En Costa Rica no se confirma el análisis, tan de moda en todo el mundo, que desde hace años diagnostica la muerte de los partidos y la ruptura del bipartidismo. El partido PAC, que en las últimas elecciones supuestamente rompió el bipartidismo y llevó a la presidencia a Luis Guillermo Solís, en 4 años se ha desinflado al grado que ahora nadie le para bola. Surgió otro partido espuma, llamado Integración Nacional, que disputa a los dos partidos tradicionales la entrada a la segunda vuelta. Pero uno de los dos, o Liberación Nacional, de historia socialdemócrata, o los socialcristianos del PUSC, ambos declarados muertos debido a la corrupción y gobiernos de cheros, pondrá al próximo presidente. Nadie parece entusiasmado con estos dos partidos tradicionales – pero tampoco con sus competidores.
Pero esto no les causa angustia a los ticos. Es normal. Es política, y no les causa ni optimismo ni pesimismo. “Los presidentes van y vienen, pero el Estado, con todos sus defectos y aciertos, sigue funcionando”, me dice un amigo tico, de los que hablan de política…
¿Cuál es la diferencia entre Costa Rica y El Salvador, que explica que nosotros vivimos cada elección con angustia y los ticos no? La frase que cité arriba lo explica: Costa Rica ha definido su rumbo hace casi 70 años, luego de su guerra civil, y construyó un Estado que funciona, gobierne quien gobierne, con prioridades que en el fondo nadie discute: educación, salud, y una administración pública profesional. Los diferentes partidos llegan al gobierno prometiendo, cada uno según su orientación ideológico, ciertas reformas para perfeccionar el sistema y enfrentar sus fallas: burocracia, estatismo, corrupción.
Esto no es muy sexy, más bien es aburrido. Es política en una sociedad normal, en un país que ha resuelto sus necesidades básicas. Tiene paz, tiene un excelente sistema educativo y un decente sistema de salud, no adolece de la violencia que caracteriza al triángulo norte, y las libertades y derechos ciudadanos no están en peligro, ni la seguridad jurídica de ciudadanos o inversionistas. Con razón nadie arma debates sobre escenarios desastrosos, ni tampoco promete revoluciones. ¡Qué aburrido! Pero, ¡qué alivio!
Fui al “Festival de la Luz” en San José. Todo el mundo en la calle, toda la ciudad iluminada. Ningún alcalde o ministro aparece tomando crédito para este show. Es normal, es de todos, es parte de la cultura popular. Nada que ver con política o elecciones. Otra vez: ¡Qué aburrido! Pero, ¡qué alivio!
Saludos desde San José,