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lunes, 27 de enero de 2014

EN LA RECTA FINAL DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES.

1- Hace cinco años la ciudadanía salvadoreña dio la campanada al elegir, por primera vez, un gobierno de signo diferente, que accedió al poder político mediante elecciones libres y democráticas, y lo ha ejercido por más de cuatro años hasta la fecha.

En diferentes momentos de nuestra historia política del siglo pasado hubo intentos por cambiar el curso de nuestra realidad, pero el grupo social predominante y sus acompañantes se encargaron de impedirlo, bien fuere mandando a asesinar un presidente, o deponiendo mediante golpes de estado a un presidente legítimamente electo o a juntas de gobierno democráticas surgidas de otros golpes de estado, las que permanecieron únicamente tres meses al frente del gobierno, o bien mediante el fraude y la imposición como ocurrió durante los años sesenta y setenta.

Excluimos de esta consideración a la junta de gobierno militar demócrata cristiana y los gobiernos llamados de “transición” pronorteamericanos de los años ochenta, incluido el de la democracia cristiana cuando ésta se encontraba en plena decadencia y era presa del virus de la corrupción galopante, dado que simplemente se encargaron de lavarle la cara a la injerencia norteamericana y al terrorismo de Estado ejecutado por la fuerza armada y los cuerpos de seguridad de la época.

2- En estas elecciones presidenciales, de conformidad con la mayoría de encuestas conocidas, se disputan el poder formal dos fuerzas políticas bien consolidadas; una de ellas con una enorme acumulación histórica de poder económico, político y social, y la otra de reciente acumulación de poder económico, una buena dosis de poder político y social, y una ascendente influencia ideológica que no obstante, contrasta con la mentalidad predominantemente conservadora de nuestros conciudadanos.

En mi caso, desde los años sesenta hasta la última elección, con el intervalo de los años ochenta en que no ejercí mi derecho al voto, siempre voté a favor de la oposición democrática representada por diferentes partidos o coaliciones de éstos, de mi simpatía o preferencia política.

En la actualidad, a una semana de los comicios, la disputa es aparentemente muy cerrada, y será hasta por la noche del 2 de febrero próximo que se sabrá a favor de quienes se definió la votación, o si se tendrá que ir a una segunda vuelta.

3- Sin embargo, a lo que me quiero referir es que cualquiera sea el partido que resulte ganador en primera o segunda vuelta, tendrá que hacerle frente a una situación económica, política y social muy difícil, con problemas agravados a lo largo de los años, los cuales se han complicado históricamente, produciendo un gran deterioro y un desorden en diferentes ámbitos de la vida nacional, ya sea en la estructura de las finanzas públicas, la educación en todos sus niveles y esferas, la utilización de los recursos naturales y el territorio nacional, los procesos de la administración del Estado, la seguridad ciudadana, la legislación de la República, el ejercicio de las profesiones universitarias, el transporte colectivo y el tránsito vehicular, el desarrollo urbanístico, etc. etc.

Para que se mantenga y desarrolle en nuestro país el sistema capitalista y por tanto una economía social de mercado como debe ser, complementada por una forma de gobierno democrática, constitucional y representativa, es importante reconocer la necesidad de implementar determinadas políticas públicas y reformas económico sociales, principalmente en las áreas de: población, tributación, inversión, trabajo, seguridad pública, educación, salud, vivienda, producción agrícola e industrial, comercio y servicios, conservación del medio ambiente, previsión (pensiones) y administración pública, por lo menos, para tratar de reducir significativamente la brecha de la inequidad social que existe en El Salvador.

4- Está visto que cualquiera que sea el sistema económico social imperante, capitalista o socialista, mientras mayor sea la diferencia entre quienes detentan el poder y aquellos que se encuentran en los escalones más bajos de la sociedad, se abona el camino de la confrontación, con consecuencias muy dolorosas y costosas.

En la historia reciente de El Salvador encontramos abundantes argumentos a favor de este planteamiento, lo que condujo a una guerra civil que duró más de una década. Ya lo decía Carl von Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios, como cuando se nos cierran todas la vías políticas democráticas y no nos queda opción; sin embargo, en esta campaña electoral pareciera que la política en El Salvador es la continuación de la guerra por otros medios, en nuestro caso, por diferentes medios de comunicación tales como la prensa, radio, televisión, mobiliario urbano e internet.

5- Volviendo al principio de esta nota, ya sea que gane el FMLN o que gane ARENA, las cartas están sobre la mesa y deberían pensarlo bien antes de desatender la agenda de interés nacional que he tratado de resumir más arriba. En estas dos fuerzas políticas encontramos algunos patrocinadores y dirigentes que podrían tener más interés particular que preocupación por los intereses nacionales, y que intentarán hacer valer aquel interés aprovechándose de los negocios que permite la ejecución presupuestaria estatal o de las prebendas y favores asociados a la posición política que ocupen.

Por ello es que pesan tanto en esta contienda electoral los errores cometidos durante los veinte años anteriores a este ejercicio gubernamental, así como los propios de estos últimos cuatro años y medio, en los que personeros de ambos partidos no han podido evitar caer en las tentaciones antes mencionadas.

Así las cosas, esperemos los resultados del domingo 2 de febrero para adentrarnos en estas y otras consideraciones, y especialmente para tratar de advertir qué tan capaces son estas dos fuerzas políticas de hacer suyas las reformas necesarias al interior del sistema económico, político y social de El Salvador, unos para reconvertirse y permanecer, y otros para modernizarse y reconstruirse, y en todo caso para hacer avanzar al país.

Veremos qué nos depara la Historia.
San Salvador, 26 de enero de 2014

viernes, 6 de enero de 2012

SEXTA COLUMNA: “ENTRE GITANOS NO NOS LEEMOS LAS MANOS”. A LA MEMORIA DE HÉCTOR SILVA.

José Francisco Marroquín, San Salvador, El Salvador, 31 de diciembre de 2011.

Han concluido las honras fúnebres dedicadas a Héctor Silva. Desde su repentina muerte hasta la fecha mucho se ha dicho y escrito para honrar su memoria de hombre de bien en muchos sentidos, siendo uno de ellos el de funcionario público que abogaba por la credibilidad para el gobierno actual mediante el ejercicio de la administración pública con honestidad, con honradez. Héctor era médico, político y administrador social y conjugó esas tres condiciones durante su vida con bastante consistencia.

La frase que seleccioné para titular esta columna, era una de sus preferidas en determinadas circunstancias. Debió haberla pronunciado muchas veces durante las árduas discusiones que eran sostenidas entre las organizaciones democráticas y las organizaciones revolucionarias, confrontadas ambas con el gobierno militar demócrata cristiano sostenido por el gobierno estadounidense, hace poco más de treinta años, cuando se trataba de distribuir los fondos que provenían de la solidaridad internacional, o bien de asumir alguna posición o misión importante, y alguno de los interlocutores se quería pasar de listo o abusar de la confianza del resto.

Debe recordarse que Héctor formó parte de la primera comisión que realizó una gira internacional emprendida por las organizaciones de oposición en 1980, integrada también por Enrique Álvarez Córdova (†), Rafael Menjívar Larín (†), José Napoleón Rodríguez Ruiz, Juan Chacón (†), Luis Buitrago, Farid Handal (†) y otros que no recuerdo, para obtener la solidaridad de los pueblos latinoamericanos, estadounidense, canadiense y europeos con la lucha del pueblo salvadoreño por la democratización del país.

