Yo sé que vos tenés un sentido muy desarrollado de lealtad. Por esto nunca te escuché hablar mal del presidente. Habías decidido apoyarlo en su campaña electoral, cosa que nunca voy a entender porqué. Luego aceptaste servirle de embajador en Washington, cosa que tampoco entiendo porqué. Me imagino querías servir a tu país. Fuiste un embajador leal, al país y al presidente. El problema es que este hombre no sabe lo que significa lealtad. Cosa que nunca querías creer a tus amigos.
Hoy lo aprendiste a la brava. Por un
berrinche de su señora esposa, el presidente de la República dio órdenes a su
canciller darte una patada. La señora, en sus frecuentes viajes a Estados
Unidos, exigió siempre la máxima atención a todo el personal de la embajada.
Para ella, el embajador es un ejemplar más de la corte presidencial, alguien a
la plena disposición de su señoría.
Por más lealtad que sentiste deberle, por
más paciencia que comandaste, en algún momento no eran satisfactorias tus
atenciones. Ojala que algún día no tan lejano, vos hagás público por qué tipo
de pleito trivial que armó su señora, el presidente de la República cambió a su
embajador en Washington. Yo se que, por más desleal que te hayan tratado, tu
lealtad te impide contarlo en público, Paco. Así que a lo mejor el pueblo
salvadoreño nunca se va a enterar porqué de repente mandaron al carajo a
nuestro embajador en Washington. Ojala que algún día revelés en público qué
tuvo que ver un cantante de rock con el despido del embajador salvadoreño en
Washington.
Hablando de la parte internacional de la
Secretaría de Intrusión, me temo que tampoco conoceremos las razones verdaderas
del cambio de nuestros embajadores ante Naciones Unidos y la OEA. No hay que
tomarse tan en serio lo de la transparencia...
Paco, ¿y ya contaste a nuestro amigo
Rubén Zamora qué es lo que le espera en su nuevo cargo como embajador en
Washington? Yo entiendo que el pobre estaba sufriendo de marginación en su
embajada en la India, pero por lo menos ahí nunca va nadie de la corte
presidencial a molestarlo. Yo no dudo que alguien como Rubén en Washington
puede hacer un buen trabajo para nuestro país. La cuestión es si lo dejan...
Bueno Paco, gusto saludarte. Ya que dejás
de ser parte de este gobierno, tal vez podamos retomar nuestra vieja amistad.
Cuidado, Paolo Lüers
(Más!)