Por más que nos hemos dado duro polemizando sobre muchos temas donde disentimos, sos un gran periodista. Sos tenaz, escribes con pasión y compasión, sos aventado y honesto. Aunque a veces es insoportable esa prepotencia que parece estar en el ADN de las familias tanto de los Martínez-D’Abuisson como de los del Faro, con tu disposición de correr riesgos (profesionales, y hasta de la vida) te ganaste el derecho a estos excesos.
Te felicito por el premio Maria Moore Cabot que te otorgó la Escuela de Periodismo de la Columbia University de New York. Igual felicito a tu compañera Marcela Zamora por el reconocimiento que sus documentales están ganando en el mundo. Igual me encanta ver a El Faro ganando el premio Gabriel García Márquez, que anualmente otorga la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Igual me alegro cada vez que veo al Faro investigar temas que nadie más tiene el valor de tocarlos, y cuando leo los reportajes de tus hermanos Carlos y Juan.
Lo simpático de esta generación de periodistas de postguerra que se formaron en El Faro y en la calle es que no emiten mensajes. Ustedes cuentan las historias que necesita conocerse: sobre migración, sobre violencia, sobre pandillas. Y lo más simpático: cuando uno les critica, ustedes se encachimban, pero no lo resienten como delito de lesa majestad. En vez de cortar la comunicación, ustedes invitan a tomar ron y pelear. Así hemos aprendido mutuamente.
Permítanme que les cuente a mis lectores un poco sobre Oscar Martínez. Es el tipo que puso en la agenda periodística internacional el tema de la migración, sobre todo de la travesía por México. Oscar es el reportero que se subió, junto con los migrantes centroamericanos, al tren llamado ‘La Bestia’ para atravesar México, y que documentó los vejámenes que los migrantes sufren a manos de policías corruptos y bandas criminales en México. Oscar también fue uno de los reporteros de El Faro que firmó aquella nota de marzo del 2012 que rompió el secreto sobre la tregua entre pandillas. Fue la primera vez que le critiqué en público, por haber caído en la trampa de sus fuentes en la inteligencia policial que querían sabotear la tregua: Metieron, como es su costumbre, en su filtración de información elementos de desinformación.
Nos peleamos mil veces sobre este punto, pero coincidimos en la importancia del tema. Y la buena noticia es que a partir de ahí, los reporteros de El Faro fueron los únicos que sistemáticamente le dieron seguimiento al tema pandillas, en gran parte gracias a Oscar y su iniciativa de crear un equipo especial en El Faro llamado ‘Sala Negra’.
Oscar Martínez también, junto con Roberto Valencia, destapó la masacre de San Blas, donde un comando élite de la PNC sobrepasó la raya entre lucha antipandillas y operativos de exterminio. Sin esta investigación de El Faro, no existiera la investigación de la Procuraduría de Derechos Humanos, ni mucho menos la que al final abrió la Fiscalía sobre el rol de la PNC en ejecuciones extrajudiciales.
Suficiente mérito para un reconocimiento tan prestigioso como el “Premio Cabot” que otorga una de la mejores escuelas de periodismo. No es que los jurados de estos premios nunca se equivocan: El “Cabot 1994” lo otorgaron a un periodista llamado Mauricio Funes, sin saber que con esto lo lanzaron a la órbita del estrellato, de la soberbia, y de la (presunta) corrupción sin precedentes. Y en 1995 premiaron al periodista Douglas Farah, sin saber que pocos años después iba a convertirse en operativo de desinformación vinculado a agencias de inteligencia… Pero en general no se equivocan: en el ‘hall of fame’ Cabot hay nombres que hicieron grande la profesión del periodismo en América Latina: Teodoro Petkoff, Pedro Joaquín y Carlos Fernando Chamorro, Alma Guillermoprieto….
Así que sólo te tengo que decir una últ ma cosa, Oscar: Estás en este Olimpo porque pateaste calle. Siga siendo el mismo, porfa. Saludos,