Me voy a referir en esta nota a varias iniciativas que evidencian el grado y la calidad del compromiso que asumió Héctor en determinados momentos.

Pero volviendo brevemente a lo anecdótico, ¿cuál era el fondo de su famosa frase: “entre gitanos no nos leemos las manos”? Probablemente, que en el ámbito salvadoreño –desde siempre- nos conocemos casi todos y que tarde o temprano nos daremos cuenta de nuestras motivaciones positivas o negativas, lo que podría extenderse al espacio centroamericano por lo menos. Quiere decir que no tratemos de engañarnos porque no tardaremos en conocer la verdad. No nos preguntemos cómo, pero de alguna manera se llega a saber el trasfondo verdadero de algunas acciones, particularmente cuando pronunciando frases altruistas se esconden propósitos egoístas, o cuando hablando de la transparencia se enmascara la corrupción, o cuando detrás de prédicas sobre excelencia académica, la salvación eterna o el patriotismo se ocultan ilusiones, puros negocios o intereses creados.

Realmente, en el contexto del conflicto armado interno que tuvo lugar en nuestro país por más de una década, atizado por fraudes electorales en los años 70 y derramamientos de sangre como los de 1980, las organizaciones llamadas democráticas se encontraban en franca desventaja respecto de las denominadas revolucionarias, en cuanto a la cantidad y amplitud de sus estructuras al interior del país o al exterior de éste. Sin embargo, las organizaciones democráticas poseían una significativa fortaleza basada en su prestigio y sus relaciones internacionales, de las cuales provenía una buena parte del apoyo político, diplomático, material y financiero para sostener la guerra contra el gobierno de turno y su poderosísimo aliado. Las organizaciones democráticas poseían credibilidad y ese fue uno de sus aportes al movimiento.

Efectivamente, las principales organizaciones políticas democráticas que conformaron el Frente Democrático Revolucionario original (MPSC y MNR) no recurrieron nunca, dada su naturaleza, a acciones de hecho o armadas para obtener financiamiento y sufragar sus actividades políticas.

Fue en esas circunstancias que surgieron diferentes entidades encargadas de solicitar y administrar las donaciones de fondos para sostener el cabildeo (lobbyng) internacional, la propaganda, así como las acciones en el plano político diplomático. Dicho trabajo abarcó, en doble sentido, gobiernos, partidos políticos, instituciones nacionales extranjeras, entidades multinacionales, fundaciones, sindicatos; agrupaciones de partidos, juventudes y mujeres, especialmente de filiación socialdemócrata y socialcristiana, pero también liberaldemócratas; movimientos de ecologistas y de religiosos luteranos, católicos romanos, anglicanos o episcopales, etc.

Espero que no me falle la memoria, pero Héctor junto a Farid y otros compañeros fundaron una entidad llamada más o menos así: Desarrollo de Áreas de Desplazados – Proyectos de Autogestión Zonal, cuyas siglas DAD-PAZ cobran vigencia actualmente y particularmente durante las festividades de fin de año. Mediante esta iniciativa puso en práctica su sentido de solidaridad con cientos o quizá miles de desplazados y refugiados salvadoreños, quienes huyendo del terror se refugiaban en otros sitios de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica principalmente.

La calidad humana de la persona ahora fallecida también se manifestó en su preocupación por la aplicación y el respeto a las normas del Derecho Internacional Humanitario, por parte de las fuerzas enfrentadas en el conflicto armado interno salvadoreño. En efecto, me parece que en ese estudio y la consecuente gestión ante el respectivo organismo de Naciones Unidas en Ginebra, le acompañaron los doctores Fabio Castillo Figueroa y Héctor Oquelí Colindres (†), a fin de lograr mediante la respectiva presión política que, tanto las tropas y mandos del ejército como los comandos guerrilleros, respetaran las vidas de civiles desarmados y de heridos en combate, quienes tenían derecho a la protección y a la asistencia médica humanitaria, por entidades oficiales y no gubernamentales.

Posteriormente se puso al servicio de la sociedad salvadoreña bien fuere como diputado por la Convergencia Democrática o como promotor de servicios de salud a través de la Fundación Maquilishuat. Pero lo que le hizo más notable ante el conglomerado de San Salvador, fue haber competido por la Alcaldía de esta ciudad promovido por la Iniciativa Ciudadana, propuesto por ésta ante diversos partidos y agrupaciones y finalmente respaldado por varias de ellas, lo que se evidenciaba en la composición pluralista de su Concejo Municipal. La Administración Municipal de Héctor Silva, por más que se diga, ha sido la mejor junto con la Alcaldía dirigida por el Ing. José Napoleón Duarte (†), y tuvo como su principal y gratuito detractor al actual Alcalde Municipal de la ciudad capital. Baste mencionar la descentralización administrativa, la construcción del primer relleno sanitario del país, la recuperación de plazas y parques emblemáticos con el apoyo de diversas empresas privadas, el reordenamiento de ventas en las calles y en los mercados municipales, la actualización razonable mediante negociaciones directas de las tarifas de arbitrios y tasas municipales, y sobre todo, la rendición de cuentas y el presupuesto participativo, como los avances más importantes para beneficio de la ciudadanía.

En dos períodos se transformó San Salvador, que pasó a ser Mejor con Héctor Silva Alcalde. Sus logros no fueron sostenidos adecuadamente por las administraciones que le siguieron, pero él se fijó una nueva meta, en la que desafortunadamente le falló la lectura de manos, al afiliarse al FMLN para optar por la candidatura presidencial, sin evaluar en profundidad que los sectores más radicales de este partido no se identificarían nunca con él, ni con sus principios socialcristianos. Era bueno para Alcalde, aunque cada vez con más reservas, pero no lo era para Presidente, según esos sectores. Después vendría la candidatura presidencial por una coalición muy débil y lo demás es historia conocida, pues también fracasó en ese empeño la candidatura del principal líder del FMLN.

Esa percepción de Héctor y la frase que la ilustra ha recuperado vigencia en la actualidad. En el último zipizape que enfrentó al gobierno con los gremios de empresarios, probablemente su preocupación iba por el rumbo de la credibilidad de las instituciones del Estado, desde la Presidencia de la República, pasando por la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia, Fiscalía, Procuradurías, Ministerios, Alcaldías y Gobernaciones, Instituciones Autónomas como la que él presidía, hasta el último puesto de Policía, Salud o Educación, dado que la credibilidad solamente se logra con honestidad, decencia, responsabilidad e información clara y oportuna demostradas día a día, en todas las dependencias, independientemente de su nivel en la escala del aparato estatal.

Y es que lo que ahora se denomina transparencia no es privativa del sector público, sino que comprende también al sector privado en su conjunto, abarcando tanto a comerciantes individuales, sociedades y empresas mercantiles, como a organizaciones no gubernamentales sin fines aparentes de lucro pero con diferentes mecanismos alternativos de beneficio. Dentro de estas últimas se ubican asociaciones, fundaciones y corporaciones, sindicatos, cooperativas, etc.,

Se trata de que aquellas y estas entidades privadas tengan como primera responsabilidad social la de contribuir a sostener el funcionamiento del Estado a su servicio, en proporción a sus ingresos o beneficios que, sin lugar a dudas, han sido socialmente generados, y que como contrapartida, los encargados de administrar el aparato gubernamental y los asuntos del Estado, cumplan con sus deberes haciendo realidad la racionalidad y la austeridad en las finanzas públicas.

