Usted sí que tiene mala suerte. Al fin deja de jugar a la virgencita, les hace caso a la presión del mundo corporativo y conservador, y abandona dos de sus posiciones progresistas de campaña: le dice adiós a la reforma migratoria y al mismo tiempo a la promesa de no permitir más exploración petrolera en frente de las costas de su país.
Quiere decir, para conseguir el apoyo a su reforma de salud y para su estrategia militar en Irak y Afganistán, dice adiós a las aspiraciones de los latinos y de los ecologistas.
Pero la suerte no está con usted: unos días después de su anuncio de permitir las perforaciones petroleras en las costas, revienta el petróleo en el Golfo de México, creando precisamente la pesadilla que los ecologistas advirtieron. Y unos días después de declarar que ya no persigue la reforma migratoria, el desastre de Arizona: una ley local racista y represiva contra los inmigrantes.
Fíjese, Mr. President, no estoy tan seguro si es mala suerte. Hay quienes dicen que es más bien mala política. Nunca debía abandonar estas dos banderas sin las cuales nunca hubiera ganado la presidencia. A veces, Mr. President, es mejor emprender una batalla y tal vez perderla, en vez de evadirla abandonando posiciones esenciales de su plataforma.
Los desastres del Golfo y de Arizona son campanas de alerta para salvar su presidencia.
Take care, Paolo Lüers
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