Queridas amigas:
Ustedes me regalaron una noche maravillosa. Noche de Bolero. Noche de Ravel. Noche de danza. Noche de mostrar que en El Salvador se puede alcanzar excelencia. Si ustedes con sus alumnas de “Be a Dancer” lograron montar un espectáculo como este que vi este fin de semana, llamado “Bolero de Ravel”, también lo pueden lograr otros profesionales, sea del arte, del deporte o de la industria…
Ustedes me regalaron una noche maravillosa. Noche de Bolero. Noche de Ravel. Noche de danza. Noche de mostrar que en El Salvador se puede alcanzar excelencia. Si ustedes con sus alumnas de “Be a Dancer” lograron montar un espectáculo como este que vi este fin de semana, llamado “Bolero de Ravel”, también lo pueden lograr otros profesionales, sea del arte, del deporte o de la industria…
Las vi balar a ustedes dos hermanas, Diana y Neca, y me
dije: parece excepcional, pero pensándolo ben, no lo es. También existen la
hermanas Ambar y Marcela Escobar del grupo de danza árabe Layalí, que arman
espectáculos excepcionales. También existen las hermanas Guadalupe, Elsy y
Martha Gómez de la Compañía Nacional de Danza que nos han regalado espectáculos
que nada tienen que envidiar a países del primer mundo. Parece, entonces, que
lo excepcional se está multiplicando, por lo menos en la danza salvadoreña – y
que hay una conspiración de hermanas para hacerlo..
Solo el hecho que ustedes me hayan atraído al teatro
Presidente un sábado en la noche, cuando suelo echarme unas cervezas y una
buena sopa, es un logro cultural admirable. Normalmente me niego ir a este
lugar espantoso. Pocas veces he visto que alguien haya logrado llenar este
teatro feo con vida, con entusiasmo y con la alegría de ver algo bien logrado.
Ustedes lo lograron.
Bueno, la verdad es que yo tengo esta debilidad por las
bailarinas – hasta que me casé con una, Daniela, que cuando la conocí, bailaba
danza contemporánea, y así me conquistó. Cuando te vi bailar el Bolero,
Dianita, me dejaste otra vez adundado, con la boca abierta: tanta elegancia y
tanto orgullo que expresas con movimientos, que de repente se congelan. No te
preocupés, sólo te estoy confesando la gran admiración que tengo para los que
saben expresar amor, dignidad y cariño a través del movimiento, de los gestos.
No me gustó tanto la primera pieza, la más clásica de ballet, sino la segunda,
la principal, el bolero, el flamenco.
También vi la felicidad en las caras de tus alumnas. Es una
gran onda tener maestras que te llevan cerca de la excelencia. Escuché a
algunas señoras, al parecer madres de tus alumnas, hablar sobre ustedes dos,
las maestras de sus hijas que estaban bailando en el escenario. Están formando
no sólo bailarinas sino caracteres. Están formando líderes y creadores, bichas
con autoestima que se va a expresar sus carreras fuera del escenario. A vos,
Diana, antes de verte bailar, te conocí como líder en un esfuerzo de articular
el nuevo liderazgo de la juventud. La excelencia no puede confinarse aun solo
nicho, a una oasis cultural, tiene que ser integral.
Gracias, por todo, hermanas Aranda, Diana y Neca, y todos
que aportaron a llevar este espectáculo a la excelencia. Que bueno que poco a
poco, lo excepcional se vuelva norma, para que entre todos, nos exijamos más;
que dejemos de conformarnos con lo mediocre. Esto está pasando, debajo de
nuestras narices, en la danza y en el cine, otro campo donde de repente hay
esfuerzos excepcionales. Ojala mañana en el deporte, en las ciencias, en el los
negocias, en la tecnología, en los medios de comunicación...
Ya les traje flores al escenario. Ahora flores en el periódico.
Las merecen.
Paolo Lüers