Muchos se burlan de la manera como el
presidente Salvador Sánchez Cerén pronunció su discurso ante la Asamblea General
de Naciones Unidas. Pero su falta de dotes de oratoria es el menor de los
problemas que tenemos con este presidente. No me preocupa, en lo mínimo, que no
sabe usar bien el teleprompter y, por tanto, se puso nervioso, tenso y hasta
tieso cuando le tocaron sus 10 minutos de fama. Por lo contrario, más
desconfianza me dan los políticos elocuentes como Tony Saca y Mauricio Funes, o
los grandes oradores como Obama o Chávez…
Hay una crítica más sustancial al
discurso del presidente ante Naciones Unidas: Si un presidente -y a través de él,
el país- tiene 10 minutos para proyectarse al mundo, es un desperdicio querer
hablar de todo. Sánchez Cerén habló de migración, del SICA, de Gaza, del Estado
Islámico, de la inseguridad, del desarrollo, de Naciones Unidas, de la pobreza,
de los Acuerdos de Paz, de la cobertura de la educación primaria, de los
Objetivos del Milenio, del cambio climático, del Desarrollo Sostenible, de la
Protección Universal, de Mali, del Consejo de Derechos Humanos, del bloqueo a
Cuba, del CELAC. Todo esto en un solo chorro, casi sin agarrar aire. Hablar de
todo equivale a decir nada.
No sé quienes le escriben los discursos a
don Salvador. Pero flaco favor le han hecho a su jefe (y al país) con este
sermón sobrecargado, disperso, sin definir prioridades, sin profundidad, sin
honestidad ante los retos.
Cuando un hombre como el ex-comandante
Leonel al fin de su vida se ha convertido en presidente y por primera vez tiene
que hablar a las naciones del mundo, lo correcto e impactante sería escoger un
tema – y exponerlo bien, con profundidad, con audacia, con honestidad. Por
ejemplo el tema de la paz: Cómo El Salvador ha logrado poner fin a la guerra
fratricida y cómo ahora estamos ante el reto de alcanzar la paz social. Cómo
hemos logrado erradicar la violencia política, y como ahora estamos buscando
vías de erradicar la violencia social. Bueno, los asesores del presidente
optaron por lo clásico, lo aburrido, lo cómodo: pusieron al presiente a hablar
de todo un poco. Oportunidad perdida. Uno entre decenas de discursos.
Pero la crítica más seria que hay que
hacer a esta presentación ante el mundo es esta: Sin ningún debate nacional
previo -y por tanto sin legitimidad y credibilidad- Sánchez Cerén usó sus
discurso ante Naciones Unidas para marcar varios virajes en la política
internacional de nuestro país. Aunque escondido entre tantos asuntos
mencionados y en clave muy diplomática, Sánchez Cerén puso en duda la
legitimidad de la intervención militar de una amplia coalición liderada por Estados
Unidos está llevando a cabo contra el régimen de terror del llamado Estado
Islámico está imponiendo en Siria e Irak. La exigencia de Sánchez Cerén de solo
intervenir “en el marco de las instancias de Naciones Unidas“ significa una
condena de muerte de cientos de miles los kurdos, yazidíes, chiitas y cristianos bajo ataque de los radicales yihadistas suni
del llamado Estado Islámico. Porque una acción militar “en el marco de las
instancias de Naciones Unidas“, como la plantea Sánchez Cerén, no va a existir nunca
contra ISIS, ya que China y Rusia la vetan en el Consejo de Seguridad. A partir
de este discurso de Sánchez Cerén, El Salvador es parte del bloque de países
que no quieren que las naciones civilizadas, incluso del mundo árabe, se unan
para derrotar al las milicias terroristas antes de que consuman un genocidio.
El discurso habla mucho de los organismos
internacionales. Asegura que El Salvador trabaja por consolidarlos: Naciones
Unidas, pero reformado (un día antes exigió esto Nicolás Maduro), el SICA y la
CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). No menciona la OEA.
La única manera de entenderlo: quiere apostar, así como lo hacen los países del
ALBA, a la recién creada CELAC, que es una OEA sin Estados Unidos y Canadá.
El otro giro no discutido que Sánchez
Cerén anunció en New York es que ahora nuestro país toma claramente partido
contra Israel en el conflicto en Medio Oriente. Ya no tenemos una posición
neutral y balanceada, basada en los Derechos Humanos, que exige el cese de violencia
y de ataques a civiles a ambos, Israel y las milicias islamistas de Hamas en la
franja de Gaza. En el discurso de Sánchez Cerén, El Salvador condena a Israel,
sin mencionar los ataques constantes contra la población civil israelí Israel desde
Gaza.
Sumando a todo esto la solidaridad que
Sánchez Cerén expresó hacia el gobierno de Cuba, pero sin mencionar la falta de
democracia y la no vigencia de Derechos Humanos en esta “hermana República”, El
Salvador queda incorporado, sin trámite y sin discusión, al bloque liderado por gobiernos como Venezuela, Irán, Rusia,
Bielorrusia, China, Cuba – todos de corte autoritaria.
(El Diario de Hoy)