Cuando en el año 2015 le tocó a la Asamblea Legislativa elegir fiscal general, hubo oscuras negociaciones para asegurar la reelección del entonces titular Luis Martínez. Ni siquiera esperaron hasta que se inscribieran los demás candidatos, trataron de antemano de amarrar la reelección Luis Martínez. En estas negociaciones extraparlamentarias (porque no tuvieron lugar donde pertenecen, en la Asamblea), participaron dirigentes de todos los partidos, empresarios pudientes y otros que nunca dieron la cara. Más que negociaciones fueron conspiraciones. Los diputados de las diferentes fracciones comenzaron a recibir presiones de todo tipo para comprometerse con la reelección de Luis Martínez. Todo esto, antes de que comenzara el proceso formal dentro de la Asamblea.
Los que se opusieron a estas conspiraciones fueron blancos de ataques. Hubo incluso un intento de desbancar al entonces presidente de ARENA, Jorge Velado, porque insistía en un proceso transparente: Primero cerrar el ciclo de inscripción de candidatos, luego analizar la trayectoria, la independencia y la filosofía jurídica de cada uno, y al final escoger al profesional más idóneo.
Afortunadamente, la conspiración falló. Falló, porque sobre todo en ARENA se articuló resistencia a esta imposición (y también al intento del golpe de estado interno). Hubo diputados que marcaron con claridad una línea: No se puede votar por un corrupto. Johnny Wright dijo la frase: “Quien vota por un corrupto es corrupto, y yo sí quiero verle la cara a cualquier colega mío que esté dispuesto a votar por Luis Martínez, porque implicaría ser cómplice de la corrupción en nuestro país.” Y no se quedó solo. Al fin, Luis Martínez, a pesar de todas las presiones, no fue reelecto, sino más bien terminó preso, esperando su juicio por corrupción y manipulación de la justicia.
Luego de esta historia, extraña mucho escuchar a ciertos dirigentes políticos de diferentes partidos (algunos de ellos los mismos que trataron de imponer la reelección de Luis Martínez) a exigir desde ya la reelección del actual fiscal general – y meterla en el combo de repartición de poder. Ojo, no estoy diciendo que Douglas Meléndez es corrupto como Luis Martínez. Pero sí hay dudas en su capacidad de dirigir la fiscalía. Tampoco se trata de descartar la opción de la reelección. Si un funcionario es idóneo, que continúe. Pero solamente si es el más idóneo…
Hay que respetar el proceso. Hay que incentivar a los mejores profesionales del derecho a inscribirse como candidatos. No hay que discutir antes la reelección, porque esto desincentiva a los posibles candidatos.
Cuando se tenga los candidatos, hay que someterlos al más estricto escrutinio de su trayectoria y de sus propuestas. En este escrutinio entraría el actual fiscal con igualdad de condiciones. Pero no podemos tolerar que nuevamente estén tratando de amarrar esta elección antes de que formalmente arranque el proceso de inscripción y escrutinio de los candidatos.
Y sobre todo: La elección del fiscal no puede ser parte de las negociaciones para repartir el poder según las nuevas correlaciones de fuerzas en la Asamblea recién electa. No puede ser parte de las negociaciones sobre cómo conformar la directiva de la nueva Asamblea, ni de los sondeos sobre la futura composición de la Sala de lo Constitucional.
Como dijo Humberto Sáenz Marinero en el titular
de su última columna: “Los tendremos en la mira…”
Saludos,
(MAS! / El Diairio de Hoy)