Presidente:
Nuestra policía está enferma. Su unidad élite, el GRP, está tan enferma que el director general tuvo que ordenar la suspensión total de sus operaciones. Lo que pasó en el GRP en la noche vieja es insólito: Hubo un crimen grave, cometido por un miembro del GRP contra una agente policial: lesión con arma de fuego, secuestro, probablemente violación y asesinato – y nadie dentro del GRP actuó apegado a la ley. TODOS actuaron apegados a un mal entendido código de honor: cubrirse mutuamente las espaldas. Hubo alteración de la escena del crimen, incumplimiento de deberes, asistencia a la fuga, posiblemente asistencia a asesinato y secuestro.
Nuestra policía está enferma. Su unidad élite, el GRP, está tan enferma que el director general tuvo que ordenar la suspensión total de sus operaciones. Lo que pasó en el GRP en la noche vieja es insólito: Hubo un crimen grave, cometido por un miembro del GRP contra una agente policial: lesión con arma de fuego, secuestro, probablemente violación y asesinato – y nadie dentro del GRP actuó apegado a la ley. TODOS actuaron apegados a un mal entendido código de honor: cubrirse mutuamente las espaldas. Hubo alteración de la escena del crimen, incumplimiento de deberes, asistencia a la fuga, posiblemente asistencia a asesinato y secuestro.
Además hay suicidios de agentes, agentes asesinados por agentes, agentes cometiendo delitos; hay agentes acusados de ejecuciones extralegales y detenciones arbitrarias.
Son tantos “incidentes” que ya no se explican como fallas personales y excepcionales. Es una falla estructural. Es el monstruo que ustedes han creado. Ustedes han militarizado la PNC, sobre todo las unidades élite, como el GRP. Las han convertido en maquinarias para matar. Primero a pandilleros, pero luego ¿cómo y por qué parar? El costo: la erosión gradual de la moral, la perversión del espíritu del cuerpo. Los resultados se expresan en los hechos que hemos visto en estos días.
Urge revertir este proceso. ¿Quién puede revertir esto? Requiere de un esfuerzo coordinado de los jefes policiales, de sicólogos, de la Sociedad Civil. Pero nadie puede hacer nada, si usted, como presidente, no toma en sus manos el problema y su solución.
La Constitución es clara: Usted es el responsable de “organizar, conducir y mantener la Policía Nacional Civil”. Usted es responsable que la PNC actúe “con estricto apego a los Derechos Humanos y bajo la dirección de autoridades civiles.”
Mientras usted delega la dirección de la seguridad pública a los mismos policías, y no a autoridades civiles como manda la Constitución, nada va a cambiar.
Mientras usted obliga a la PNC a desarrollar una guerra, en la cual solo puede sobrevivir (ni siquiera ganar) haciendo del lado los derechos humanos y los procedimientos de una policía democrática, nada va a cambiar.
Mientras usted no aplique una política de seguridad, dentro de la cual la PNC puede lograr eficiencia en su función de protección y de investigación sin recurrir a abusos y sin causar daños colaterales a sectores enteros de la población, tampoco el deterioro interno dentro de la PNC no va a parar, mucho menos sanarse.
Aparte de un cambio del concepto del plan de seguridad, la PNC requiere de una reingeniería que tiene que empezar en su estructura de mando. Y de un ministerio que recupere su carácter civil y su capacidad de supervisar a la PNC. Todo esto depende de una sola persona: usted, señor presidente.
Saludos,
(MAS! / El Diario de Hoy)