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lunes, 29 de septiembre de 2008

Un gigantesco naufragio político

Es imposible un mayor naufragio político. En manos de sus propios partidarios, esos congresistas republicanos que han reventado la votación del plan de rescate de las finanzas arruinadas. George W. Bush ha intervenido públicamente en tres ocasiones en apenas una semana para apoyar la aprobación del plan de su secretario del Tesoro Henry Paulson. Nadie le ha hecho caso, ni siquiera en su partido. Su apelación al miedo, invocado en términos sombríos, amenazantes, de nada ha servido. Este nuevo fracaso que se añade a la lista inacabable de esta presidencia desenfrenada viene a lastrar, además, al candidato republicano hasta un punto difícil de calibrar.

John McCain anunció la suspensión de su campaña electoral para dedicarse a salvar la economía de su país. Rubricó junto a Obama el plan de salvación que ahora la Cámara de Representantes acaba de rechazar. Participó en el primer debate televisivo con el candidato demócrata sin apenas entrar en detalles sobre las dificultades del plan de salvación. Y regresó a la campaña sin darse cuenta de la desautorización que empezaba a tejerse en Washington para hacer saltar esa aportación de 700.000 millones de dólares al sistema financiero quebrado.

Obama sólo sale un poco mejor parado que McCain, pero también su imagen sufre de la división con que los demócratas han abordado el plan: unos lo han destruido porque no quieren un Gobierno intervencionista y en el lado opuesto los otros lo han boicoteado porque consideran injusto que el Gobierno salve a quienes han abusado de la confianza pública. Aun en distintos grado, el resultado de esta votación es penoso para ambos candidatos. Demuestra que la crisis de liderazgo de la que Bush es el máximo exponente también les afecta a ellos. Es una auténtica crisis americana.

Pero cuidado, esta jornada negra no ha sido precisamente plácida para los europeos. El temporal ya pega en nuestras costas y está llevándose por delante un banco aquí, otro allá, y otro más acá. Algunos se persignan. Otros sonríen con suficiencia: "yo ya lo decía". Otros más lo observan con estoica paciencia: ¿a qué viene ahora extrañarse sobre la honda verdad de las historias bíblicas?. Las vacas flacas llegan a Europa porque antes llegaron las gordas y anduvieron paciendo una eternidad en nuestros prados hasta engañarnos a todos. Creíamos que se habían instalado con nosotros para siempre y eran las mismas que poblaron el sueño de José.

Antes de empezar con los lamentos, sin embargo, hay que seguir mirando a la otra orilla del Atlántico, donde Wall Street se desploma al hilo de la falta de líderes políticos y de la indisciplina política. Todo está a la deriva cuando los barcos naufragan, empezando por esa campaña electoral errática que encara la recta final de la forma más accidentada posible.

(El País 29/09/2008)

jueves, 17 de julio de 2008

La doctrina Obama

Es como el lanzamiento de un cohete en varias fases, hasta situarlo en órbita. El cuerpo que ha entrado ahora en ignición es el último, el que le proyecta como figura internacional, comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo y líder político del planeta. Primero firmó un artículo dominical titulado Mi plan para Irak en el periódico de mayor prestigio, el Times de Nueva York, donde escriben todos los intelectuales que pretenden modelar el mundo con sus ideas. Luego dio una solemne conferencia en Washington sobre la nueva estrategia internacional de Estados Unidos. Pronto partirá en viaje a Oriente Próximo, con paradas en Ammán, Ramala y Jerusalén; a Europa con mítines y entrevistas en Berlín, París y Londres; y finalmente o en medio a Irak y Afganistán, donde se entrevistará con los comandantes militares y diplomáticos estadounidenses sobre el terreno.

La política exterior jugará un papel muy especial en la elección que deberán hacer los norteamericanos el próximo 4 de noviembre. No debiera ser así si nos atuviéramos únicamente al penoso estado en que se encuentra la economía estadounidense. Tampoco si sólo tenemos en cuenta las preferencias demoscópicas de los ciudadanos, que sitúan la economía en primer lugar, los precios de la gasolina y de la energía en el segundo y sólo en tercer lugar la guerra de Irak. Pero tanto la reacción ante la crisis hipotecaria como las causas del doble tsunami en la liquidez y en el incremento de precios permiten albergar la idea de que estamos ante un problema político, o mejor dicho, de falta de política y de conducción del tren desbocado en que se ha convertido el planeta. Este martes, tras la intervención de los dos gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, Bush reaccionó con la misma estolidez con que se encara la crisis en nuestras latitudes: "Entiendo que haya muchos nervios, pero la economía crece, la productividad es alta, el comercio funciona y la gente trabaja. No todo es tan bueno como quisiéramos, pero en la medida en que encontramos debilidades reaccionamos". Tampoco estaba en la foto de la última producción escenográfica producida para la actualidad internacional, en París, los días 13 y 14 de julio: Sarkozy es quien está chupando cámara a su costa.

Barack Obama ha decidido encarar estos días dos problemas acuciantes que tienen ante sí los candidatos presidenciales. El más grave es que la locomotora mundial corre lanzada sin conductor, en medio de peligros tan agudos como el tsunami económico, la proliferación nuclear en Irán, el recrudecimiento de hostilidades en Afganistán o la crisis de Darfur. Y el segundo es que la imagen de Estados Unidos en el mundo, que corresponde a quien debe llevar el volante del bólido, se halla en estos momentos por los suelos. Aún en plena crisis económica, la política internacional norteamericana se ha convertido, por tanto, en una cuestión central de la propia política interior. Obama lo sabe y sabe que es el territorio donde debe construir también su imagen frente a John McCain, héroe de guerra y senador experimentado y viajado. Un 72% de los preguntados en una encuesta sobre la materia, publicada ayer por The Washington Post, considera que McCain está bien preparado para conducir los asuntos internacionales, cifra que cae a un 56% cuando se trata de Obama. Sólo uno de cada tres encuestados considera que Obama tiene mejor conocimiento del mundo que McCain. En cuanto a confianza sobre su capacidad para gestionar la guerra de Irak, andan raspados: 47% para McCain y 45% para Obama. Pero vence Obama, en una proporción de dos a uno, en cuanto a su capacidad para restaurar la imagen de Estados Unidos en el mundo. Si tenemos en cuenta que también Obama supera a McCain en la confianza que despierta para la recuperación económica (54% a 35%), se entenderá la multiplicidad de razones para que se lance ahora a la fase internacional de la campaña.

Obama quiere salir de Irak, con prudencia y cuidado, para meterse de lleno en Afganistán hasta liquidar el auténtico nido de terrorismo que hay en la frontera y bien adentro de Pakistán. Su principal inspiración arranca de la pléyade de diplomáticos, militares y políticos realistas que forjaron la Doctrina Truman de la contención nuclear frente a la Unión Soviética. Pero el hilo conductor de su esbozo doctrinal es la ruptura con todo lo que ha significado la política exterior de Bush. Con cinco objetivos: terminar la guerra de Irak, liquidar a Al Qaeda y a los talibanes en Afganistán, poner las armas nucleares a salvo de terroristas y Estados fallidos, asegurar el suministro energético y reconstruir las alianzas destruidas por el paso irresponsable de Bush y sus neocons. Es un mensaje duro y enérgico, y nada tiene que ver con la idea de un líder débil y pacifista que han querido cultivar y propagar sus enemigos republicanos.

(El País, Madrid)