Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 10 febrero 2022
Estimados amigos:
Escribo esta carta el 9 de febrero, aniversario del llamado 9F. Este día, hace dos años, Bukele se puso a la cabeza de unos pelotones de soldados para tomarse la Asamblea Legislativa. “Ahora ya sabemos quién tiene el control”, dijo el presidente de la República, luego de posar para las cámaras sentado en la silla del presidente del órgano legislativo.
Por lo descarado de este golpe de estado, el 9F también fue el día que despertó un movimiento opositor, los orgullosamente 3%, que desde entonces está creciendo lentamente, dando pasos adelante y otros al vacío, pero inventándose, uniéndose, consolidándose.
Ricardo Avelar publicó hoy un artículo en El Diario de Hoy que todos ustedes deberían leer, porque analiza la importancia del 9F. No voy a repetir lo que Ricardo explicó de manera tan precisa y contundente. Sólo voy a agregar un par de aspectos para poner en dimensión el golpe de estado del 9 de febrero 2019.
¿Por qué un presidente, que recién inauguró su mandato y todavía no ha definido el carácter de su presidencia, se embarca en una aventura tan loca y desproporcionada como asaltar con las armas al órgano legislativo? Voy a dar tres respuestas que, para mí, todas son válidas. Son diferentes caras de la misma moneda.
1. Marcar terreno
Muy simple. Lo hace precisamente para dejar claro, de una vez por todas, el carácter de su presidencia. Por definición, no lo puede establecer en términos políticos, ya que como encarnación de la anti-política que es no tiene proyecto político, ni quiere tenerlo. Lo que realmente quiere es destruir la política como ejercicio de diálogo y concertación y como expresión del pluralismo.
Para este presidente, todo esto es “el pasado corrupto”, comenzando con los Acuerdos de Paz y abarcando toda la historia política e institucional de la posguerra. Entonces, el 9F define el carácter de su presidencia con la fuerza, con la imposición, con la ruptura con todas las reglas. No es casualidad que aquel día, montado en la silla del órgano político que más detesta, aparte del simulacro de oración y lágrimas, lo único que dijo fue: “Ahora ya sabemos quién tiene el control.” Es como decir al país y al mundo: “Este es el camino por el cual vamos a ir, este es mi proyecto: el poder total del estado. La dictadura. ¡Y qué! Me valen sus reglas, leyes, constituciones…” Y cumplió. A partir del 9F, la Constitución dejó de ser el límite de su poder. Lo demostró otra vez, de manera igual de espectacular, cuando el 1 de mayo del 2021 puso a sus recién electos diputados a tomar control del órgano judicial y de la fiscalía.
Y lo hizo al inicio, sin tanta paja, sin tratar de disfrazarlo de legal o democrático. No le interesa pretender ser un demócrata. Le interesa lo contrario. “¡Y qué!”
2. Pushing the limits
Todo acto ilegal que hago sin consecuencias inmediatas, me da más espacio para aumentar mi poder.
Para describir esto, en inglés tienen un dicho que todo el mundo entiende: “Pushing the limits.” Desafiar y violar los límites para extender el espacio propio. Esto lo hacen los niños con sus berrinches, los adolescentes con sus provocaciones y en política lo hacen los líderes autoritarios. Trump con sus permanentes transgresiones a la decencia. Putin amenazando a su vecina Ucrania. Bukele asaltando militarmente la Asamblea.
Si les funciona, es porque nadie los detiene a tiempo, reafirmando los límites. Cuando Bukele recibió el mensaje de “hasta aquí y no más”, ya tenía afianzado el poder sin límite.
El razonamiento: Si al principio de mi mandato hago algo tan provocativo como el 9F y no me detienen, ¿quién me va a detener después, por ejemplo cuando me reelija? Y resulta que tuvo razón…
3. El ADN del escorpión
Bukele cometió el golpe contra la Asamblea simplemente porque pudo. Es como la fábula de la rana y el escorpión. El escorpión muerde a la rana que le da ‘ray’ para atravesar el río. La rana le dice: “¿Por qué hiciste esto, vamos a morir ambos?” La respuesta del asesino: “Es mi naturaleza”.
El escorpión, Putin y Bukele piensan que como es su naturaleza, tienen el derecho de empujar los límites, simplemente porque pueden. La dictadura como un derecho natural. La ley del más fuerte y más audaz. Ahí es donde se equivocan. Morirán en el intento de mostrar que no tienen límite.
Cuántos de nosotros vamos a ser víctimas de esta filosofía del poder y hundirnos con el dictador depende de nuestra capacidad de mostrarles a los Bukele sus límites. No estamos condenados a ser ranas.
Saludos de Paolo Luers