La suerte está echada. Si cruzamos el Rubicón, no hay vuelta atrás. No
parece justo acatar el dicho que sentencia a un país a tener el
gobierno que se merece. No es justo pues a los habitantes de ese país
les han hecho trampa sus líderes. No les han contado la verdad, ni
tampoco les han preparado para descubrir la verdad. Esos habitantes han
sido manipulados, engañados, defraudad...os
y pisoteados en su dignidad de tal forma que su voluntad ha sido
doblegada a los intereses de una casta de politiqueros atrincherados en
esas estructuras del mal, mal llamadas partidos políticos.
No
es justo que cuando al fin la gente despierte se encuentre con que
fueron drogados por hábiles manejadores del engaño y de la mentira, cual
viles “dormilonas”, para conseguir lo que nunca lograrían si el juego
fuera limpio. De tal forma, nos encontramos en la encrucijada del no
retorno. Si nos equivocamos, perecemos colectivamente y nuestros
destinos habrán caído en las manos de quienes buscan un sistema
totalitario que sofoca las voluntades de sus ciudadanos.
Desafortunadamente, los paladines de la justicia han estado
“descansando”, desentendiéndose del quehacer político de nuestro país,
cayendo, sin darse cuenta, en la descripción que hicieran los antiguos
griegos para referirse a las personas que no se involucran en los
asuntos públicos: idiotas.
He sentido la necesidad de poner
mis cartas al descubierto. Me he sentido compelido a tomar bando muy a
pesar de mis convicciones, pero no quisiera algún día verme al espejo y
encontrarme con un pobre diablo que prefirió callar y abstenerse antes
de sacarse el disfraz de neutralidad, esa odiosa posición que se
convierte en una excusa para esconder la apatía, la cobardía y la
indiferencia.
Estuve convencido de que el único camino decente
ante el ejercicio del sufragio era la anulación del voto, argumentando
que era la última y escuálida forma de expresar nuestro rechazo pues los
que tienen secuestrada la democracia en nuestro país no nos han
permitido participar en nuestro derecho a escoger a los candidatos y nos
han ofrecido “a dedo” a lo peor de la calaña política para obligarnos a
marcar con una “X”, una bandera tras la cual se esconden personajes
siniestros con oscuras intenciones.
Esto mismo lo ha entendido
la mayoría de personas en capacidad de emitir su voto y han preferido
abstenerse de ir a las urnas. El resultado es obvio: el candidato y su
partido ganador, por el momento, lo han logrado con el beneplácito de
apenas un 30% de votos a favor. El resto ha sido repartido entre los
otros dos grandes contendientes, que de igual forma, no han logrado
obtener más que un 25% y un 7% de los votos. El resto, 47% de los
capacitados para votar, no han sentido ni la motivación ni el
convencimiento suficientes para tomarse la molestia de asistir al lugar
de votación, a pesar de que en esta ocasión, por primera vez, este lugar
era accesible tomando un corto paseo a pie.
Ahora solo nos
queda el repechaje y después de esto solo nos quedarán las
lamentaciones. Porque una cosa es obvia: los que ahora gozan de una
aparente mayoría, han expresado pública y claramente que el camino que
tomarán será el de socavar y prostituir las instituciones para
transformar el sistema en un mecanismo de ratificación acelerada de
propuestas que conducen a la perpetuación de su partido en el poder sin
contrapesos. A partir de ese momento seremos simplemente unos borregos y
nuestra capacidad de corregir el rumbo habrá sido removida totalmente.
Tendremos lo que nos han anunciado de manera cínica y descarada: un
sistema replicado de ese esperpento llamado socialismo del siglo 21. Ese
será nuestro camino hacia la servidumbre.
Me ha costado
llegar hasta aquí. He sido un detractor implacable de aquellos que han
tenido la oportunidad y el mandato popular y los han ignorado. Mi rabia
ha sido el resultado de haber puesto mis simpatías en ese partido y
haber sido defraudado. Me convertí en uno más de esa gran masa de
compatriotas que creímos en la libertad y que entendimos que ésta había
sido secuestrada, en aras de una supuesta diversidad ideológica que
solamente era un disfraz para engañar y esconder una mentalidad
totalitaria. Y ahora no me queda otro camino que declarar públicamente
que he estado equivocado.
Para esta segunda vuelta solo nos
queda trabajar para lograr que nuestras costumbres republicanas y
nuestros principios democráticos no sucumban. Sólo hay un camino y es
que el partido ARENA y sus dirigentes entiendan esto: es necesario
cambiar de rumbo y presentarle al país esos principios y esos valores
que dieron origen a su partido en medio de una guerra fratricida y que
con le paso del tiempo y haciendo abuso del poder, fueron desplazados
por intereses mercantilistas que sofocaron rápidamente el entusiasmo de
una acuerdo de nación al que se le dio el nombre de Acuerdo de Paz.
He sido un duro crítico de ARENA y ahora no me queda más que gritar a
los cuatro vientos que sus dirigentes permitan que el partido retome sus
principios fundacionales y abra sus puertas a la llegada de miles de
simpatizantes alejados por su soberbia. Este es el momento. Esta es la
última oportunidad de salvar a nuestra patria. Y aprovecho para invitar a
los buenos ciudadanos, a los que aún no han sucumbido a los cantos de
sirena del FMLN, a los jóvenes que no se sienten atraídos hacia la
política y a toda la gente buena de El Salvador, a que votemos el 9 de
marzo, no por esa ARENA descarriada de los últimos 20 años, sino por un
futuro en el que todos juntos podamos levantar una verdadera y sólida
democracia, bajo un estado liberal inclusivo y social que nos permita
convivir en paz, en libertad y en prosperidad. Ante un socialismo del
siglo 21 forjemos un liberalismo del siglo 21.
Votemos por una
ARENA LIBRE Y DEMOCRÁTICA y vigilemos su transformación y desempeño. Y
para los que seguramente me atacarán despiadadamente les aclaro: ¡no
ando buscando hueso! Seguiré intentando construir, con otros, un
movimiento patriótico, ético y solidario que reúna y fomente ciudadanos
activos y participativos dentro de un marco comprometido con el imperio
de la ley.
10 de febrero 2014
martes, 11 de febrero de 2014
Alea iacta est - la suerte está echada
De:
Hermann W. Bruch
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