Esta vez no sé a quién dirigir mi carta.
No por falta de tema, porque sé exactamente lo que quiero decir. Quiero
preguntar qué diablos pasó con los 900 mil dólares que en el presupuesto
nacional del año 2013 fueron asignados al Instituto de Acceso a la Información.
Resulta que los directores de este Instituto, juramentados hace 2 meses, aun no
disponen ni de un centavo de este presupuesto. No pueden cumplir su mandato:
vigilar que el gobierno cumpla con la transparencia que le ordena la ley.
Pero, ¿cómo cumplir si no les liberan los
fondos asignados para funcionar, por ejemplo para investigadores?
El gobierno dice que el dinero existe:
“El Ministerio de Hacienda optó por utilizar la partida presupuestaria de la
Secretaría para Asuntos estratégicos como una especie de resguardo temporal
para los $900 mil asignados al IAIP”, dice Casa Presidencial en su página Web.
Para entender esto, hay que contar un historia graciosa: La Asamblea aprobó la
Ley de Acceso a la Información Pública, conocida por Ley de Transparencia. Esta
ley crea el Instituto de Acceso a la Información Pública IAIP como ente rector
y para vigilar el cumplimiento de la ley. Pero el presidente se niega a nombrar
a los directores del IAIP, porque no le gustan los nombres que, conforme a la
ley, conforman las ternas. Por esto no existe el instituto cuando se aprueba el
presupuesto, y se inventan el mecanismo del “resguardo” en Casa Presidencial.
Al fin la Corte Suprema pone orden y el presidente tiene que nombrar a los
directores de la ternas existentes. Pero a los directores los tienen
pendejeando: en dos meses no le han hecho la transferencia de los 900 mil
dólares de Casa Presidencial al Instituto.
Cuando las transferencias son al revés, o
sea de cualquier cartera hacia Casa Presidencial, la hacen en dos patadas: El
ministro presenta la solicitud a la Asamblea, los diputados del Bloque aprueban
a ciegas, y ahí va el pisto. Pero en este caso, todo lo contrario.
¿Pero a quién dirijo la carta para tocar
este desmadre? Resulta que el funcionario que recibió el dinero “en resguardo”,
el entonces sub-secretario de Transparencia Marcos Rodríguez, ya abandonó el
barco de la presidencia y se pasó directamente a la campaña del profe Sánchez
Cerén. Su jefe Hato Hasbún, el secretario de Asuntos Estratégicos, tiene que
atender asuntos más estratégicos apagando todos los fuegos que se le encienden
al gobierno. Además lo nombraron ministro de Educación. Podría escribir al
ministro de Hacienda, quien tendría que haber hecho el trámite con la Asamblea
para la transferencia. Sólo que este señor no toma decisiones políticas. Podría
dirigirme al presidente, pero es él que obviamente no quiere que este Instituto
asuma sus funciones de vigilancia y obligue al gobierno a cumplir con la
transparencia.
Hay un vacío en el gobierno. El encargado
de transparencia renunció y la vacante no ha sido llenada. El secretario
Hasbún, teóricamente responsable supremo del área transparencia, asumió el
ministerio más grande del país - y la vacante en Casa Presidencial no ha sido
llenada.
Así que mando la carta al vacío, a ver si
alguien se siente aludido. Con una pregunta bien simple: ¿Qué diablos pasa con
el presupuesto aprobado para hacer que se cumpla la ley de transparencia? Sólo
hay dos explicaciones: O se lo han gastado en Capres, o quieren seguir
boicoteando la transparencia. ¿Cuál de las dos es?
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)