Ese es el aspecto esencial a considerar dentro del sistema económico en que se desarrolla El Salvador, asumir el compromiso de contribuir de acuerdo a las capacidades de cada quien para que la riqueza generada por la sociedad salvadoreña beneficie a toda su población, con justicia y solidaridad, y que dicha contribución, bien administrada por funcionarios y empleados ejemplares, se traduzca en desarrollo, democracia y paz.

Así mi modesto homenaje a la memoria de Héctor Silva, el amigo a quien recordaré con reconocimiento mientras me sea posible. Que el año que está comenzando sea mejor para la población salvadoreña en todo aspecto, son mis deseos.

domingo, 1 de enero de 2012

SEXTA COLUMNA: ENTRE GITANOS NO NOS LEEMOS LAS MANOS. A LA MEMORIA DE HÉCTOR SILVA.

Han concluido las honras fúnebres dedicadas a Héctor Silva. Desde su repentina muerte hasta la fecha mucho se ha dicho y escrito para honrar su memoria de hombre de bien en muchos sentidos, siendo uno de ellos el de funcionario público que abogaba por la credibilidad para el gobierno actual mediante el ejercicio de la administración pública con honestidad, con honradez. Héctor era médico, político y administrador social y conjugó esas tres condiciones durante su vida con bastante consistencia.

La frase que seleccioné para titular esta columna, era una de sus preferidas en determinadas circunstancias. Debió haberla pronunciado muchas veces durante las árduas discusiones que eran sostenidas entre las organizaciones democráticas y las organizaciones revolucionarias, confrontadas ambas con el gobierno militar demócrata cristiano sostenido por el gobierno estadounidense, hace poco más de treinta años, cuando se trataba de distribuir los fondos que provenían de la solidaridad internacional, o bien de asumir alguna posición o misión importante, y alguno de los interlocutores se quería pasar de listo o abusar de la confianza del resto.

Debe recordarse que Héctor formó parte de la primera comisión que realizó una gira internacional emprendida por las organizaciones de oposición en 1980, integrada también por Enrique Álvarez Córdova (†), Rafael Menjívar Larín (†), José Napoleón Rodríguez Ruiz, Juan Chacón (†), Luis Buitrago, Farid Handal (†) y otros que no recuerdo, para obtener la solidaridad de los pueblos latinoamericanos, estadounidense, canadiense y europeos con la lucha del pueblo salvadoreño por la democratización del país.

Me voy a referir en esta nota a varias iniciativas que evidencian el grado y la calidad del compromiso que asumió Héctor en determinados momentos.

Pero volviendo brevemente a lo anecdótico, ¿cuál era el fondo de su famosa frase: “entre gitanos no nos leemos las manos”? Probablemente, que en el ámbito salvadoreño –desde siempre- nos conocemos casi todos y que tarde o temprano nos daremos cuenta de nuestras motivaciones positivas o negativas, lo que podría extenderse al espacio centroamericano por lo menos. Quiere decir que no tratemos de engañarnos porque no tardaremos en conocer la verdad. No nos preguntemos cómo, pero de alguna manera se llega a saber el trasfondo verdadero de algunas acciones, particularmente cuando pronunciando frases altruistas se esconden propósitos egoístas, o cuando hablando de la transparencia se enmascara la corrupción, o cuando detrás de prédicas sobre excelencia académica, la salvación eterna o el patriotismo se ocultan ilusiones, puros negocios o intereses creados.

Realmente, en el contexto del conflicto armado interno que tuvo lugar en nuestro país por más de una década, atizado por fraudes electorales en los años 70 y derramamientos de sangre como los de 1980, las organizaciones llamadas democráticas se encontraban en franca desventaja respecto de las denominadas revolucionarias, en cuanto a la cantidad y amplitud de sus estructuras al interior del país o al exterior de éste. Sin embargo, las organizaciones democráticas poseían una significativa fortaleza basada en su prestigio y sus relaciones internacionales, de las cuales provenía una buena parte del apoyo político, diplomático, material y financiero para sostener la guerra contra el gobierno de turno y su poderosísimo aliado. Las organizaciones democráticas poseían credibilidad y ese fue uno de sus aportes al movimiento.

Efectivamente, las principales organizaciones políticas democráticas que conformaron el Frente Democrático Revolucionario original (MPSC y MNR) no recurrieron nunca, dada su naturaleza, a acciones de hecho o armadas para obtener financiamiento y sufragar sus actividades políticas.

Fue en esas circunstancias que surgieron diferentes entidades encargadas de solicitar y administrar las donaciones de fondos para sostener el cabildeo (lobbyng) internacional, la propaganda, así como las acciones en el plano político diplomático. Dicho trabajo abarcó, en doble sentido, gobiernos, partidos políticos, instituciones nacionales extranjeras, entidades multinacionales, fundaciones, sindicatos; agrupaciones de partidos, juventudes y mujeres, especialmente de filiación socialdemócrata y socialcristiana, pero también liberaldemócratas; movimientos de ecologistas y de religiosos luteranos, católicos romanos, anglicanos o episcopales, etc.

Espero que no me falle la memoria, pero Héctor junto a Farid y otros compañeros fundaron una entidad llamada más o menos así: Desarrollo de Áreas de Desplazados – Proyectos de Autogestión Zonal, cuyas siglas DAD-PAZ cobran vigencia actualmente y particularmente durante las festividades de fin de año. Mediante esta iniciativa puso en práctica su sentido de solidaridad con cientos o quizá miles de desplazados y refugiados salvadoreños, quienes huyendo del terror se refugiaban en otros sitios de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica principalmente.

La calidad humana de la persona ahora fallecida también se manifestó en su preocupación por la aplicación y el respeto a las normas del Derecho Internacional Humanitario, por parte de las fuerzas enfrentadas en el conflicto armado interno salvadoreño. En efecto, me parece que en ese estudio y la consecuente gestión ante el respectivo organismo de Naciones Unidas en Ginebra, le acompañaron los doctores Fabio Castillo Figueroa y Héctor Oquelí Colindres (†), a fin de lograr mediante la respectiva presión política que, tanto las tropas y mandos del ejército como los comandos guerrilleros, respetaran las vidas de civiles desarmados y de heridos en combate, quienes tenían derecho a la protección y a la asistencia médica humanitaria, por entidades oficiales y no gubernamentales.

Posteriormente se puso al servicio de la sociedad salvadoreña bien fuere como diputado por la Convergencia Democrática o como promotor de servicios de salud a través de la Fundación Maquilishuat. Pero lo que le hizo más notable ante el conglomerado de San Salvador, fue haber competido por la Alcaldía de esta ciudad promovido por la Iniciativa Ciudadana, propuesto por ésta ante diversos partidos y agrupaciones y finalmente respaldado por varias de ellas, lo que se evidenciaba en la composición pluralista de su Concejo Municipal. La Administración Municipal de Héctor Silva, por más que se diga, ha sido la mejor junto con la Alcaldía dirigida por el Ing. José Napoleón Duarte (†), y tuvo como su principal y gratuito detractor al actual Alcalde Municipal de la ciudad capital. Baste mencionar la descentralización administrativa, la construcción del primer relleno sanitario del país, la recuperación de plazas y parques emblemáticos con el apoyo de diversas empresas privadas, el reordenamiento de ventas en las calles y en los mercados municipales, la actualización razonable mediante negociaciones directas de las tarifas de arbitrios y tasas municipales, y sobre todo, la rendición de cuentas y el presupuesto participativo, como los avances más importantes para beneficio de la ciudadanía.

