Por tanto, con frecuencia me van a ver sentado en mis cafés preferidos, a veces solo, a veces con amigos. Son lugares de encuentro. Son parte de mi tejido social: el Starbucks en El Paseo, el Shaws en Basilea, el Viva Espresso Hipódromo, el Coffee Cup Plaza Madera…
En este último lugar estuve el pasado viernes sentado con mis amigos Salvador Samayoa y Mario Vega. Solemos a vernos en este lugar para ponernos al tanto, para intercambiar dudas e inquietudes, para ver si encontramos respuestas. Obviamente alguien piensa que para conspirar contra el futuro gobierno…
Nos habíamos citado para las 11am. Pero como todos somos puntuales, ya estábamos sentados unos minutos antes. Mejor dicho, a las 10.54 de la mañana. ¿Cómo sé esto, y qué relevancia tiene? Bueno, a las 10.54am ya salió publicado un tuit de Neto Sanabria, el asesor de comunicaciones del presiente electo Nayib Bukele, diciendo así:
Quiere decir que alguien nos vio al solo sentarnos, nos reconoció como personas de interés de El Brozo – e inmediatamente reportó su sensacional hallazgo.
Horas más tarde, cuando alguien me avisó que nuestra tertulia había atraído el interés del arquitecto de la guerra sucia de presidente electo, mi reacción en Twitter fue esta:
Este incidente y otros me provocan un ‘déjà vu’ – esta extraña sensación que escenas claves de la historia se están repitiendo. ¿Estaremos condenado a volver a vivir la pesadilla de los años de Mauricio Funes, quien usaba el poder y los recursos de la presidencia de la República para atacar a las personas que se atrevieron a criticarlo?
¿Y ahora estaremos por regresar en el tiempo y nuevamente tendremos que cuidarnos de la ira de un presidente y de sus soplones y perros de ataque? Espero que no. Espero que Nayib Bukele tenga la sensatez de desmarcarse de figuras como El Brozo/Neto Sanabria, y Walter Araujo, antes de que ensuciaran la institución de la presidencia.
No queremos más adelante hacernos preguntas aun más inquietantes, como: ¿Estaremos condenados a volver a cuidarnos con quiénes mejor no nos dejemos ver en público, porque a alguien relacionado con el poder le puede parecer sospechoso? ¿Estaremos condenado a retomar este viejo hábito de siempre estar viendo por la espalda, pendiente de quien nos vea, quien nos siga, quien nos observe – aunque solo estemos tomándonos un café con amigos? Bueno, incluso si estuviéramos hablando mal del presidente electo, ¿cuál sería el pecado?
Espero que el presidente electo haga lo pertinente para que no regresemos a tiempos supuestamente superados del uso del poder para intimidar al ciudadano. Imagínense que ya tengamos que cuidarnos la espalda – y ni siquiera han tomado el control de la OIE…