A veces me preguntan: "¿Cuándo ves la bandera del Frente, bajo la cual luchaste como guerrillero, ya no sentís nada?". Tal vez hoy, cuando el FMLN celebra sus 30 años, sea el día para contestar.
Cuando veo la bandera del Frente me siento triste por la oportunidad perdida de crear un partido democrático, plural, creativo, vivo e inteligente de izquierda, compuesto por ciudadanos que se asocian libremente para construir un país de libertad, justicia y solidaridad.
A veces esta tristeza se convierte en ira, cuando veo al FMLN de hoy, tan mediocre y ausente de la brillantez, audacia, rebeldía y creatividad que eran parte de la guerrilla salvadoreña y la hicieron tan fuerte y atractiva.
A veces también me da risa, cuando veo la bandera del Frente, estas cuatro letras en minúscula con la estrella panda, recordándome de aquellas reuniones con la Comandancia General: un grupo de locos (creativos, intelectuales, artistas, cineastas) proponiendo diseñar una nueva imagen del Frente para su inserción a la vida política, social y cultural del país a partir de los Acuerdos de Paz.
Parte de esta nueva imagen que expresa también una nueva identidad: una bandera con las cuatro letras, pero ya no monumentales y amenazantes, sino en minúscula, panditas. Una bandera simpática, donde hasta la estrella es panda, porque ya no necesitábamos una bandera de batalla...
Pensábamos nosotros. No así los camaradas Salvador Sánchez Cerén, Schafik Handal y sus lugartenientes. Nos echaron una gran puteada: ¿Cómo se atreven a tocar la bandera, este símbolo sagrado de lucha y muerte...? (Palabras que hoy, en el año 2010, se repiten literalmente en ARENA, en la boca de otros ortodoxos...).
No sé cómo hicieron Villalobos y Fermán para superar el veto conservador, pero medio año después, cuando se trató de colocar el primer spot del Frente en los canales de televisión salvadoreños, mandamos uno con la bandera "bayunca" y vetada, y pasó el filtro. Creo que se llamaba: "Demos un paso al frente...".
La cosa es que en estos años, los conservadores y ortodoxos aún no tenían el control total sobre un Frente que todavía era plural, con debate, con espacios para propuestas rebeldes, irreverentes.
Claro que nosotros propusimos una bandera con minúsculas, no sólo por consideraciones estéticas o publicitarias, sino porque queríamos un partido con minúsculas. Claro que nosotros queríamos desmarcarnos de la visión del partido que nunca se equivoca y siempre manda.
Así que no sólo colocamos al Frente en la televisión nacional, sino en el mismo acto colamos la nueva bandera por el filtro de la santa inquisición.
Fue una victoria pírrica. Casi por truco impusimos una bandera con minúsculas, pero ellos impusieron el Partido con Mayúsculas. En todos los debates de los años 1992 y 1993 sobre el carácter del partido, se impuso el conservadurismo de los ortodoxos.
Perdimos los que queríamos, un partido abierto y horizontal, de carácter civil, con pluralidad y libertad de expresión y debate - y ellos construyeron un partido de cuadros vertical, cerrado, donde el imperativo de la "unidad" mata la libertad, la discusión y la creatividad.
De repente, de miles de personas (combatientes, jefes, campesinos, intelectuales, artistas) ya no teníamos nada que hacer en este partido. No era el nuestro.
El FMLN de hoy, aunque ondea la bandera con minúsculas que diseñamos para un partido diferente, tiene poco que ver con el Frente que hizo la guerra. Este FMLN, como es estructurada hoy, no hubiera resistido ni un año la guerra de guerrillas.
Por que ya no tiene nada del carácter guerrillero, rebelde, irreverente del Frente de los 80. Se convirtió en un partido leninista, burocrático y -pena me da- de negocios millonarios y turbios.
Mucho menos aún tiene este FMLN de hoy que ver con el partido que soñamos construir para construir la paz. Esta tarea hubiera necesitado que los dos partidos fuertes que nacieron en guerra, pero lograron hacer la paz, se convirtieran en instrumentos para los ciudadanos.
En instrumentos para el pluralismo, para el debate, para la reforma permanente. Ambos, ARENA y FMLN, han fallado en esta tarea. Debido a esto todavía es tan frágil nuestra democracia, todavía son tan vulnerables las instituciones.
