Ya no aguanto escuchar y leer todos los
días los sermones sobre los Acuerdos de Paz. Y eso que soy ferviente
defensor de la solución negociada al conflicto, de los acuerdos como
tales, y de su contribución a la democracia y el pluralismo en El
Salvador.
Es el mundo al revés: A los que andan filosofando sobre la responsabilidad histórica de aprovechar el aniversario de los Acuerdos de Paz para concertar mínimo un “Acuerdo de Nación”, si no es un “Segundo Acuerdo de Paz”, nadie los lee, nadie les para bola, pero tampoco nadie los regaña. Se hacen pasar como sabios, y los medios los dejan pasar. Editoriales, homilías, secciones especiales, entrevistas… A pesar de que aburrir en exceso y difundir ilusiones son pecados punibles. En cambio, a los pocos que proponen discutir problemas bien concretos y soluciones aterrizadas, pero sin tanta paja, los descalifican. La propuesta que articulé en mi carta de este jueves, donde propongo ponerse de acuerdo sobre 3 medidas y seguir peleando y haciendo campaña electoral sobre todo lo demás, inmediatamente recibió críticas – y más de lo usual. Uno me escribió en Facebook: “Lo que necesitamos es superar la polarización, no una pinche reforma de educación o transformación de barrios”. Para citar una de las críticas decentes. Otro me escribió: “Se nota que vos nunca estuviste de acuerdo con la paz, querías seguir destruyendo el país”. Bueno, me imagino que esta columna se va a ganar más de estos comentarios…
En una reunión social con amigos, yo dije esta frase con la cual inicio esta nota: “Ya no aguanto toda esta paja sobre los Acuerdos y los 25 años, y todavía faltan 10 días hasta el 16…”. Fue como si hubiera dejado ir un ventoso en misa. Parece que esto no se dice. Se aguanta los sermones – y se calla.
Y ahora vino Hugo Martínez a la Asamblea para solicitar que por decreto todo el país siga todo el año 2017 hablando de los Acuerdos. Extrañamente acompañado de Óscar Santamaría, quien normalmente es un hombre sensato, aparte de arenero, y no tendría que tener interés en que el gobierno nos tenga adormecidos por aburrimiento y respeto por los sabios durante todo el “Año de la Paz 2017”.
Nuevamente algunos van a pensar que yo digo esto, porque estoy en contra de los Acuerdos de Paz. Les cuento que estuve a favor de ellos antes, durante y después de las negociaciones que llevaron en 1992 al fin del conflicto. Fui a campamentos guerrilleros para explicar el sentido de la solución política, por que había mucha incomprensión y resistencia. En Alemania, en concentraciones de los amigos de la revolución salvadoreña, aguanté tomates y huevos que me tiraron cuando argumenté a favor de negociar el fin del conflicto armado y el inicio de la democracia pluralista. Traidor, me dijeron. Me excomulgaron. Luego defendí los acuerdos contra los ideólogos de derecha no pensante, la cual sobraba aquí en El Salvador: No se tragaron la amnistía para los comandantes. Son los mismos que hoy la están reclamando cuando otros imbéciles quieren echar presos a los militares.
No, mi punto no es este. No tiene que ver con los Acuerdos de Paz. Tiene que ver con el mismo argumento que dijo Salvador Samayoa: Es tiempo de que discutamos los errores que en la postguerra se han cometido – y hagámonos cargo de corregirlos. Y esto no es seguir discutiendo sobre el espíritu de Chapultepec. Tampoco es construir castillos de naipes sobre nuevos acuerdos de paz, como si los partidos que los firmarían estarían en guerra y matándose mutuamente. Si quieren hacer acuerdos de paz, habrá que negociar con las pandillas, pero esto tampoco nadie se atreve ni siquiera mencionarlo.
Hacernos cargo de corregir las negligencias de la posguerra es discutir de las prioridades y corregirle la plana al FMLN que ya tiene 7 años de gobernar sin prioridades. Y también a ARENA, que se niega a definir prioridades, porque siempre un catálogo claro de prioridades despierta resistencia de muchos sectores. Si para financiar la explosión educativa que necesitamos hay que reducir los subsidios a un mínimo, cientos de miles de personas malacostumbradas por el populismo van a brincar.
Por esto insisto: No creo que ARENA y
FMLN juntos puedan componer el mundo. A lo mejor saldrá un mundo
mediocre que nadie quiere. Pero sí pueden asumir juntos algunas medidas
necesarias y no populares, para que el país siga siendo viable.
(MAS!/El Diario de Hoy)