A la derecha, la izquierda y los bukelianos:
A los hondureños les tocó escoger entre la peste y el cólera: entre un presidente autoritario de derecha que manipuló a institucionalidad de su país para satisfacer su afán personal de reelección; y un populista sin ideología, quien sirve de fachada para un ex presidente, quien también coqueteó con la reelección. Dos versiones de populismo, de diferentes colores, pero con la misma tendencia autoritaria e igual menosprecio al orden constitucional.
A los hondureños les tocó escoger entre la peste y el cólera: entre un presidente autoritario de derecha que manipuló a institucionalidad de su país para satisfacer su afán personal de reelección; y un populista sin ideología, quien sirve de fachada para un ex presidente, quien también coqueteó con la reelección. Dos versiones de populismo, de diferentes colores, pero con la misma tendencia autoritaria e igual menosprecio al orden constitucional.
Aprovechando el pecado del Partido Nacional de romper con la Constitución y volver a postular a Juan Orlando Hernández, Mel Zelaya y Salvador Nasralla lograron convertir la elección presidencial en un referéndum sobre la reelección. Que ironía, viendo la trayectoria de Mel Zelaya…
Sin este pecado, postulando como candidato al alcalde de Tegucigalpa, la derecha se hubiera ahorrado la crisis que ahora resulta de la manipulación, primero de la Constitución y luego del proceso electoral. Hubieran ganado limpiamente contra esta fatal coalición de oportunistas y adeptos al chavismo. Nunca sabremos si hubo fraude o no, pero todo el proceso anterior fue tan fraudulento y la actuación del Tribunal Electoral tan poco transparente que de todos modos el segundo mandato de Hernández comienza sin legitimidad. Otro resultado de la mala actuación de la derecha gobernante: una oposición antidemocrática consolidada y legitimada. Cosa que Mel Zelaya y Nasralla nunca hubieran logrado por sus propias pistolas…
No es extraño que tanto el FMLN como Bukele apoyen a esta coalición hondureña. El FMLN, solidario con su aliado tradicional Mel Zelaya, Bukele, identificándose con la figura de Salvador Nasralla, el outsider que logró traducir su popularidad como figura de la farándula en capital político-electoral – al punto que la izquierda sin opción de poder aceptara llevarlo como candidato. Esta siempre ha sido la idea de Bukele, su plan A. Pero no le funcionó, porque el FMLN, luego de su amarga experiencia con Mauricio Funes, no aceptó servirle a otro oportunista de vehículo al poder. Entonces, Bukele tuvo que recurrir al Plan B: romper con el FMLN y probar suerte como independiente con discurso anti partido.
Nasralla también cometió este error, pero en las presidencial anteriores. Se lanzó de independiente contra todos los partidos, incluyendo el de Mel Zelaya. Fracasó, pero aprendió la lección: Se ofreció como figura independiente para llegar al poder juntos. Exactamente lo que Bukele quería hacer con el FMLN.
Si el alcalde analizara bien las lecciones de Honduras, donde su alter ego casi llegó a la meta, se daría cuenta que el éxito de Nasralla no valida el plan B que él adoptó, sino el plan A que abandonó. Figuras como Nasralla y Bukele, Funes y Saca pueden servir como aliado de un partido, pero no sustituirlo.
Todas las fuerzas en El Salvador pueden sacar lecciones del drama hondureño.
Saludos,
(MAS! / El Diario de Hoy)