En dos períodos se transformó San Salvador, que pasó a ser Mejor con Héctor Silva Alcalde. Sus logros no fueron sostenidos adecuadamente por las administraciones que le siguieron, pero él se fijó una nueva meta, en la que desafortunadamente le falló la lectura de manos, al afiliarse al FMLN para optar por la candidatura presidencial, sin evaluar en profundidad que los sectores más radicales de este partido no se identificarían nunca con él, ni con sus principios socialcristianos. Era bueno para Alcalde, aunque cada vez con más reservas, pero no lo era para Presidente, según esos sectores. Después vendría la candidatura presidencial por una coalición muy débil y lo demás es historia conocida, pues también fracasó en ese empeño la candidatura del principal líder del FMLN.

Esa percepción de Héctor y la frase que la ilustra ha recuperado vigencia en la actualidad. En el último zipizape que enfrentó al gobierno con los gremios de empresarios, probablemente su preocupación iba por el rumbo de la credibilidad de las instituciones del Estado, desde la Presidencia de la República, pasando por la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia, Fiscalía, Procuradurías, Ministerios, Alcaldías y Gobernaciones, Instituciones Autónomas como la que él presidía, hasta el último puesto de Policía, Salud o Educación, dado que la credibilidad solamente se logra con honestidad, decencia, responsabilidad e información clara y oportuna demostradas día a día, en todas las dependencias, independientemente de su nivel en la escala del aparato estatal.

Y es que lo que ahora se denomina transparencia no es privativa del sector público, sino que comprende también al sector privado en su conjunto, abarcando tanto a comerciantes individuales, sociedades y empresas mercantiles, como a organizaciones no gubernamentales sin fines aparentes de lucro pero con diferentes mecanismos alternativos de beneficio. Dentro de estas últimas se ubican asociaciones, fundaciones y corporaciones, sindicatos, cooperativas, etc.,

Se trata de que aquellas y estas entidades privadas tengan como primera responsabilidad social la de contribuir a sostener el funcionamiento del Estado a su servicio, en proporción a sus ingresos o beneficios que, sin lugar a dudas, han sido socialmente generados, y que como contrapartida, los encargados de administrar el aparato gubernamental y los asuntos del Estado, cumplan con sus deberes haciendo realidad la racionalidad y la austeridad en las finanzas públicas.

Ese es el aspecto esencial a considerar dentro del sistema económico en que se desarrolla El Salvador, asumir el compromiso de contribuir de acuerdo a las capacidades de cada quien para que la riqueza generada por la sociedad salvadoreña beneficie a toda su población, con justicia y solidaridad, y que dicha contribución, bien administrada por funcionarios y empleados ejemplares, se traduzca en desarrollo, democracia y paz.

Así mi modesto homenaje a la memoria de Héctor Silva, el amigo a quien recordaré con reconocimiento mientras me sea posible. Que el año que está comenzando sea mejor para la población salvadoreña en todo aspecto, son mis deseos.

miércoles, 16 de marzo de 2011

SEXTA COLUMNA: EL SALVADOR O EL REINO DE LO IRRACIONAL (I)

Cuando los salvadoreños observamos lo que sucede alrededor nuestro, transitamos por las calles de ciudades del área metropolitana o del interior del país, leemos los periódicos de circulación nacional, vemos los programas de noticias de la televisión local, o bien escuchamos los noticieros a través de las radioemisoras capitalinas, podemos darnos cuenta del desorden en que vivimos y al cual nos hemos acostumbrado.

Efectivamente, hemos acumulado un gran desorden. La Lic. Sandra de Barraza escribió hace varios años una muy buena nota periodística que se titulaba, si mal no recuerdo, “Un basurero superpoblado”, en la que comentaba la desagradable impresión que le habían causado ciertas localidades de nuestro país, a una persona extranjera que se encontraba de viaje por estas latitudes. Es probable que lo anterior nos parezca excesivo o un comentario exagerado, pero se trataba de una impresión que a veces tenemos nosotros mismos. Aquella frase era la respuesta de esa persona a la posible pregunta ¿Qué le parece o qué le pareció El Salvador? La Lic. de Barraza ya antes había escrito diversos comentarios sobre el reguero de desechos de plástico que se ve en las orillas de diversas carreteras del país.

Pero hay más, también están las ventas de agua de coco, frutas, bebidas o accesorios para automóviles, y los desechos correspondientes, colocadas casi encima (en el “hombro”) de las carreteras, sin respetar el derecho procedente, por ejemplo en la carretera de oro, en la nueva carretera hacia Apopa – Soyapango, o bien del Aeropuerto hacia San Salvador.

En calles y avenidas de zonas consideradas todavía como residenciales de nuestra ciudad capital proliferan negocios de tapicería, talleres de reparación de llantas, pintura automotriz, soldadura, esmerilado, y mucha, mucha gente que invaden las aceras e incluso la vía pública, por ejemplo casi al principio y casi al final del llamado Boulevard Constitución. Los vendedores informales se han establecido en o se han tomado muchas intersecciones de calles y avenidas de la ciudad capital y cuanto espacio va quedando en la proximidad de paradas de buses, autorizadas o no.

En esta línea de pensamiento, pero profundizando un poco más, escribió hace poco un comentario el Ing. Ricardo Ayala Kreutz en el Blog de Don Ernesto Rivas Gallont. Se trataba de hacer referencia a “la perversidad del actual sistema de transporte colectivo” de nuestro país. Administrar este servicio (que no industria), es una facultad del Estado salvadoreño; sin embargo, éste no ha intervenido como debería para ordenar y racionalizar este importante servicio. La reciente medida emprendida por el Gobierno a través del Vice Ministerio de Transporte, consistente en regular la circulación vehicular en el Centro Histórico de San Salvador, retirando centenares de autobuses de esa área, es sin lugar a duda, muy conveniente y adecuada. Ojalá que, en efecto sea el primer paso, como se ha dicho.

Más recientemente, y en un aspecto que es definitivamente estratégico como se puede apreciar en la actualidad mundial, el Dr. Francisco Serrano escribió una nota en un matutino local, titulada más o menos como sigue: “Exportemos mugidos de vaca”. A pesar de su título aparentemente extraño y hasta sarcástico, la nota llama la atención sobre lo relativo al tema de la Energía en nuestro país. Me pregunto si el Lic. Franzi (Hato) Hasbún tendrá la Energía en su lista de asuntos estratégicos, junto con el tema de Hidrocarburos.

El Dr. Serrano, se pregunta por qué en El Salvador no se adopta la Turbococina para prescindir lo más que se pueda de la raja de leña, el gas licuado de petróleo y la electricidad para usos domésticos y comerciales en todo el país. El mencionado científico analiza el grado de eficiencia alcanzado en la combustión de pequeños trozos de madera u otros combustibles orgánicos mediante este dispositivo tecnológico desarrollado aquí, en El Salvador. El Ing. René Núñez Suárez, si mal no recuerdo, desarrolló esta innovación y en ese empeño invirtió mucho capital y por ello lo ha patentado como es debido. Tuvo un merecido reconocimiento internacional. No obstante lo anterior, en El Salvador aun no se reconoce su esfuerzo. Tal como se le describe, con el uso de la turbococina, la generación de calor se optimiza y la emanación de contaminantes se reduce muchísimo, con el consiguiente beneficio ambiental, humano, y económico, entre otros.