Es angustiante ver cómo ambos partidos, en vez de encarar el futuro (y el futuro se llama reforma) en sus celebraciones de cumpleaños se atrincheran en su pasado. Tenemos dos partidos conservadores, enfrentados pero unidos de manera perversa, y ninguno realmente asume el reformismo. Si no logramos destrabar esto, el país no avanza.
(EL DIARIO DE HOY)
A veces esta tristeza se convierte en ira, cuando veo al FMLN de hoy, tan mediocre y ausente de la brillantez, audacia, rebeldía y creatividad que eran parte de la guerrilla salvadoreña y la hicieron tan fuerte y atractiva.
A veces también me da risa, cuando veo la bandera del Frente, estas cuatro letras en minúscula con la estrella panda, recordándome de aquellas reuniones con la Comandancia General: un grupo de locos (creativos, intelectuales, artistas, cineastas) proponiendo diseñar una nueva imagen del Frente para su inserción a la vida política, social y cultural del país a partir de los Acuerdos de Paz.
Parte de esta nueva imagen que expresa también una nueva identidad: una bandera con las cuatro letras, pero ya no monumentales y amenazantes, sino en minúscula, panditas. Una bandera simpática, donde hasta la estrella es panda, porque ya no necesitábamos una bandera de batalla...
Pensábamos nosotros. No así los camaradas Salvador Sánchez Cerén, Schafik Handal y sus lugartenientes. Nos echaron una gran puteada: ¿Cómo se atreven a tocar la bandera, este símbolo sagrado de lucha y muerte...? (Palabras que hoy, en el año 2010, se repiten literalmente en ARENA, en la boca de otros ortodoxos...).
No sé cómo hicieron Villalobos y Fermán para superar el veto conservador, pero medio año después, cuando se trató de colocar el primer spot del Frente en los canales de televisión salvadoreños, mandamos uno con la bandera "bayunca" y vetada, y pasó el filtro. Creo que se llamaba: "Demos un paso al frente...".
La cosa es que en estos años, los conservadores y ortodoxos aún no tenían el control total sobre un Frente que todavía era plural, con debate, con espacios para propuestas rebeldes, irreverentes.
Claro que nosotros propusimos una bandera con minúsculas, no sólo por consideraciones estéticas o publicitarias, sino porque queríamos un partido con minúsculas. Claro que nosotros queríamos desmarcarnos de la visión del partido que nunca se equivoca y siempre manda.
Así que no sólo colocamos al Frente en la televisión nacional, sino en el mismo acto colamos la nueva bandera por el filtro de la santa inquisición.
Fue una victoria pírrica. Casi por truco impusimos una bandera con minúsculas, pero ellos impusieron el Partido con Mayúsculas. En todos los debates de los años 1992 y 1993 sobre el carácter del partido, se impuso el conservadurismo de los ortodoxos.
Perdimos los que queríamos, un partido abierto y horizontal, de carácter civil, con pluralidad y libertad de expresión y debate - y ellos construyeron un partido de cuadros vertical, cerrado, donde el imperativo de la "unidad" mata la libertad, la discusión y la creatividad.
De repente, de miles de personas (combatientes, jefes, campesinos, intelectuales, artistas) ya no teníamos nada que hacer en este partido. No era el nuestro.
El FMLN de hoy, aunque ondea la bandera con minúsculas que diseñamos para un partido diferente, tiene poco que ver con el Frente que hizo la guerra. Este FMLN, como es estructurada hoy, no hubiera resistido ni un año la guerra de guerrillas.
Por que ya no tiene nada del carácter guerrillero, rebelde, irreverente del Frente de los 80. Se convirtió en un partido leninista, burocrático y -pena me da- de negocios millonarios y turbios.
Mucho menos aún tiene este FMLN de hoy que ver con el partido que soñamos construir para construir la paz. Esta tarea hubiera necesitado que los dos partidos fuertes que nacieron en guerra, pero lograron hacer la paz, se convirtieran en instrumentos para los ciudadanos.
En instrumentos para el pluralismo, para el debate, para la reforma permanente. Ambos, ARENA y FMLN, han fallado en esta tarea. Debido a esto todavía es tan frágil nuestra democracia, todavía son tan vulnerables las instituciones.
Es angustiante ver cómo ambos partidos, en vez de encarar el futuro (y el futuro se llama reforma) en sus celebraciones de cumpleaños se atrincheran en su pasado. Tenemos dos partidos conservadores, enfrentados pero unidos de manera perversa, y ninguno realmente asume el reformismo. Si no logramos destrabar esto, el país no avanza.
(EL DIARIO DE HOY)