Mi pasado se mezcla con el futuro de mi
hijo y forja una identidad nueva de dos generaciones y dos culturas.
Compartimos la experiencia de tener dos países y ser parte de dos culturas. Es
un lujo y un privilegio poder sacar lo mejor de cada país y cada cultura.
Algunos tienen este privilegio por adopción, como yo; y otros por nacimiento,
como mi hijo. Pero de todos modos uno tiene que hacer suyo cada uno de sus
países, o más bien conseguir que lo adopten y le permiten ser parte de su
cultura y su futuro. Esto le tocará ahora a mi hijo, en Alemania. Tiene
pasaporte por nacimiento, pero tiene que ganarse que el país y su cultura lo
adopten. Ojala lo logre sin perder la conexión con su país natal. Como casi me
pasó a mi. Viví intensamente la ruptura de El Salvador con su pasado, y estuve
lejos de Alemania durante su transformación luego de la caída del muro de
Berlin y de la guerra fría. Durante años me sentí desconectado y pensaba que
había perdido algo irrecuperable.
La gran satisfacción de este viaje es que
me doy cuenta que me pudo hacer salvadoreño sin dejar de ser alemán. No importa
que haya perdido el pasaporte...
Las leyes de los estados pueden ser
irracionales y obligarte a decidir entre tus patrias. Pero la ley natural nunca
te obligará a tomar una decisión que va contra la naturaleza.
Llevo 3 semanas en Alemania. Tres semanas
felices. Sobre todo porque dejaré aquí una parte mía... mi hijo. Ya me urge
regresar a El Salvador. Ya me preocupa lo que me estoy perdiendo. Lo que puede
pasar en mi país sin que yo esté...
Saludos de Paolo Lüers
(Más!/EDH)