Según el Diccionario de la Lengua Española, vigésima segunda edición, lo racional es aquello que está conforme a la razón, e irracional es lo que carece de razón o que se opone a ésta.

De acuerdo con lo anterior, es irracional que en El Salvador se permita el uso de tanto plástico y que no haya una política de administración de desechos sólidos obligatoria en todo el territorio nacional; agregado a lo anterior, es irracional que no tengamos una política de población, desarrollo humano y urbanismo que nos permita distribuirnos mejor y crecer, demográficamente hablando, sin los extremos de hacinamiento y deterioro familiar que ahora presenciamos. También es irracional la anarquía para poner ventas en cualquier parte, especialmente en espacios públicos.

Es contra la razón que tengamos el servicio de transporte colectivo tan desorganizado como hasta ahora; que sea tan desconsiderado con los mismos motoristas, los pasajeros, los transeúntes y demás automovilistas; una actividad muy contaminante y peligroso en varios sentidos. Es necesario continuar con las medidas que se han iniciado, hasta que podamos hablar del Servicio de Transporte Público, pero de verdad.

Se opone a la razón el desinterés que se denuncia sobre el aprovechamiento de la turbococina, cuando muchos pensábamos que el Gobierno nuevo sí le tomaría en cuenta a través de varios ministerios. Solamente el Ministerio de Educación ha demostrado algún interés según lo consigna el articulista mencionado.

El colmo de la irracionalidad lo tenemos en “la perla” de declarar libre de todo cargo al cerebro financiero de la defraudación al Estado salvadoreño en una de sus principales instituciones autónomas. ¡El mensaje que se transmite a la población es clarísimo: robar es válido porque aquí no hay racionalidad jurídica!

lunes, 7 de marzo de 2011

SEXTA COLUMNA: DR. GUILLERMO MANUEL UNGO, IN MEMORIAM.

Cuando un ser humano muere, lo que nos queda a sus congéneres es el recuerdo, y en la medida en que la trayectoria de aquella persona haya sido significativa para los demás, así será la memoria que de ella tengamos.

A veinte años de su muerte y a cerca de veinticuatro años de haber conversado con él por última vez, deseo manifestar en principio que por mi parte, el Dr. Ungo será recordado, cuándo y dónde corresponda, con respeto y reconocimiento.

La semblanza que presento a continuación está hecha desde la perspectiva de un compañero de Partido, desde el interior de la organización misma, en la que tuvimos el privilegio de compartir acciones, pero también de discutir, debatir, confrontar (en la correcta acepción del término) y acordar propuestas para impulsarlas como conjunto, como Partido.

Espero en esta memoria, no faltar a la verdad.

I.- La figura política fallecida en 1991.

Tengo entendido que al momento de su muerte, el Dr. Guillermo Manuel Ungo Revelo fungía como Secretario General del Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, y que en ese entonces el MNR formaba parte de la coalición de partidos llamada Convergencia Democrática, entidad participante en el ámbito electoral salvadoreño. Lo anterior significa que estuvo al frente de su partido por más de veinte años.

En el transcurso de esos años el Dr. Ungo fue, además, candidato a la Vice Presidencia de la República por la Unión Nacional Opositora (UNO), Delegado ante el Foro Popular (FP), Directivo de la Internacional Socialista para América Latina (IS-AL), Miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno de la República de El Salvador (JRG), Directivo de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), Presidente del Frente Democrático Revolucionario (FDR), Miembro de la Comisión Político Diplomática (CPD) de la Alianza FDR/FMLN, entre otros.

En esas titularidades se destacó por sus funciones como promotor de iniciativas políticas, participante en la redacción de numerosos documentos partidarios y unitarios, conductor de equipos de trabajo, gobernante, ponente en diversos foros nacionales e internacionales, concurrente ante eventos de diversa naturaleza, vocero de estructuras unitarias y partidarias ante medios de prensa nacionales y extranjeros y, principalmente, como interlocutor legítimo y calificado ante gobernantes y dirigentes de muchos países a escala mundial.

Es probable que entre todas aquellas responsabilidades, hayan sido, primero, su participación como Miembro elegido por el Foro Popular (una amplia concertación de fuerzas sociales y políticas), en la Junta de Gobierno que intentó democratizar el país a raíz del Golpe de Estado que jóvenes militares impulsaron en octubre de 1979; y segundo, su nombramiento de Presidente del FDR como derivación del asesinato del Ing. Enrique Álvarez Córdova perpetrado por un escuadrón de la muerte en noviembre de 1980, las dos tareas más delicadas que le tocó asumir. En ambos casos, el Dr. Ungo demostró su entereza moral y ciudadana para resistir las presiones y amenazas que recibía de diversos lados, y salir adelante con dignidad y claridad de propósitos.

Esa era la talla de la personalidad que ahora recordamos; la de un individuo con una gran vocación política.

En la antigua Grecia se entendía al ser humano como un zoom politikom, como animal político, inmerso y partícipe en la Política por su propia naturaleza. Pues bien, al interior del MNR de la década de los setenta y los ochenta, un grupo de compañeros le admirábamos ese tipo de actitud, su capacidad para captar el momento político, para comprender lo complejo de los contextos sociales y las relaciones de poder, y su sentido de anticipación con respecto de los procesos políticos.

El anticomunismo como política e ideología predominante en El Salvador durante muchos años del siglo anterior, mediante el cual eran tildados de comunistas por igual, los liberales demócratas, los demócrata cristianos, socialdemócratas y socialistas, críticos de los gobiernos de turno militares o civiles; críticos de las estructuras de poder oligárquicas y del intervencionismo de los gobiernos estadounidenses, y que podía tener como consecuencia la pérdida de la vida en cualquier momento; dicho anticomunismo lo obligó junto con su familia a marchar al exilio, habiendo recibido demostraciones de solidaridad de varios gobiernos y partidos afines, particularmente del Gobierno de la República de Panamá, país donde se radicó. Ello le impidió asistir a las exequias de su madre en El Salvador, pues el gobierno militar demócrata cristiano no le garantizaba su integridad física.

II.- El universitario, el jurista, el académico de las ciencias políticas y sociales.

El joven Bachiller del Liceo Salvadoreño realizó estudios en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, habiéndose graduado como Doctor en dicha especialidad. También hizo estudios técnicos en el área de las Artes Gráficas en una Universidad de los Estados Unidos de América; de ahí su dominio del idioma Inglés.

Durante su estadía en la Universidad de El Salvador, en su calidad de estudiante formó parte de Acción Católica Universitaria Salvadoreña (ACUS), y como jurista se le vio formando parte del equipo de Secretarios de la Rectoría de la Universidad, que entonces era encabezada por el Dr. Fabio Castillo Figueroa. Fue autorizado como Abogado y Notario por la Corte Suprema de Justicia de la República de El Salvador, habiendo ejercido su profesión en un prestigioso Bufete de Abogados, y también se incorporó como Docente en la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador.

Lo anterior es una evidencia del grado de compromiso que asumió, pues bien podría haberse quedado en el ejercicio pleno de su profesión, sin mayores complicaciones, en la comodidad de su propio despacho; sin embargo, prefirió el servicio público en la Universidad y posteriormente en el seno de la ciudadanía salvadoreña.

