Sus partidos, ambos, han recibido derrotas muy dolorosas el domingo pasado. El Frente no solamente perdió el gobierno y no solamente se vio reducido a una quinta parte de su electorado, lo doloroso fue recibir esta derrota a manos de una fuerza novata que quiere destruir al Frente para quedarse con el legado de las luchas populares de los años 70 y 80, con la representación de la izquierda y de los pobres del país.
Para los areneros es duro reconocer, luego de dos gobiernos desastrosos del FMLN, que la gente no apostó a la estabilidad y la recuperación económica que ellos ofrecieron, sino que se dejó seducir por la aventura, el berrinche, la confrontación con el sistema, y las promesas de un líder populista.
Era inevitable que ambos partidos entraran en crisis y que sus respectivas cúpulas enfrentaran la ira y el rechazo de sus bases. Tan profunda es la crisis y tan fuerte la ira que las cúpulas de ARENA y el FMLN tuvieron que anunciar procesos adelantados para renovar sus direcciones. Es más, en ambos casos tuvieron que conceder que ninguno de sus miembros se podrá postular para la reelección. Serán relevos absolutos.
Además, en el caso de ARENA, los estatutos solo permiten elecciones internas adelantadas en caso que el COENA renuncie. No permite a un COENA convocar elecciones y quedarse al mando mientras se efectúen.
Para ambos partidos, la renovación de sus cúpulas será una gran oportunidad – y a la vez un desafío peligroso. No tendrá sentido un relevo de personas sin una renovación política-programática y sin un cambio en la forma de organización y dirección interna. Por ejemplo, en el caso de ARENA, se hizo evidente que fue un error fatal tener como COENA a la plancha ganadora, sin tomar en cuenta a los otras que compitieron. ARENA necesita ahora construir un COENA pluralista que represente todas las corrientes existentes dentro del partido. Si ahora vuelven a cometer el mismo error, solamente cambiando el grupo que tomaría el poder total dentro del partido, la división interna se hará explosiva.
El FMLN tiene el mismo problema, pero aún más grave. Hace 18 años, una mayoría del partido decidió prohibir las tendencias políticas internas y a partir de ahí siempre hubo una dirección centralizada, que no dejaba espacio a disidencias, debates, críticas. Incluso abolieron las primarias para designar candidatos y dirigencias. Ahora les toca rehacer el tejido democrático – dentro de una militancia educada en la obediencia. Pero si el Frente no logra enfrentar este desafío, no habrá forma de resistir el intento de Nuevas Ideas de desmantelarlo para quedarse con sus bases.
Ustedes, los miembros de las dos fuerzas que han administrado la transición del país de la guerra a la paz y del autoritarismo a la democracia, hoy tienen la responsabilidad histórica de renovar sus partidos y convertirlos en instrumentos para defender lo construido a partir de los Acuerdos de Paz. Ahora necesitarán quien lo defienda…
Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)