Publicado en MAS y EL DAIRIO DE HOY, sábado 27 noviembre 2021
Estimados aficionados de las series:
Si no han visto la serie inglesa ‘Downton Abbey’, los 52 episodios completos, no están en nada. Si no tienen Amazon Prime, es cuando tienen que suscribirse, porque sólo ahí pueden ver la serie.
Cuando a mí me la recomendaron, tenía bastante resistencias. ¿Qué me importa la vida obsoleta de la aristocracia inglesa?, pensaba yo. Las dudas se me quitaron en el primer episodio. Trataré de explicarles por qué…
Hay películas o series que viven de la súper actuación, aunque cámara, diálogos, ambientación son mediocres. Hay otras que nos hacen olvidar los actores un poco tensos, porque nos encanta la chispa que tienen los diálogos o la perfección de los vestuarios, la exquisitez de la ambientación o el manejo de las luces.
‘Downton Abbey’ tiene todas estas virtudes. Reunieron a los mejores actores y actrices británicos (y algunos americanos). Trabajaron las locaciones de época (principios del siglo 20) con una perfección increíble: las mansiones y sus muebles, obras de arte, cortinas, las mesas con sus cubiertos, las cocinas. Todo esto iluminado de una manera que crea ambientes cálidos. Y con unas cámaras que recorren casas, salones, parques y paisajes de una manera poética. Nunca he visto un despliegue tan coherente de estética cinematográfica, fiel a la época, que se convierte en un complemento importante de la narración.
La trama es simple, aunque tiene docenas de ramificaciones. Lo básico: La historia de una espléndida mansión (más bien un castillo) de una familia aristocrática y sus múltiples empleados domésticos. Con una estructura genial: arriba y abajo – las dos plantas de la mansión, dentro de las cuales la historia cambia a cada rato, simbolizan las dos clases: los aristócratas y los sirvientes, ambos con sus rígidos códigos de honor y conducta.
Los 52 capítulos abarcan unos 15 años de historia inglesa. Comienza, muy simbólicamente, con los habitantes de Downton recibiendo la noticia del hundimiento del Titanic, en 1912. Pasa por la Primera Guerra Mundial, las ondas expansivas de la Revolución Rusa, la llegada de un gobierno laborista en Londres, y todos los cambios culturales, sociales, económicos y políticos de la postguerra hasta en 1925.
Es una época de grandes eventos que estremece la vida tranquila y normada de las dos clases sociales que conviven en Downtown. Todo comienza a cambiar, a cuestionarse, y la serie, de una manera genialmente dramatúrgica, registra cómo estos cambios afectan la vida y la conciencia de los de arriba y los de abajo en la mansión. Ellos son las dos caras de una sola medalla, y la medalla está sufriendo grandes transformaciones.
En este contexto, la serie teje docenas de historias de conflictos, amores y desamores, y acompaña cada una en el transcurso de las dos décadas con sus cambios sociales muy drásticos. En última instancia son historias de amor y desamor: entre los de arriba, entre los de abajo, y algunas entre los de arriba y abajo. Y al final, en los últimos 3 capítulos, cada una de estas historias llega a su conclusión, cada una de las parejas llega a un happy end.
Al final todos se han transformado, respondiendo a los desafíos de su tiempo. Los aristócratas han aprendido que su época y su estilo de vida está terminando, y los sirvientes también. De todos estos enredos y desenredos se completa una imagen de la transición de una época a otra, una imagen muy idealizada, muy optimista, muy agradable. Es una gran novela, no un libro de historia política. Pero una novela con mucha sensibilidad para lo que el cambio de época exige a cada uno.
Repito: Tienen que ver esta serie. Una vez comiencen a verla, no habrá manera de salir antes de completar toda la saga. Así que tendrán una novela para largo rato.
Disfruten. Saludos, Paolo Luers