“Este día El Salvador ha pasado la página de la
posguerra, y ahora podemos empezar a ver hacia el futuro” – con estas palabras resumió Nayib Bukele, en la noche del 3 de
febrero, su triunfo electoral. Palabras mayores… ¿Qué significa que haya terminada
la posguerra? ¿Y qué viene luego? Bukele y Ulloa no elaboran sobre esto, lo
dejan en una conveniente vaguedad. Pero sí, de repente dejan caer palabras como
‘Nueva República’ y ‘Constituyente’…
Solo 10 días después, en su editorial sobre el resultado electoral, El Faro escribe: “El triunfo de Nayib Bukele ha abierto una nueva etapa en nuestro proceso histórico. Como atinadamente dijo en su discurso de victoria, el 3 de febrero puso fin a la etapa de posguerra en El Salvador.” Lastimosamente, El Faro tampoco dedica ni una sola frase a explicar qué significa poner “fin a la etapa de la posguerra”.
El
presidente electo no lo va a explicar. Está demasiado ocupado con su campaña
electoral para el 2021 que comenzó el 4 de febrero. Además tiene que dedicarse
al traspaso de poder, a la formación de su gobierno y a negociar el apoyo de
Estados Unidos.
Entonces, ¿qué significa que el presidente electo de nuestro país piense que con su llegada al poder se cierra el capítulo de la posguerra?
Básicamente está declarando que su gobierno basará sus políticas en que los problemas que nos llevaron a la guerra civil están resueltos y que los compromisos asumidos en los Acuerdos de Paz están cumplidos. Esto va en concordancia con otras palabras grandes (y vagas) usadas por Bukele cuando habla de su partido Nuevas Ideas: Trascendemos las ideologías, no somos ni derecha ni izquierda, somos ‘el pueblo’…
Todas estas tesis (si se puede hablar de tesis, cuando no hay elaboración, sino nada más exclamación) son falsas. Ni están resueltos los problemas que causaron la guerra; ni cumplidos todos los compromisos adquiridos con los Acuerdos de Paz; ni son irreversibles los logros de la posguerra; ni han dejado de tener validez las ideologías; ni tampoco han muerto la izquierda ni la derecha. Pueden estar en crisis los partidos de izquierda y derecha (y ciertamente lo están) – pero la sociedad sigue necesitando fuerzas de izquierda que busquen soluciones a las injusticias sociales, y fuerzas de derecha que busquen soluciones a la falta de competitividad y crecimiento económico del país. Ver como superada la libre competencia política entre izquierda y derecha y al mismo tiempo entre diferentes intereses sectoriales y sociales, solo porque habrá un cambio de gobierno de turno, y tratar de sustituir este pluralismo con una fuerza pos-conflicto que se debe ‘al pueblo’ – esto es el viejo enfoque fascista, que con otros colores retomó vigencia en América Latina, primero con Perón y luego con Hugo Chávez. Y hoy posiblemente con López Obrador y Bukele…
La posguerra comenzó en 1992 con un nuevo pacto social que se plasmó en los Acuerdos de Chapultepec y las subsiguientes reformas constitucionales. Fue una refundación de la República – ¿y qué significa que Bukele y Ulloa hablen de que ahora les tocará refundarla de nuevo?
Terminamos a guerra poniéndonos de acuerdo sobre nuevas reglas del juego (democracia pluralista, desmilitarización, separación de poderes, irrestricta libertad de organización, expresión y prensa…) que sustituyen el uso de las armas para ganar o defender el poder. Esta es la esencia de a posguerra. ¿Si ahora declaran que está superada la posguerra, significa que estas reglas ya no tienen validez – o significa que este proceso de democratización ya concluyó exitosamente, y que por tanto ya no será obligación del gobierno defender y consolidarlas? Ambas interpretaciones serían equivocadas.
Hasta ahora, el principio de la alternancia del poder está funcionado. ARENA entregó el poder ordenadamente a la ex guerrilla; y ahora el FMLN está entregándolo a una nueva fuerza, aunque esta promete destruirlo y quedarse con sus bases y banderas. Pero como durante toda la posguerra, el principio de la alternancia en el poder sigue requiriendo del compromiso de defenderla, del estado, del gobierno, de los partidos y de toda la sociedad. Solo hay que mirar hacía Honduras, Nicaragua, y Venezuela para ver que este principio es vulnerable y reversible. ¿Qué significa en este contexto que nuestros gobernantes electos declaren finiquitados la posguerra y la democratización?
Otro de los compromisos esenciales de la posguerra es la desmilitarización. Es un proceso exitoso, pero tampoco es irreversible. Los últimos gobiernos de El Salvador han vuelto a militarizar la seguridad pública, igual que en Honduras – y en México el nuevo presidente (con discursos muy parecidos a los de Bukele) está fundando una Guardia Nacional dirigida por militares. ¿Qué significa en este contexto que los gobernantes electos de El Salvador quieren declarar finiquitadas la posguerra y la desmilitarización?
En transiciones como la actual hay que analizar con lupa las palabras grandilocuentes que vociferan los nuevos gobernantes. No solo las de la pos-posguerra, también las del “fin del bipartidismo”, cuando nunca hemos tenido un sistema bipartidista, y cuando el nuevo partido de gobierno solo está queriendo ocupar el lugar del FMLN, luego de desplazarlo. ¿Y como interpretar términos como ‘Nueva República’, ‘unidad del pueblo’ y otros igualmente vacíos?