Este aniversario me llena de orgullo: el 29 de agosto de
2007 salió mi primera columna en El Diario de Hoy: Una advertencia al
presidente Saca. Ocho meses más tarde, inauguré, junto con 4 destacados
colegas, el Observador Político, con el mismo tema: “Un llamado de
atención a ARENA”. Y en enero 2009 salió la primera de las 1331 cartas,
esta vez dedicada a la entonces alcaldesa Violeta Menjívar. La segunda
le tocó a Rodrigo Ávila, entonces candidato presidencial. Diez años de
contribuir al la transformación de El Diario de Hoy en líder del
periodismo de opinión. Aquí reproduzco la primera columna que marcó el
rumbo para 10 años de crítica política:
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A Tony Saca le queda poco tiempo
Paolo Lüers, miércoles, 29 de agosto de 2007, El Diario de Hoy
Toda mi vida de periodista he trabajado para que los medios sean plurales. ¿Cómo, entonces, rechazar la oferta de El Diario de Hoy de publicar mi columna? Además, si tuviera la opción de escoger entre escribir para un periódico de derecha o de izquierda –alternativa que aquí no existe, porque no existe periódico de izquierda–, como izquierdoso que soy escogiera el periódico de derecha. Aburre “predicar a los convencidos”.
Defraudaré a quienes esperan que me convierta en otro encargado de asuntos anticomunistas en El Diario de Hoy, o que para este Diario escriba una versión “lite” de mi columna. Haré lo que he sido invitado a hacer: exactamente lo mismo que hice en tres años de Columna Transversal.
A Tony Saca le queda poco tiempo para renunciar a la presidencia de su partido y dejar libre el camino para que ARENA escoja a su fórmula presidencial sin ataduras al liderazgo actual. Si espera demasiado, si se aferra al control del aparato partidario, lo sacarán de cualquier manera y saldrá golpeado. Los que asesoran a Saca no han entendido que ARENA no es un simple partido que sirve para ejecutar las políticas de sus afiliados. ARENA es más bien la empresa de mercadeo político-electoral donde uno se afilia y suda la camiseta para ejecutar las políticas emanadas de las concertaciones dentro del poder económico del país y entre este y otros poderes, sean ellos Washington o la oposición política interna. Así como los integrantes de la junta de accionistas de una compañía cuidan celosamente que los directores que han puesto a dirigir la empresa no se escapen de su control, así la junta de accionistas de El Salvador S.A. de C.V., la empresa popularmente conocida como ARENA.
Quienes desde Casa Presidencial insisten en escoger al próximo inquilino, olvidándose de que la casa no es suya y que el poder político, por definición, es transitorio y prestado, no tanto en el Estado (porque todavía no funciona la alternabilidad entre partidos), pero definitivamente en ARENA (donde internamente sí funciona la alternabilidad), ponen en peligro su propia sobrevivencia política.
A Tony Saca le queda poco tiempo para limpiar su casa antes de que otros se encarguen de hacerlo. Las renuncias, primero de su ministro de Hacienda, Guillermo López Suárez, y ahora de Eduardo Zablah, su jefe de gabinete, ponen el dedo en una llaga que, aunque en público nadie lo dice, todos saben que se llama corrupción. Ya David Gutiérrez tuvo que irse porque otros, no el presidente, golpearon la mesa y amenazaron exponer el robo en el MOP. Eduardo Zablah, el hombre más importante del gabinete de Saca, golpeó la mesa, varias veces. Sin embargo, se tuvo que ir él mismo, no los señalados. Igual suerte ya había corrido Guillermo López. En los dos casos, el presidente no respaldó a los hombres que hicieron funcionar su gobierno, sino a los que lo están corrompiendo.
Los dos temas –entregar la dirección del partido y limpiar la casa– están entrelazados. Alrededor del presidente hay quienes necesitan que el próximo jefe de partido y gobierno sea chero de ellos para armarse de inmunidad contra investigaciones y acciones legales.
Tony Saca, si quiere salvar su presidencia, su nombre y su futura influencia, tiene que actuar rápido y decidido, abriendo espacio a la democracia interna en su partido y limpiando su casa. Tiene que decidirse de ser él quien golpee la mesa antes de que lo hagan otros y posiblemente la volteen.
Todo esto hubieran tenido que decirle al presidente los empresarios en aquella cena en la casa de uno de ellos. Lastimosamente, no lo hicieron.
No en la cara, por lo menos.
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Como todos sabemos, Tony Saca no me hizo caso. No hizo caso a
los muchos que estaban preocupados por su afán de preservar el poder.
ARENA entró en su más profunda crisis, perdió el poder y todavía no ha
logrado recuperar la confianza de la ciudadanía. Este tema nos va a
acompañar en muchas columnas más.
(El Diario de Hoy)