El 26 de septiembre salió publicado en El País un reportaje titulado “Si España no quiere saber de mí, yo no quiero saber de España”, era un compendio de opiniones de jóvenes desempleados en España. La conclusión de la mayoría es que hay que migrar de España porque ahí no tienen futuro.
Las voces de mi generación pasan por lo mismo en El Salvador. No me canso de escuchar personas con maestrías o licenciaturas, muy capaces, decir que tienen meses de no encontrar trabajo. Y es que no es falta de capacidad. Ya varios de ellos han emigrado y me escriben contentos desde Estados Unidos, México o Chile, que bien estoy, extraño mi país, pero estoy muy satisfecho de lo que estoy haciendo, al fin me valoran profesionalmente, al fin puedo aplicar mis conocimientos. Estos son desde administradores de empresas, periodistas, ingenieros, biólogos y de muchas otras profesiones.
Desde las empresas también escucho las quejas de que no encuentran el personal adecuado, que los graduados de hoy en día no saben lo que se necesita. Qué cuesta encontrar a una persona que tenga la dedicación y el interés para construir la empresa. La mayoría de empleados pasan no más de un año y buscan otro. Me pregunto yo ¿será que los sueldos no son buenos? ¿Qué será lo que impulsa a tantos profesionales a irse?
Cada vez hay más profesionales que están dispuestos a trabajar en cualquier área, están dispuestos a trabajar en cualquier puesto y por tanto los empresarios cada vez más tienen a ingenieros trabajando de técnicos, a MBA trabajando en servicio al cliente. Por supuesto que estas personas no tienen interés en la empresa tienen otras expectativas, que después de toda su formación puedan ser utilizados sus conocimientos para lo que tanto tiempo estudiaron. Cada vez también hay más inconformidad de los empleadores porque sus empleados no cumplen con los requisitos del puesto, están sobre calificados y estos “incomodan” a sus superiores.
Cada vez más las empresas dan la impresión que son una sopa de jaibas, que cuando alguien intenta salir, le atenazan la pata y lo tiran de nuevo al fondo. Supongo y guardo la esperanza que no todos estén pasando por estas situación y que exista empresas donde los jóvenes puedan ayudar a construir las empresas, pero lamentablemente cada vez más se escucha esa desesperanza entre los colegas.
Ahora esta situación es la que viven los jóvenes profesionales graduados y hasta con postgrados, ¿Cómo le vendrá la mano a los que no han logrado tener una educación?
Si hay un tema que urge encontrar solución es este. Demás discursos estériles, ideológicos, partidistas, conservadores y ortodoxos; no van a encontrar eco en una generación que muy fácilmente se puede frustrar. Y nuestra generación si no se atreve, se queda en discursos etéreos, sin demostrar que somos distintos tampoco va a cambiar. Si El Salvador no quiere saber de nosotros... pues nosotros si queremos saber de El Salvador y nos escuchará.