Imagínense que un grupo empresarial tipo
Roble, Agrisal o Bolivar quiere construir un nuevo centro comercial, un
proyecto ambicioso del tamaño de Plaza Mundo, Plaza Merliot, o Metrocentro. La
empresa desarrolladora realiza los estudios de mercado y de factibilidad;
define que el centro va a tener cines, un hotel, una cantidad x de tiendas y
restaurantes, y dos almacenes ancla; manda a hacer los diseños; adquiere el
financiamiento con inversionista y con la banca; hace las licitaciones; contra
las compañas constructoras; gestiona los permisos pertinentes – y comienza la
construcción.
A los dos años, en un acto célebre, se
entrega la obra. Todo listo. Todo nice. Entregado a tiempo y dentro del
presupuesto. Una obra maestra que promete traer a la empresa grandes ganancias
y al municipio progreso, mediante la generación de impuestos y empleos.
Sólo falta un detalle: No hay clientes,
no hay negocios que ocupan los espacios construidos. El Centro Comercial está
listo, pero vacío. Nadie ha negociado contratos con ninguna cadena de
almacenes, con ninguna cadena de hoteles, con ninguna cadena internacional de
marcas. No hay inauguración de nada, porque no hay negocios.
Una historia absurda. Imposible que esto
pase a una empresa que se dedica a planificar, construir y vender centros
comerciales. No construirían un almacen sin saber quién lo va a ocupar y
operar. Es al revés: lo construyen a la medida para el operador. Mucho menos
una empresa permitirá que luego pasen otros 5 años sin que haya quien opere los
cines, los almacenes, el hotel, las tiendas y los restaurantes. Imposible.
Mentira. Invento mal intencionado.
Pero esto es exactamente lo que pasó (y
sigue pasando) a El Salvador. El país comenzó en 2002 a planificar el Puerto de
La Unión, que iba a convertir a nuestro país en “el centro logístico de
Centroamérica” y a zona de La Unión en un “polo de desarrollo” que sacaría a
todo el Oriente salvadoreño del retraso económico y productivo.
No iba a ser sólo un puerto, sino un
centro logístico-productivo, con bodegas, con industrias que agregan valor a
los materiales que recibe el puerto. Una ciudad portuaria. Miles de empleos.
Iba a ser el punto de partida de un “canal seco” que vincula el Golfo de
Fonseca con puertos en el Atlántico.
Cuesta creerlo, y aunque todos en algún
momento lo sabíamos, tendemos a olvidarlo: El gobierno de Elías Antonio Saca
inició la construcción del puerto La Unión en el año 2005 sin preparar la
legislación necesaria para negociar su concesión con un operador calificado. Ni
siquiera definieron qué tipo de operador necesitamos para convertir el puerto
en “motor de desarrollo’. Peor aún, el gobierno de Saca dejó pasar los 4 años
que duró la construcción sin ni siquiera someter a discusión nacional o
legislativa la pregunta si necesitamos a un operador privado o si el Estado,
mediante CEPA, puede operarlo exitosamente. Parece mentira: Esta discusión
comenzó cuando en diciembre del 2008 los constructores japoneses entregaron al
gobierno salvadoreño un puerto y alguien dijo: ¿Y hoy qué hacemos?
Una cosa interesante: En esta discusión
sobre qué y cómo hacer con el puerto La Unión, se perfiló por primera vez esta
coalición que ahora ya estamos hartos a ver dañando la economía salvadoreña: el
Frente unido con el PCN y un sector de ARENA, en aquel entonces dirigida por
Saca. Esta alianza en el 2009 bloqueó el proceso de concesión del puerto
promovido por la vicepresidente Ana Vilma de Escobar, por la Comisión Nacional
de Desarrollo (Q.E.P.D.), por otros sectores de ARENA y por la mayoría del
sector privado. ¿Será coincidencia que es precisamente la misma coalición que
ahora está haciendo todo lo posible para hacer fracasar el otro gran proyecto
de un asocio público privado: la Geotérmica. Sólo que ahora quienes bloquearon
la concesión del puerto (y lo siguen haciendo hasta la fecha) y quienes quieren
sacar del país a nuestro socio estratégico en la energía geotérmica, la
italiana ENEL, han salido de ARENA y son abiertamente socios del FMLN.
Usted me dirá: ¿Por qué vuelve a contar
esta historia vieja? Ya todos sabemos esto. Es cierto: Todos lo sabemos, pero
parece que no hemos aprendido nada. Si no, no hubiéramos permitido que pasen 5
años más y otro gobierno – y no existe puerto que trabaje en La Unión. El
desarrollo está bloqueado. En La Unión y en el sector energético.
(El Diario de Hoy)