Je suis Charlie! Yo soy Charlie! Gritaron miles de franceses en las calles de Paris y colegas periodistas y caricaturistas en todo el mundo lo repitieron en las redes sociales. Yo también soy Charlie Hebdo. Yo también me siento atacado por el cobarde atentado a mis colegas de la revista Charlie Hebdo en Paris.
El
comando terrorista que ejecutó a 10 colegas periodistas y caricaturistas y a
dos policías destacados para cuidarlos quiso matar la libertad de expresión.
Quiso matar a la vez a su hermana aun más preciosa: nuestra libertad de reírnos
de quien nos da la gana; nuestro derecho sagrado de burlarnos de los poderes
políticos, económicos y religiosos del mundo.
El
pecado de Charlie Hebdo, por el cual unos islamistas radicales lo condenaron a
la muerte, fueron unas caricaturas que publicaron sobre Mahoma. El principio
que ustedes defendieron, hasta con su vida, es: Nadie es intocable para la
crítica, el humor, la risa, la sátira. Ningún presidente, ni los hombres más
ricos del mundo, ni el Papa, ni el Dalai Lama, ni Mahoma. El derecho a la libre
expresión, a la crítica, al humor y a la sátira está encima de todo. Y esto es
el principio que ahora nosotros, los colegas escritores, periodistas o
caricaturistas del mundo, tenemos que defender. Si no, estamos fritos todos, y
cualquier fanático, fundamentalista o radical se siente con el derecho de
limitarnos la libertad de expresión.
Lo que
pasó en Paris, para traducirlo al salvadoreño, es como si alguien, desde sus
convicciones religiosas, decidiera matar a una feminista que aboga por el
derecho al aborto. O al revés, como alguien, desde sus convicciones feministas,
atacara a balazos a una persona que lucha contra el derecho al aborto.
Lo que
pasó a Charlie Hebdo, traducido a salvadoreño, es como si mi amigo y colega
Alecus tuviera que temer por su vida por una de sus caricaturas. O, aun peor,
como si Alecus, Otto, Salomón, Ruz y este escritor de cartas nos viéramos obligados
a autocensurarnos para no poner en peligro la vida de nuestros familiares y
colegas.
Los colegas
de Charlie Hebdo sabían el riesgo al cual estaban expuestos. Decidieron no
ceder a las amenazas. Decidieron no sacrificar su oficio, su dignidad como
artistas y como ciudadanos libres.
Hago un
llamado a los medios salvadoreños a solidarizarse con Charlie Hebdo de la forma
más contundente: publicando las caricaturas
de Charlie Hebdo, por los cuales la revista y sus editores y artistas
han sido ejecutados por los enemigos de la tolerancia. En la lucha por la
libertad no puede haber paso atrás ni moderación ni negociación…
Estoy
seguro que su revista sobrevivirá este intento de aniquilarla. El grito mundial
de “Je suis Charlie!” la hará más fuerte. Los fundamentalistas pudieron matar a
varias de las plumas geniales de Charlie Hebdo, pero son impotentes contra la
idea detrás de la revista satírica: El arte, el humor y el periodismo son
libres o no son.