Como a finales de los sesenta existían únicamente dos universidades en nuestro país, el Dr. Ungo fue proclive a la aproximación que se fue dando paulatinamente entre la Universidad de El Salvador y la Universidad Centroamericana de El Salvador, José Simeón Cañas.

En ese mismo período y a principios de los setenta del siglo anterior, la Universidad se sumergió en una intensa actividad política interna y movilización estudiantil, que condujo a la demanda de renuncia de sus cargos en contra de varios Decanos. Solidario con el Decano de la Facultad de Derecho, renunció a su cátedra junto con un buen número de profesores. La Universidad fue desestabilizada de tal manera que la intervención militar de junio de 1972 la encontró profundamente dividida y no pudo reaccionar ante el cierre de sus instalaciones que se prolongó por mucho tiempo. Este fue un golpe estratégico en contra del pensamiento y el desarrollo de la ciencia y la técnica en nuestro país.

En tales circunstancias, el Dr. Ungo se incorporó a la UCA, en la cual tuvo el cargo de Director de Investigaciones. En esta Universidad colaboró estrechamente con varios Rectores y Directores en el desarrollo académico y científico, especialmente en las áreas de la filosofía, la sociología y la ciencia política.

No era extraño escucharle discutir las hipótesis o tesis de reconocidos politólogos o sociólogos de América Latina, los Estados Unidos de América o Europa, así como el estado del debate sobre la transición a tal o cual sistema económico, político o social, la relación entre lo jurídico y lo político, el rol del Estado, las clases sociales o las formas de gobierno. Los autores que tenían más presencia en aquellos momentos eran objeto de su atención e interés académico, y gustaba confrontar sobre sus proposiciones con los demás profesores de los Estares “C” y “A” de aquella prestigiosa Universidad.

A pesar de su entrañable amistad con la mayoría de los Directores de la UCA, criticaba, constructivamente, el exceso de confianza que aquellas autoridades jesuitas y no jesuitas depositaban “en el poder del verbo” para transformar las condiciones de nuestra sociedad. Su experiencia le indicaba que eso era importante, pero que hacía falta algo más para intervenir con eficacia en semejante realidad de opresión y exclusión.

Tenía una sólida cultura general, fruto de la lectura de las principales obras de reconocidos escritores. Era dado a la apreciación del teatro, el cine, la música y la danza, entre otras. Gustaba de la pintura y estaba al tanto de otras manifestaciones culturales relativas a las formas de vida de diversas sociedades del pasado y el presente, y por ello sus análisis o simples conversaciones eran casi siempre matizados con alguna referencia cultural.

III.- El practicante de las ideas y corrientes políticas e ideológicas.

Si bien es cierto que su Partido, el MNR, fue fundado bajo inspiración liberal demócrata, con influencia de las corrientes políticas latinoamericanistas predominantes en nuestro continente antes y después de mediados del siglo XX (el nacionalismo revolucionario), las cuales reivindicaban y privilegiaban los intereses nacionales por sobre los intereses extranjeros y los de las oligarquías locales aliadas; bajo su dirección, se produjo al interior del Partido una intensa discusión de varios años de duración, tendiente a definir mejor su identidad política.

Sin abandonar aquella rica herencia histórica, que proclamaba el rechazo al intento de convertirnos en nuevas colonias de potencias extranjeras y negarnos nuestros derechos fundamentales como sociedades, el Partido procuró hacer acopio de nuevas ideas, recibiendo en su seno a un importante grupo de personas que provenían de la Federación Socialista Democrática (FSD) de la Universidad de El Salvador de los años sesenta.

Antes de ello es justo consignar que el Dr. Ungo provenía de las filas de una organización estudiantil cristiana católica romana, que muchos de sus compañeros habían optado por la democracia cristiana como ideología y que su padre también era fundador de la democracia cristiana en El Salvador. Esas influencias y una Facultad de Derecho de corte marcadamente liberal, habrían de repercutir en una mentalidad que tendía a defender principios tales como la libertad, el pluralismo, la igualdad y la fraternidad como sustentos de la democracia y adversos a toda clase de dictadura.

Acostumbrado a la discusión y manejando la lógica, la sociología y la política con magistralidad y un tanto de paciencia con nosotros, el Dr. Ungo supo conducir la discusión en los organismos de dirección partidaria, de tal manera que el MNR fue avanzando del nacionalismo revolucionario a la democracia revolucionaria, es decir, hacia la democracia social, incluso hasta el socialismo democrático, pero no más allá.

Todo ello le implicó muchas horas de estudio y la consulta de diversos autores, así como el intercambio con sus alumnos en la cátedra, en muchos seminarios y talleres con sus compañeros de partido, y con dirigentes partidarios y científicos sociales de América y Europa.

IV.- El político, el dirigente partidario.

El Dr. Guillermo Manuel Ungo Revelo, fue durante más de veinte años, Secretario General del Movimiento Nacional Revolucionario, M. N. R., de El Salvador. Compartimos con él la pertenencia a ese partido político, desde 1972 hasta 1987 aproximadamente. Durante ese lapso formamos parte de muchas Comisiones de trabajo, del Comité Ejecutivo Nacional y de la Comisión Política del Partido. Compartimos asimismo, la Representación partidaria en el exterior, cuando las condiciones nos relegaron al exilio por más de diez años.

Durante todo ese tiempo, se pueden advertir varios momentos que contaron con su valiosa participación: 1) el trabajo en la Unión Nacional Opositora (UNO) hasta el fraude electoral y la imposición de 1977; 2) la conformación del Foro Popular en 1978; 3) la Junta de Gobierno de octubre de 1979; 4) la integración de las organizaciones democráticas con las revolucionarias a lo largo de 1980; 5) la irrupción de la guerra civil en 1981 y la gestión de la solidaridad internacional a partir de ese momento; 6) la propuesta de Gobierno de Amplia Participación en la primera mitad de los años 80; 7) la política de diálogo negociación, y 8) la solución negociada a la guerra civil en nuestro país.

Podemos afirmar que en todo momento el Dr. Ungo hizo gala de realismo político, cuestionando sobre el cómo y el porqué de cada iniciativa o propuesta, en el afán de hacer bien las cosas y consciente de sus posibilidades y sus límites. Bajo tales criterios se manejaron las relaciones con el PDC y la UDN al principio, así como con las demás organizaciones que vendrían a continuación.

Elaboró bastante la idea de la “democracia restringida y excluyente” que caracterizó los gobiernos militares surgidos del fraude y la imposición, y sostenidos por el poder oligárquico, el intervencionismo estadounidense y los principales medios de comunicación del país.

Era consciente que, ante tales adversarios, se necesitaba unir fuerzas, utilizar todos los recursos intelectuales, organizativos y materiales para restaurar la democracia y avanzar hacia el progreso social. Por ello mantuvo consecuentemente la idea de llevar a cabo las reformas posibles al sistema imperante tales como: la reforma agraria, la educativa, y la tributaria, primordialmente, y por ello trabajó conjuntamente con el Partido.

Durante el breve período de la Junta Revolucionaria de Gobierno, delegó parte de sus funciones, pero acomodó su tiempo en Casa Presidencial para mantenerse al tanto de los análisis y percepciones partidarios sobre el contra golpe de los altos mandos que estaba en marcha.

Cuando la Junta de Gobierno del 79 fue anulada y la guerra civil fue inevitable, se mantuvo fiel a los principios antes mencionados, tratando de obtener un apoyo de características plurales, de amplia solidaridad, también de gobiernos de la esfera capitalista y de entidades sociales de tales países.

