Estimado Dr. Raúl Melara:
Hay sectores sociales que tienen que convivir con las pandillas: comunidades marginales, vendedores informales, trabajadores municipales, transportistas, profesores… También tienen que buscar la forma de convivir con la policía. Conviven con la pandilla no porque así lo quieran. No es por afinidad, es por necesidad. Un Estado que no tiene la capacidad de garantizar la paz social los condena a convivir para sobrevivir.
Hay sectores sociales que tienen que convivir con las pandillas: comunidades marginales, vendedores informales, trabajadores municipales, transportistas, profesores… También tienen que buscar la forma de convivir con la policía. Conviven con la pandilla no porque así lo quieran. No es por afinidad, es por necesidad. Un Estado que no tiene la capacidad de garantizar la paz social los condena a convivir para sobrevivir.
Convivir significa que diariamente tienen contacto con los pandilleros y que sus dirigentes (locales, comunales, gremiales, religiosos) hablen con los jefes de las clicas para facilitar la convivencia, prevenir la violencia, facilitar la vida comunal, productiva, deportiva, educativa.
Esto lo sabe todo el mundo, incluyendo los policías y fiscales. Pero de vez en cuando, de una manera arbitraria y cuando consideran que lo necesitan para su proyección pública, agarran a un dirigente de vendedores, a un alcalde, o a un representante comunal, le exhiben en ropa interior y lo acusan de colaboración con una pandilla o incluso de asociación ilícita. En otros casos no. Porque si lo hicieran con todos los dirigentes comunales, gremiales, religiosos, con todos los trabajadores municipales por igual, harían colapsar todo el tejido social. Optan por represión selectiva.
El último caso es el de Vicente Ramírez. Como dirigente de vendedores informales, es amigo de muchos y enemigo de otros. En la última redada de la Fiscalía y la PNC en el centro capitalino, Vicente fue uno de 117 personas arrestadas y acusadas de vínculos con la MS13.
Que me explique un fiscal o un jefe policial cómo alguien puede sobrevivir por décadas como dirigente de los vendedores informales en el centro capitalino sin tener contactos con las pandillas. Vicente es uno de los dirigentes de vendedores a quienes les toca resolver problemas con la alcaldía, con la PNC y el CAM, con los vendedores de otras zonas, con los transportistas y con las pandillas. Todos los días. Si no, el comercio informal no funcionaría.
Tengo años de conocer a Vicente. ¿Quién no lo conoce en San Salvador, sobre todo en el Centro? Lo he visto mediar en esta jungla que es el centro, apagar fuegos, buscar soluciones a conflictos.
¿Por qué alguien querrá sacar de circulación a gente como Vicente Ramírez, sabiendo que pone en peligro el delicado equilibrio social en el centro urbano? No sé. Puede ser que alguien quiere acumular más poder en esta jungla. O puede ser que alguien quiere mandar una señal a dirigentes sindicales, gremiales o comunales: Miren lo que les puede pasar si siguen ejerciendo esta labor de mediación en la calle, en los barrios, en los mercados…
Acusan a Vicente a haber aprovechado sus visitas a penales para mandar o recibir recados de los jefes pandilleros. ¿Y cómo es esto en tiempos de las medidas extraordinarias que reinan en todos los penales donde están recluidos pandilleros? Hay un estricto control sobre quien puede hacer visitas y sobre sus conversaciones dentro de los penales. Esta acusación absurda se le va a caer a la Fiscalía. Pero mientras tanto, Vicente Ramírez va a estar preso, mínimamente por 5 meses. Y en las calles del Centro habrá más violencia y menos convivencia pacífica.
No podemos seguir con esta lógica de redadas masivas y casos arbitrarios, todo con el pretexto de la lucha contra las pandillas. Actúe, señor Fiscal General, para erradicar los vicios que sus antecesores le han dejado.
Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)