Las campañas electorales, desde el punto de vista del ciudadano/votante, no son un ejercicio de adivinanza. Es más simple: What you see is what you get, como dicen en inglés y en el lenguaje de la computación (WYSIWYG): Recibirás exactamente lo que ves.
Para que esto funcione, para que veamoslo que recibiremos, tenemos
meses de campaña, vemos a los candidatos en entrevistas enfrentando
escrutinio crítico, en foros, en actos públicos presentando propuestas,
en universidades, en mítines dando discursos, en reuniones con maestros,
médicos, agricultores, estudiantes y empresarios.
A esta altura, con los candidatos expuestos por dos meses a cámaras y
micrófonos, a entrevistadores amigables y hostiles, ya no busquemos
cualidades o maldades ocultas. Ya no esperemos sorpresas ni trucos de
magia. Hemos visto actuar a los candidatos lo suficiente para evaluar lo
más importante: su carácter. En base de esta exposición, los ciudadanos
ya tenemos valoraciones objetivas – y estas se reflejarán en las
próximas encuestas. Las encuestas anteriores reflejaron otras cosas: por
ejemplo, el grado de frustración de la gente, incluso con sus propios
partidos y sus direcciones (esto muy marcadamente entre los votantes
históricos del Frente, pero también de ARENA). Y también se reflejaron
las proyecciones propias de la gente, más que su real capacidad de
evaluar a los candidatos. A partir de ahora, ya con los candidatos a
plena vista, las respuestas en las encuestas se volverán más racionales,
gradualmente acercándose a las reales intenciones de voto.
Con la próxima racha de encuestas, hechas ya sobre a base de plena
exposición mediática y territorial de los candidatos de hueso y carne,
entraríamos en otra fase de la carrera, en la cual los ciudadanos
observarán con ojo crítico si los candidatos se mantienen coherentes.
Los posicionamientos populistas con sus consignas simples perderán peso –
y comienzan a pesar más las soluciones que cada uno propone. Vamos a
observar si las formulan y defienden de manera coherente – o de manerao
portunista o demagógica, manejando diferentes discursos frente a
diferentes audiencias. En esta segunda fase se van a definir las
elecciones. Ya no valdrían los mitos creados al inicio, ni las
percepciones adelantadas, como “El pueblo ya decidió”, “Bukele ya ganó”, “El Frente ya perdió”, o “Calleja no conecta con la gente”.
Hugo Martínez
En los primeros dos meses de la campaña, Hugo Martínez ha
consolidado, contra viento y marea (y a veces contra el pesimismo entre
su propia gente), que es un candidato diferente a Mauricio Funes y
Salvador Sánchez Cerén: articulado, deliberante, moderado, racional; que
conoce bien el oficio de la política y de la administración pública.
Para parar a hemorragia hacía Nuevas Ideas que el Frente ha
sufrido, todavía le falta definir con coherencia su concepto de
izquierda: democrática, pero fiel a los principios de izquierda. Hugo
Martínez no va a incursionar en el electorado de la derecha, no va a
robar votos a ARENA, pero con tal que recupera los votos que el FMLN
perdió en las elecciones legislativas y de alcaldes, nuevamente estará
en la jugada por la segunda vuelta, porque cualquier voto recuperado por
él será un voto menos para Bukele.
Carlos Calleja
Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo, en los primeros dos meses de su
campaña, lograron establecer que no representan la continuación de las
políticas históricas de ARENA y del PCN. Lo lograron con sus argumentos y
propuestas, pero sobre todo con la manera como se presentan, con su
lenguaje, sus actitudes. Independientemente de que la gente esté de
acuerdo con sus propuestas, comienza a percibirlos como lo que son: outsiders,
un nuevo tipo de políticos, quienes sin enfrascarse en discusiones
ideológicas o pleitos con sus partidos rompen con sus prácticas
tradicionales y desfasadas. Desecharon visiones fracasados de la derecha
salvadoreña como la ManoDura o la supremacía del mercado sobre
el Estado, y las sustituyen con enfoques de inversión social focalizada
– y no han salido de este guión, a pesar del potencial conflicto con
sus partidos, y también sin miedo de ir contra corrientes populistas de
la opinión pública. Con esto, más allá de diseñar políticas públicas
novedosas, muestran carácter, coherencia y -sorpresa- liderazgo.
Josué Alvarado
Los candidatos de VAMOS han logrado algo poco esperado: perfilarse
como otra expresión del hartazgo popular con los partidos y sus
gobiernos, pero sin caer en anti-política, propuestas irresponsables ni
confrontaciones estériles – elementos que marcan la campaña de Nuevas Ideas.
Con esto, aunque no se perfilan como opción para la presidencia, sí se
convierten en competidores serios para las elecciones legislativas del
2021, metiéndose en territorios que pensaba monopolizar Bukele con Nuevas Ideas. Y todavía falta incursionar Nuestro Tiempo de liberales como Johnny Wright…
Nayib Bukele
¿Qué ha logrado Bukele en estos dos primeros meses de campaña? Nada
nuevo. Ha tratado de mantener intacto el mito creado de que está
ganando. De acuerdo a su tesis que ya ganó, porque “el pueblo ya decidió”,
no se ha preocupado de acercarse a los ciudadanos. Él los convoca, pero
se limita a predicar a los ya convencidos. No aprovechó el tiempo ni
los medios para explicar sus Nuevas Ideas. Ni para resolver las contradicciones entre su discurso de ultraizquierda (“Soy el heredero de la izquierda de Schafik”)
y sus pactos secretos con el sector más desprestigiado de la derecha
corrupta (GANA, WalterAraujo, ex operadores de Toni Saca como el primo
Herbert…).
Lo que vemos
Esto es lo que vemos. Esto es lo que hay. Los posicionamientos e
incluso las sorpresas ya pasaron. Cualquiera puede tratar, en la fase
final, de sacar conejos blancos del sombrero o ases de la manga – pero
será tarde. A partir de hoy vamos a medir coherencia y carácter, ya no
ocurrencias y maniobras como sacar vía a la izquierda y doblar a la
derecha. En la fase final será contraproducente, porque va contra la
coherencia y credibilidad que los ciudadanos buscan.
El arte, a partir de ahora, será construir sobre los fundamentos ya
sentados. Porque así juzgamos carácter, coherencia y predictibilidad. A
partir de ahora lo que cuenta son el argumento sólido y la capacidad de
escuchar e incorporar lo escuchado en las visiones del futuro gobierno.
Contará más la actitud relajada y menos el discurso incendiario.
viernes, 23 de noviembre de 2018
“You get what you see”. Observador
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