Todo ello permitió que en intensas discusiones e intercambios de ideas en el seno de la Dirección del FDR, con la Comandancia General del FMLN y al interior de la Comisión Político Diplomática, se fuera elaborando una política de diálogo y negociación. Esta fue la antesala de las conversaciones de Paz de La Palma y Ayagualo durante el gobierno del PDC y sus aliados. En La Palma le tocó presidir la delegación del FDR/FMLN y proyectar una adecuada imagen nacional e internacional.

En el ámbito internacional, el reconocimiento que implicó la Declaración Franco Mexicana (FMLN/FDR fuerza beligerante en un conflicto armado interno), le significó mayores responsabilidades, pues su condición de ex Miembro de la Junta de Gobierno de El Salvador le permitía acceder a mayores niveles de autoridad, pero también recibir mayores presiones políticas.

V.- El ser humano.

El Dr. Ungo que recordamos también tenía sus aristas como todo ser humano. Teniendo tantos amigos como tuvo, a principios de los años setenta nos pidió, a un grupo de jóvenes recién graduados universitarios, que nos dirigiéramos a él por el nombre más familiar de Memo. Probablemente estaba enterado que cuando nos referíamos a él lo llamábamos Memo Ungo. Conscientes de cierta diferencia generacional, de su grado académico y de su estatus de Secretario General, las tres cosas juntas, seguimos tratándolo de Doctor, aunque al principio le molestara un poco.

También discrepábamos con él cuando insistía en relativizar todas las cosas, hablando permanentemente en forma dubitativa de “si y no” o bien actuando como “abogado del diablo”, poniéndose aparentemente a favor del adversario. A fin de cuentas sabíamos que lo que pretendía era romper con el simplismo o “bajar la temperatura”, e incluso hacer notar el exceso de confianza que a veces poníamos en alguna posición “de izquierda”.

Amigo de las bromas y los chistes tendía a elaborar paralelismos entre la política y el erotismo, por ejemplo, del maridaje de la democracia cristiana con el ejército, lo que le significó el calificativo de líder de la “izquierda erótica”. No se le escapaban ni los más serios Comandantes del FMLN o gobernantes de algunos países, socialistas o capitalistas. No le simpatizaba el exceso de formalidad y tenía un gran sentido del humor, incluso del humor negro. Podía reír con facilidad al resultarle divertida alguna situación, así le afectara a él mismo, cualidad de personas muy seguras de sí mismas.

Su tendencia a privilegiar lo intelectual, en cierto modo, lo hacía recurrir a pequeños grupos a los que llamaba “petit” comité. Quizá por ello el MNR fue, en aquellos tiempos, un partido de cuadros, de intelectuales, profesionales, técnicos, empleados, estudiantes y obreros calificados, y nunca un partido de masas.

VI.- El ejemplo para el futuro de nuestro país.

El Dr. Ungo murió cuando todavía le quedaba mucho por hacer, mucho por aportar. Sin pretender que fuese insustituible, sí podemos afirmar que su ausencia se ha advertido en la estructuración de diversos procesos, mecanismos y organismos tendientes a desarrollar el contenido democrático de los Acuerdos de Paz. Con el tiempo y en la práctica, varios de tales acuerdos se han desvirtuado o se ha tergiversado su significado. Sus dotes parlamentarías habrían sido muy útiles durante los veinte años transcurridos desde su muerte.

En sus últimos esfuerzos trató de poner a prueba el esquema electoral de partidos y su representatividad. Ahora que se habla de reforma electoral y que tanto obstáculo se ha puesto y se sigue poniendo, sin demeritar los actuales esfuerzos, sus conocimientos, su experiencia y capacidad argumentativa se hacen necesarios. También en lo concerniente a un auténtico partido de ideología Socialdemócrata hace falta un dirigente de su estatura moral y política, reconocido nacional e internacionalmente, legitimado en la práctica, fiel a los Principios de Libertad, Justicia y Solidaridad que caracterizan a este tipo de institutos políticos.

Para finalizar, el Dr. Ungo trató de ser consecuente con lo que pensaba, con lo que decía y con lo que proponía. Prefería postergar algunas decisiones antes que dar un salto al vacío si no estaba suficientemente convencido de algo. Por ello recurrió a cuanta consulta tuvo a su alcance, dentro o fuera del MNR, en función de hacer avanzar los procesos que condujeran a hacer de la política nacional algo decente.

En síntesis, puede decirse que constituye un ejemplo de trayectoria democrática.

Por la vigencia de los principios y objetivos por los cuales luchó, por sus características de demócrata a toda prueba, por su indiscutible capacidad de trabajo y visión política, le tendremos en mente, con aprecio, mientras vivamos.

Esperamos que así sea.

lunes, 16 de noviembre de 2009

SEXTA COLUMNA: DE GRATA RECORDACIÓN.

Han sido varias las personas que se han ido en fechas recientes dejándonos diversos recuerdos.

En el caso particular del deceso de Carlos Briones, leyendo los comentarios de amigos comunes vinculados a la universidad o a la profesión, he coincidido en apreciar la dedicación que ponía Carlos en la objetividad, en la coherencia y propiedad en el manejo de los datos y la relación entre variables económicas, y en el rigor científico de sus juicios económicos, políticos y sociales sin sesgos de ninguna clase.

Soy de quienes piensan que, ante el hecho de la muerte de un ser humano o de una persona, lo que nos queda son recuerdos, que podrían ser gratos o no gratos para decirlo de alguna manera.

Recuerdo con agrado y reconocimiento de mi parte, lo que sería tema de un homenaje póstumo colectivo, a mucha gente que he conocido a lo largo de mi vida; tantas personas que me sería difícil hacer una referencia justa sobre todas ellas.

A pesar de ello me traen gratos recuerdos: Ítalo López Vallecillos, Enrique Barrera Escobar, Mario Flores Macall, Luis Alonso Posada, Dagoberto Vega Cea, Raúl Valiente Argueta, Jorge Sol Castellanos, Julio César Oliva, Fernando Martín Espinoza Altamirano, Guillermo Manuel Ungo y Héctor Oquelí Colindres, queridos compañeros ellos, del histórico Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, miembro de la Internacional Socialista (IS), de la Unión Nacional Opositora (UNO) y del Frente Democrático Revolucionario (FDR).

Asimismo, recuerdo con especial agradecimiento a Rafael Menjívar, Oscar Quinteros Orellana, Carlos Alberto Rodríguez, Gilberto Cabezas Castillo, Alexander Hamilton Ross, Mario Salazar Valiente, Salvador Navarrete Azurdia, José María Méndez, Carlos Ganuza Morán, mis maestros de la Facultad de Ciencias Económicas y autoridades de la Universidad de El Salvador (UES), durante los años 60 principalmente.

Por supuesto que tengo agradables recuerdos de Ignacio Ellacuría, Luis de Sebastián, Segundo Montes, Francisco Javier Ibizate, Ignacio Martín Baró, y Amando López, para mí inolvidables autoridades y compañeros de trabajo académico en la Universidad Centroamericana de El Salvador “José Simeón Cañas” (UCA), en el transcurso de los años 70.

