De esta manera, he contado y comentado un proceso electoral crucial. Gracias a El Diario de Hoy de brindarme esta oportunidad. Sin embargo, siento que hace falta algo: un punto final. Una opinión clara y resumida sobre lo que ha pasado en Venezuela. Voy a tratar de poner este punto final.
Se acabó la fiesta para Hugo Chávez. A partir de estas elecciones, va para abajo, porque perdió lo que le daba vida a su reinado: el apoyo, el cariño, la confianza de las masas.
¿Por qué digo esto luego de unas elecciones donde el partido gobernante todavía consiguió la mitad menos uno de los votos y donde la oposición apenas está empezando a construir una nueva mayoría?
Por dos razones. La primera es que Chávez perdió donde más le duele, en ‘los cerros’, donde viven los marginados y excluidos que lo llevaron al poder. Petare, con más de 600 mil habitantes el más grande de todos los ‘cerros’, siempre ha sido un baluarte de los chavistas, de su organización comunal, de sus ‘misiones’ de salud, educación y alimentación. Pero ya en las elecciones de alcaldes y gobernadores del 2008, Chávez perdió Petare. Los pobres de los barrios apoyaron a dos jóvenes rebeldes de la oposición: a Carlos Ocariz de alcalde y a Henrique Capriles de gobernador.
Para estas elecciones, Chávez mandó a cambiar los límites de los distritos electorales para favorecer a su partido PSUV. En el caso de Petare, le quitó al distrito Sucre (del cual es parte Petare) todos las urbanizaciones ‘burguesas’ que podían votar por la oposición, dejando un distrito Petare puramente ‘proletario’. Y es en este distrito donde ‘los escuálidos e hijos de la oligarquía’ le ganaron al PSUV con 59.7% de los votos proletarios. Y Petare no es excepción.
La segunda razón es la otra cara de la misma medalla: Chávez perdió, porque le nació una oposición distinta. Por más que el presidente habla de la Mesa de la Ultraderecha, cuando se refiera a la coalición opositora conocida como Mesa de Unidad Democrática MUD, los resultados electorales demuestran lo contrario: de los 67 diputados opositores electos, 45 vienen de partidos de orientación socialdemócrata; y la mayoría de los diputados que representan partidos de centroderecha, también se inclinan a programas socialdemócratas. Esta es la explicación del éxito que han tenido los gobernadores y alcaldes opositores que, en vez de suspender los programas sociales del chavismo (como el presidente denunció), los volvieron eficientes y transparentes.
Este es el trasfondo de estas elecciones, en las cuales quedó evidenciado que Chávez se ha quedado sin mayoría popular y sin mayoría en los estratos populares. Se ha quedado con apoyo mayoritario sólo en las zonas rurales y cultural y económicamente retrasados, pero que son favorecidos por el sistema electoral reformado por Chávez.
Dije al principio: Se acabó la fiesta para Hugo Chávez. A partir de estas elecciones, va para abajo. Una figura operesca como el teniente coronel convertido en presidente y heredero, no sólo de Simón Bolívar, sino también de Fidel Castro, necesita una caída trágica y heroica: en un golpe de Estado, en una guerra, en un atentado. Sin embargo, le va a tocar la peor de todas las muertes políticas que puede sufrir un egocéntrico Napoleón tropicalizado: la muerte lenta de un megalómano condenado a gobernar, durante dos largos años, con una oposición que le pedirá cuentas, que le obligará a enfrentarse a la situación económica, al desempleo, la inseguridad, la vulnerabilidad de los barrios...
Por esto el presidente, al sólo escuchar las malas noticias electorales, pide a gritos que traten de desbancarlo, solicitando un referéndum revocatorio de su mandato presidencial. Él necesita la siguiente batalla, pero los opositores le dicen: “No nos invite a otra batalla, presidente; invítenos a resolver juntos los problemas del país...”
Esto, para un líder continental e histórico como se define Chávez, es el peor reto que le pueden hacer. El reto al cual no sabe responder. Va a tratar de responder con locuras, con batallas inventadas, con autogolpes - y enredarse aun más. Al final, va a dar lástima, por que el público mundial necesita de los líderes operescos, pero n(o tiene ningún uso para los héroes desinflados.
(El Diario de Hoy)