Señor presidente:
La gente no le debe ningún
juramento de lealtad a ninguna persona. Tampoco los ciudadanos
uniformados. Ellos deben juramentar lealtad a la Constitución, lo que
implica que aceptan estar supeditados al poder civil. Deben lealtad al
presidente de la República, no a la persona, no a ningún partido, no a
ningún proyecto político. Explícitamente la Constitución se los prohíbe.
Usted alteró el protocolo en dos actos
de gran importancia simbólica, con el fin de invertir la relación entre
gobernante y gobernados. El 1 de junio usted tuvo que jurar, ante la
Asamblea y la nación, defender la Constitución. Lo hizo, pero
inmediatamente después usted volteó la mesa y procedió a juramentar a
los ciudadanos presentes en la plaza: “Juramos trabajar
todos para sacar nuestro país adelante, defender lo conquistado el 3 de
febrero, juramos que cambiaremos nuestro país contra todo obstáculo,
contra todo enemigo, contra toda barrera, nadie se interpondrá”.
Es un juramento partidario. Aquí el
líder de un movimiento político está juramentando a sus militantes y
seguidores a defender su victoria electoral del 3 de febrero. El líder
de un partido tiene derecho a juramentar a sus militantes y llamarlos a
defender la victoria de su partido sobre sus adversarios, pero no en un
acto de Estado.
El 11 de junio, a usted le tocó otro
acto protocolario de mucho peso simbólico: recibir el bastón de mando de
la Fuerza Armada. Simboliza la subordinación de la fuerza militar al
poder civil. Y otra vez, al tomar la palabra ante los 2 mil soldados y
oficiales presentes, usted alteró el protocolo e introdujo un juramento
que no está previsto ni en nuestro sistema constitucional ni en el orden
militar. Los soldados están debidamente juramentados ante la bandera y
ante la patria. Están comprometidos a ser leales a la Constitución y al
poder civil, sea quien sea que lo asuma por medios constitucionales. No
hace falta que hagan un juramento especial a cada presidente, mucho
menos a su persona y su proyecto político. Tampoco en contra de los
enemigos del señor presiente y su partido…
Usted se inventó el siguiente juramento: “Como
su comandante general les doy una orden y les pido que hagan un
juramento: ‘Juran defender a nuestra patria de las amenazas externas e
internas, de los enemigos internos y externos y llevar a nuestra Fuerza
Armada a ser más gloriosa de lo que siempre ha sido. Juran cumplir las
órdenes de su comandante general y juran ser leales y tener disciplina,
honor hacia este servidor y hacia nuestra patria’”.
Con esto, usted introduce dos
elementos nuevos contrarios a la cultura republicana que el país adoptó
con los Acuerdos de Paz: la lealtad y obediencia a una persona
específica, sustituyendo la lealtad a la Constitución y al principio
constitucional de la subordinación de la fuerza militar a la fuerza
civil. Y el otro elemento nuevo: la defensa contra los ‘enemigos
internos’ como deber de la Fuerza Armada.
Cuidado, presidente, la Fuerza Armada
sólo puede actuar contra ‘enemigos internos’ con autorización
excepcional del presidente, ratificada por la Asamblea. Tiene prohibido
intervenir en conflictos internos de carácter social o político. Se puso
este candado constitucional para jamás regresar a los tiempos de la
Fuerza Armada rompiendo huelgas, reprimiendo manifestaciones, deteniendo
o matando a opositores, metida en política, en seguridad pública y en
todo.
Usted
tiene la obsesión de señalar ‘enemigos internos’. Aparecen en el
juramento que hizo al ‘pueblo’ y en el otro que hizo a los soldados.
Enemigos y obstáculos. Ambos los señala cuando habla de la Asamblea, de
los partidos, de los medios de comunicación. Bueno, cada uno escoge
sus enemigos y sus batallas. Pero son enemigos y batallas suyos,
ciudadano Bukele y líder de Nuevas Ideas. No son batallas de la
presidencia y no los puede imponer a los policías, soldados y
ciudadanos.
Saludos,
(MAS / EL DIARIO DE HOY)