Sumado a lo anterior, en nuestro país han existido empresarios cuya trayectoria observé en determinados períodos y que son de grata recordación en diversos sectores de nuestra sociedad. Algunos de ellos favorecieron importantes y polémicas reformas económicas tales como la Reforma Agraria impulsada a fines de los años 60 y mediados de los 70 y promovieron políticas de mejoramiento social. Otros se inclinaron por reformas y aperturas políticas en medio de aquel escenario de “democracia restringida y excluyente” como la calificara Memo Ungo. De una forma u otra, todos ellos se encontraban vinculados a los principales gremios empresariales ahora reconocidos como la AGES, ASI, CCIES o ANEP. Desafortunadamente aquellas visiones que desde sus condiciones de agricultores, ganaderos, industriales, comerciantes, importadores, exportadores o financistas, tuvieron estos señores, sin renunciar a sus intereses particulares pero con una visión un poco más amplia, no fructificaron en aquellos momentos, razón por la cual más de alguno buscó colaborar con las filas democráticas y revolucionarias.

A principios de los años 60 observé al señor Roberto Palomo, recientemente fallecido, cuando concurría en un Volkswagen a su fábrica de Calzado Salvadoreño, S: A. (Adoc), situada en la ciudad de Soyapango, a orillas del Boulevard del Ejército. Con el tiempo supimos que era de los que opinaban favorablemente sobre la necesidad de hacer algunos cambios en la estructura agraria de producción para potenciar la demanda efectiva de bienes y servicios en el campo, y de esa manera, dinamizar el mercado interno favoreciendo el crecimiento económico del país. Cincuenta años después, transcribo y subrayo una parte de la nota periodística publicada por La Prensa Gráfica del pasado viernes, que textualmente dice:”En una entrevista periodística en la que a don Roberto Palomo se le pidió mencionar qué decisiones gubernamentales, a su juicio, podrían ayudar a mejorar la economía del país, respondió que podrían ser: atraer inversión extranjera, mejorar la seguridad ciudadana, apoyar a los sectores productivos, mejorar las políticas impositivas, agilizar la inversión pública, fomentar la competitividad, hacer funcionar el Puerto de la Unión e incrementar el salario mínimo”.

Se trata, a mi juicio, de una especie de plataforma económica integral sintetizada, desde la perspectiva de un industrial experimentado.

Por ello, recordando gratamente esta clase de empresarios, me pregunto:¿ Habrá entre los actuales dirigentes gremiales de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, Asociación Salvadoreña de Industriales y Asociación Nacional de la Empresa Privada, personas capaces de hacer suyo este planteamiento en toda su dimensión?

viernes, 13 de marzo de 2009

SEXTA COLUMNA: LA ACTITUD ANTAGÓNICA Y LA CONFRONTACIÓN DE LA ANEP.

La discusión no es nueva; sin embargo, en este país existe la tendencia maniquea de verlo todo en términos extremos, es decir, dividir y ubicar las cosas, personas y entidades entre buenas y malas, blanco o negro, amigo o enemigo, y así por el estilo. Esta forma de ver y acomodar la realidad deviene de una posición de dominio y prepotencia, conforme la cual todo aquello que no coincide exactamente con una forma particular de apreciar el carácter o el contenido de las cosas, le es adverso, contrario, o antagónico, al punto del desacuerdo total.

En El Salvador existen muchos gremios de trabajadores, estudiantes, técnicos, profesionales y empresarios, en los que se agrupan las personas que se identifican por medio de determinados intereses y determinadas cualidades o características distintivas. Así tenemos el gremio de enfermeras, varios gremios de transportistas, gremios de estudiantes universitarios, gremios de obreros de la construcción, de abogados, periodistas, médicos, administradores, economistas y por supuesto, de empresarios. La Asociación Nacional de la Empresa Privada de El Salvador, es el gremio que aglutina a un significativo número de empresarias y empresarios, dentro de la cual se encuentran otros gremios específicos de industriales, comerciantes, agricultores, banqueros, etc.

Según la Real Academia Española de la Lengua, el gremio se define como un “conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesión o estado social”. Nótese que estoy usando el término gremio y no gremial, pues aquél es el sustantivo y éste el adjetivo relativo al nombre, comúnmente utilizado en varios medios de comunicación por personas que dicen: la gremial y que, además, utilizan palabrejas como aperturar o direccionar, no registradas en el más importante diccionario de nuestro idioma.

Pues bien, desde el punto de vista formal, los agremiados se integran en asociaciones, cámaras, sociedades, sindicatos, federaciones, colegios, todos ellos de naturaleza civil, es decir, no mercantil, pues responden a intereses generados por ejercer determinadas profesiones u oficios. Otro detalle más, las y los agremiados son ciudadanas o ciudadanos, y en esa condición tienen la libertad individual de optar por determinada religión, vincularse a cualquiera iglesia específica o tener definida preferencia política. En tal sentido, no estamos hablando de sectas o agrupaciones fanáticas. De ahí que en cualquier gremio salvadoreño podría haber judíos, cristianos, o musulmanes; cabalísticos, católicos, protestantes, sunnitas o chiitas, liberales, socialdemócratas, socialcristianos e incluso, comunistas y fascistas. No se trata entonces de uniformar totalmente a todo el que pertenece a algún gremio y por esta razón, ningún gremio debería actuar como un para partido político o como una extensión de determinado partido político.

No obstante lo anterior, en la edición impresa del matutino La Prensa Gráfica del pasado sábado 7 de marzo, página 8 se dice y cito textualmente:” Si un futuro gobierno comienza a implementar medidas en contra de la empresa privada, en contra de las libertades; en esa medida nuestro actuar se puede volver bastante antagónico con el gobierno y tendremos que entrar en una confrontación” advirtió el actual presidente de la gremial, Federico Colorado. Fin de la cita.

Esa declaración puede dar origen a muchas preguntas; por ejemplo, en el futuro gobierno de qué partido estará pensando el Presidente de ANEP; a cuáles medidas en contra de la empresa privada y de las libertades se referirá; cómo se debería entender eso de actuar antagónico y de entrar en una confrontación; y una última, a quiénes y a cuántos empresarios pequeños, medianos y grandes representará el Sr. Colorado al manifestarse de esa manera.

Debe precisarse que, aunque la andanada de señalamientos de empresarios afines al partido oficial y en contra del partido de oposición continúa día a día, la frase citada se expresó en una rueda de prensa que contó con la presencia de varios ex presidentes de ANEP, así como de por lo menos un importante dirigente del partido ARENA, y que el origen de esa advertencia proviene de las afirmaciones del candidato y del partido opositor de combatir la evasión y la elusión de impuestos, así como el contrabando, que implica defraudación al fisco, es decir, al Estado como ente recaudador y distribuidor de fondos públicos, lo que equivale en cierta forma a que nos roben a todos los salvadoreños.

Entonces convendría reflexionar que quizá el Presidente de ANEP no se esté pronunciando a favor de tener libertad para evadir y eludir impuestos, así como para introducir artículos de contrabando a nuestro país; que no esté considerando que combatir la defraudación fiscal sea una medida en contra de la empresa privada, y que por ello se verá obligado a antagonizar y a confrontar con un futuro gobierno que trate de subsanar tales anomalías.

Lo cierto es que no hay país capitalista desarrollado, ya se trate de Japón, Suecia, Alemania o Francia, que no cuente con una estructura tributaria muy diferente a la de El Salvador, que es regresiva; y que no cuente con controles efectivos para neutralizar la defraudación fiscal. Así como están las cosas, a estos señores les convendría darle una revisadita a una obra escrita por André Gunder-Frank hace varias décadas, en la que se analiza el trasfondo del lumpen desarrollo predominante en países de América Latina como el nuestro.