Bobby no fue un hombre con sed de poder. Los verdaderos caballeros, los hombres decentes, amables y nobles de distinguida educación universal no compiten con los oportunistas y los pícaros por el poder.
Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 28 julio 2022
Siempre era un lujo hablar con Bobby Murray. La conversación podía comenzar sobre política, cambiar al arte y terminar sobre negocios. Un hombre con formación universal. ¿Cuántos hay de estos entre los líderes de este país? ¿Cuántos hay que tienen maestrías en economía y en literatura? Y la pregunta que me hago hoy, al enterarme de su muerte: ¿Qué hacemos si se nos acaban los caballeros cómo él.
Porque Roberto Murray Meza, a quien cariñosamente dijimos Bobby o don Bobby, fue un caballero. “Hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad” es la definición que la Real Academia Española da para esta palabra, que en estos lados y tiempos casi ha caído en desuso, porque cuesta encontrar en la política, en los negocios, en la academia a este tipo de personas.
Muchas veces en las últimas dos décadas, viendo pasar un presidente impresentable tras otro nos surgió la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si Bobby hubiera aceptado ser presidente de la República, como en varias ocasiones muchos le pidieron? Bobby siempre estaba consciente -y lo dijo- que su generación tenía una “deuda social histórica” con el país, con los sectores con escaso acceso a la educación, la salud y el empleo digno.
Hoy estamos pagando un horrendo precio porque los gobernantes de nuestro país -y también quienes capitanean la economía- no supieron o no querían abonar al pago de esta deuda. Imaginémonos que en el 1999 hubiera asumido el liderazgo del país Bobby Murray y no Francisco Flores, quien no supo combinar la apertura del país a la modernidad del siglo XXI y de la economía al mercado global con las reformas sociales necesarias para saldar la deuda histórica, que en los Acuerdos de Paz sólo logramos saldar en lo político, pero no en lo social. Estoy seguro que el país se hubiera ahorrado el descenso al populismo y la política mafiosa, que comenzó con Toni Saca y está tocando fondo ahora. Tal vez también se hubiera creado un ambiente político que hubiera permitido una alternancia con la izquierda llegando al poder con alguien como el Dr. Héctor Silva y no con un farsante como Mauricio Funes.
Al final del quinquenio de Paco Flores todavía el país no estaba perdido, todavía estábamos a tiempo para hacer las reformas necesarias para abrir el camino a un desarrollo económico y social incluyente. Y nuevamente las miradas de muchos se dirigían a Bobby Murray, quien nuevamente no optó por el poder. Al final, el sucesor de Flores fue Saca, y ARENA comenzó a corromperse, los negocios a prostituirse – y el país a joderse. Todos conocemos el resto de la historia...
Bobby no fue un hombre con sed de poder, que en un país como El Salvador parece requisito indispensable para asumir el liderazgo. Los verdaderos caballeros, los hombres decentes, amables y nobles de distinguida educación universal no compiten con los oportunistas y los pícaros por el poder. Así que, como era su derecho y había que respetarlo, en cada momento crítico cuando le propusieron ponerse a la cabeza del país Bobby se hizo a un lado.
Sin embargo, nunca se retiró del liderazgo y de la responsabilidad que impone a los hombres. Optó por ejercerlo como empresario, como filántropo, como impulsador de diálogos y catalizador de planes de desarrollo. Lo vimos dirigir empresas como La Constancia y Agrisal, aplicando el concepto de responsabilidad social; a dar rumbo y sentido a instituciones como Fusades, Fundemás y la Fundación Rafael Meza Ayáu. Yo tuve el privilegio de estar a la par de Bobby, cuando puso sus ideas, sus recursos y su liderazgo en función de un proyecto mucho más humilde, pero igual de noble y revolucionario: Sin su iniciativa y apoyo no hubiéramos logrado impulsar el Proyecto La Escalón y organizar a empresarios, comerciantes, residentes y comunidades de esta colonia con el propósito de crear un desarrollo económico, social y urbanístico que incluyera a todos y no dejara afuera a los asentamientos marginales.
Nunca voy a olvidar el momento cuando nació esta idea. Bobby nos había invitado a conocer la Torre y Plaza Futura, todavía en construcción. Parados en el piso más alto y viendo de esta altura a toda la colonia Escalón, le dije: “Bobby, tenés claro que este mega-proyecto cambiará por siempre el tejido urbano y social de esta hermosa colonia. Puede ser un impacto destructor o un impacto constructivo. Depende del tipo de desarrollo que queramos..”
Inmediatamente cachó la pelota, y al bajar a su oficina en el World Trade Center nació la idea de impulsar el Proyecto Escalón. Bobby Murray puso los recursos, consiguió el apoyo de Fundemás y de la AID, y con él como impulsador logramos desencadenar un modelo novedoso e incluyente de desarrollo comunal.
Si así hubiéramos logrado, entre todos, conducir el país, hubiéramos saldado, paso por paso, la deuda social histórica – y no estaríamos ahora tocando fondo.
Don Bobby nos va a hacer mucha falta, sin él será aun más difícil la tarea de reconstruir la política y el país.
Saludos a todos que ya extrañamos a Bobby Murray,