Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 22 octubre 2019
El fin de semana publiqué el siguiente tuit: “Absurdidades: En Chile destruyen estaciones de metro para protestar contra un aumento de la tarifa del pasaje por $0.04. Los independentistas catalanes destruyen su propia capital para castigar a los españoles…”. Recibí cualquier cantidad de crítica en Twitter. Insultos y amenazas aparte, los críticos dijeron principalmente dos cosas: que yo no entendía el “proces” (el proceso independentista catalán) y que detrás de las protestas en Chile hay más que el aumento de 4 centavos en la tarifa del metro.
Bueno, ambos tienen razón. No entiendo el “proces”, porque no entiendo esta explosión de nacionalismo en pleno Siglo 21, cuando las fronteras están desapareciendo en Europa, para personas, para ideas, para inversiones, para trabajar, para estudiar. No entiendo por qué, cuando varios países hacen cola para entrar a la Unión Europea, los ingleses y los catalanes quieren salir —bueno, digamos la mitad de ellos—. Y mucho menos entiendo por qué los independentistas catalanes, en su conflicto con España y su gobierno, destruyen su propia capital, Barcelona. En resumen, no entiendo el “proces”…
En cuanto a Chile, donde explota la violencia al mismo tiempo que en Barcelona, también tienen razón ustedes: Estoy seguro de que detrás de las protestas hay mucho más que la tarifa del metro. Nadie en su sano juicio pone fuego a trenes y estaciones del metro, exponiéndose a represión policial, por 4 centavos (aunque obviamente hay que poner en duda el sano juicio de los protagonistas de los disturbios). Tuvo que haber habido más para que la protesta sea tan masiva y para que parte de ella se vuelva tan violenta e irracional. Porque, discúlpenme: ir a marchar contra la tarifa del metro y terminar destruyendo el sistema del metro es tan irracional que expresar su odio a España quemando Barcelona…
Hoy leí, también en Twitter, una frase del escritor, guionista y columnista venezolano Alberto Barrera Tyszka, que dice: “Pensar que las protestas en Chile son obra del chavismo es tan simple y absurdo como pensar que las protestas en Venezuela son obra del imperialismo”.
Tiene toda la razón mi amigo Alberto. Casi siempre tiene razón, es uno de los intelectuales venezolanos más racional. Es gracias a él que entendí la naturaleza del chavismo y los problemas de la oposición. Claro que existe un descontento social muy profundo en amplios sectores de Chile. Si no, sería imposible que se manifiesta una oposición tan masiva.
Pero incluso si este descontento fuera justificado, basado en deficiencias o abusos por parte del sistema político chileno, sigue siendo irracional y absurdo que la oposición se exprese de esta forma destructiva. ¿Cómo el movimiento supuestamente popular va a explicar a los sectores populares que para protestar contra un aumento de su tarifa había que destruir el metro, que es el sistema de transporte popular por excelencia?
Pero incluso si este descontento fuera justificado, basado en deficiencias o abusos por parte del sistema político chileno, sigue siendo irracional y absurdo que la oposición se exprese de esta forma destructiva. ¿Cómo el movimiento supuestamente popular va a explicar a los sectores populares que para protestar contra un aumento de su tarifa había que destruir el metro, que es el sistema de transporte popular por excelencia?
Los irracionales también existen aquí, y leyendo mi tuit arriba citado me acusan de negarles a los catalanes y chilenos el derecho de manifestarse. Para mí, tienen todo el derecho de manifestarse incluso parea cosas tan irracionales como el nacionalismo catalán o el anticapitalismo de sectores de la izquierda chilena.
Esta libertad de expresión, organización y manifestación no está en peligro porque yo critico la absurda violencia en las protestas, sino por la falsa solidaridad que los manifestantes pacíficos rinden a la minoría violenta que lleva sus protestas al absurdo.
No es nada nuevo este fenómeno. Cuando yo era sindicalista organizando marchas masivas para el 1 de mayo, siempre tuvimos el problema de lidiar con el famoso “bloque negro” que buscaba vandalismo y enfrentamientos con los antimotines. Y muchas veces perdimos credibilidad porque no nos atrevimos a marcar distancia clara con los violentos.
La violencia es el último recurso, cuando no hay espacio para manifestarse pacíficamente. Y los últimos recursos no se queman sin necesidad.
Saludos,