Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 11 agosto 2020
Cada vez que veo restaurantes, comedores, bares y cafés cerrados y con rótulos de “Se alquila” o “Se vende”, se me revuelve el estómago y se me estrecha el corazón. Cada vez que hablo con uno de mis amigos y excolegas del mundo gastronómico, aparte de una gran tristeza me provoca un enorme alivio que nosotros vendimos “La Ventana” mucho antes del desastre de la epidemia y de un gobierno sin plan. Hoy es uno de los lugares cerrados con rótulos…
No solo tenemos un gobierno sin plan, sino también sin la empatía y el conocimiento para entender la situación de los miles de emprendedores. Porque no solo es el sector de la gastronomía el que está golpeado, sino toda una amplia variedad de pequeños y medianos negocios que no van a sobrevivir esta crisis. Hablo aquí del sector restaurantes, porque lo conozco tras 20 años de experiencia de manejar “La Ventana”.
Sé que detrás de cada rótulo que dice “Se alquila”, de cada puerta con candados y de cada ventana polvosa hay un drama múltiple: una familia que invirtió y perdió todo; meseros que sin este trabajo no tendrán como seguir estudiando; cocineras que no van a encontrar trabajo en ninguna parte, a pesar de su experiencia y dedicación. Negocios familiares que proveían al restaurante de limones, hierbas, pasteles caseros o arreglaban refrigeradores o jardines…
Esto nunca lo va a entender alguien como el actual inquilino de Casa Presidencial. Él toda su vida manejó sus negocios como juguetes, quebrándolos sin sufrir las consecuencias, porque siempre había otro medio millón de papi. Él no puede entender que los restaurantes, bares, discotecas, hotelitos, comedores y cafés, cuando no son de hijos de papi o parte de grandes cadenas, entran en crisis de liquidez por un fin de semana con malas ventas. No puede sentir empatía con las angustias de los restauranteros cada vez que se acercan las fechas de planilla, pago de alquiler o factura de energía.
Al pensar que nos hubiera tocado tratar de mantener viva “La Ventana” durante los 5 meses de cierre de la economía, sé que hubiera sido imposible. De todos modos, lo hubiéramos intentado, contra toda lógica, hasta el punto del colapso. Hubiéramos tenido que cerrar definitivamente, despedir a todos y hubiéramos salido con deudas impagables y con el complejo de culpa frente a nuestros empleados…
Precisamente en esta situación han quedado cientos de ustedes, dueños de restaurantes o negocios parecidos en el sector de gastronomía y turismo. Los que no sobreviven son los pequeños, los independientes, los que aseguran la variedad en la oferta gastronómica; y los que van a sobrevivir son los grandes, que tienen respaldo de cadenas, pero que todos venden lo mismo.
De todo corazón espero que algunos de ustedes logren sobrevivir y volver a despegar. Deseo que por arte de magia zonas como la Plaza Palestina en la Escalón o el Paseo el Carmen en Santa Tecla vuelvan a renacer con la magia de antes. La gente no puede verse condenada a quedarse solo con las cadenas que ofrecen lo mismo en todas las ciudades y centros comerciales del mundo. Confío en que luego de los emprendedores quebrados vendrán otros quienes con el mismo entusiasmo y sacrificio volverán a abrir las puertas a nuevos estilos de divertirse, de comer y beber bien, de hacer vida social luego del encierro.
A todo ellos, los sobrevivientes y los nuevos emprendedores de la gastronomía, les deseo éxito. No esperen nada del gobierno, porque ustedes no le importan. Apuesten a la calidad, a la diversidad, a la sed que tiene la gente de ambientes creativos.
Saludos de su excolega,