorales con nadie.” 

“¿De dónde provino el dinero? ¿De Arena?” 

“¿Tengo cara de mensajero? No hubo dinero.” Y me voy para afuera. No hay escape: afuera me esperan más cámaras, más preguntas. Repito mi declaración y termino: “Voy a emitir un comunicado hoy mismo.” Momento, ¿desde cuándo los periodistas emitimos comunicados? Comienzo a entender que ya no soy periodista, soy la noticia...

 

Los abogados están igual de asustados que yo. Manuel Chacón, quien defiende a Nelson Rauda, me dice: “Tené mucho cuidado. Si la fiscalía puso a su testigo a decir esto, aunque es totalmente irrelevante en este juicio, es por algo: Quieren fregarte. No pueden lanzar este bombazo y luego no proceder contra vos...” Así me dicen todos los abogados, uno tras otro. Recibo por lo menos 6 ofertas de asumir mi defensa... Uno de los abogados, el que más ha sacado de juicio a los fiscales, me dice: “No creo que irán contra vos. Es ilógico. Te hubieran incluido en este juicio sumario contra la tregua. Creo más bien que te querían neutralizar como periodista y analista. Les ha dolido lo que estás escribiendo sobre el caso.” Ojalá que tenga razón.

Voy a la casa, escribo una escueta declaración de prensa, la mando a todos los medios. Casi todos la reproducen, igual que el cuento de Nalo. Bueno, cada quien podrá decidir a quién creer...

 



El día siguiente vienen los testigos de la defensa, a quienes también los citó la misma fiscalía, que espera lograr sacarles elementos que incriminan a los acusados. Testifican Fabio Colindres, el obispo; el general Francisco Salinas, director de la PNC durante la tregua, ahora jefe del OIE; el general David Munguía Payés, ministro de Justicia y Seguridad durante la tregua, ahora nuevamente ministro de Defensa. Los fiscales presionan a Fabio a distanciarse de Raúl, incluso para incriminarlo. Para esto lo han presionado en largas entrevistas previas. No les funciona, no saben de qué madera es Fabio. Monseñor habla de la ética que lo movió a apoyar la tregua, del respeto que le tiene a Raúl y Camilo. Luego, los dos generales confirman la tesis de la defensa: facilitar la tregua fue una política del gobierno, los acusados trabajaron para ejecutarla. “¿Cuál agrupación ilícita, si los acusados actuaron bajo nuestras órdenes?”

Veo que Raúl no está bien. Lo veo deprimido. “No te preocupés, Negro, todo está saliendo bien...” 

“No es esto, estoy hecho mierda, tengo mareos, algo me pasa. Debe ser la mierda del azúcar..”


En la vista pública, con Raúl y su defensor.
Foto: El Faro

El último día, antes de que el juez dé su sentencia, entro al Centro Judicial, y abajo, en la oficina donde los acusados cada día tienen que firmar su entrada, veo a Raúl. Entro para saludarlo y veo que algo está muy mal. Está pálido y le tiemblan las manos, ni firmar puede. Le pido al encargado de esta oficina que por favor llame al juez Godofredo Salazar. Por suerte, contesta. Le explico al juez que Raúl está muy mal, que necesita ir de emergencia al hospital. Sin dudar, el juez lo autoriza. Uno de sus abogados lleva a Raúl al Hospital General del Seguro Social.

 

Termina el juicio. Todo está dicho, hasta demás. El día siguiente, esperamos el fallo. Raúl ya no ha regresado, quedó internado en el hospital. El fallo es contundente: Se absuelven todos los 18 acusados de todos los cargos. Titulo mi nota para el Diario: “FGR pierde 0 a18.”

Mientras celebramos la victoria, fiscales y agentes de la PNC entran al cuarto del hospital donde está acostado Raúl Mijango y le leen otra imputación, esta vez por presunta colaboración en un caso de extorsión. Lo dejan amarrado con esposas a las rejas de la cama hospitalaria. No se rinden, son vengativos. 

Para la fiscalía, esta historia apenas ha empezado. Perdieron una batalla, pero sigue la guerra contra el mero concepto de la tregua y del diálogo para resolver el problema de la violencia. El día siguiente, el fiscal General Douglas Meléndez critica al juez Godofredo Salazar por su sentencia de absolución en el caso tregua y anuncia que va a presentar apelación ante la Cámara. Comienzan a cuestionar la integridad de este juez en muchos de los medios de comunicación y en los comentarios de funcionarios del gobierno.  



Siguiente entrega, martes 22 abril:

Capítulo 27: La Escalón

Capítulo 28: Odisea judicial