La propuesta de los Municipios de Paz, o sea de acuerdos locales de entendimiento entre pandillas y la comunidad local, está sobre la mesa, la lanzaron los mediadores (monseñor Fabio Colindres y Raúl Mijango), porque saben que este proceso iniciado con la tregua entre las pandillas no puede estancarse. O avanza y se materializa en beneficios para la sociedad, o se muere.
Ahora todo depende de las respuestas. Los mediadores desafiaron a los pandilleros y exigieron que se pongan claro: ¿Están dispuestos a entrar en un proceso irreversible de paz con la sociedad? Entonces avancemos donde están dadas (o podemos crear) las condiciones, en vez de esperar que por arte de magia se resuelvan los problemas a nivel nacional. Creamos zonas de paz en los municipios donde hay condiciones (donde hay alcaldes que entienden la oportunidad histórica de la tregua; donde hay empresarios dispuestos a abrir puertas de reinserción; donde hay líderes comunales y pandilleriles con los huevos para romper moldes en favor de la paz...).
No sé a quién se le ocurrió hablar de Municipios Santuarios. Es la palabra equivocada. Da la impresión de que se quieren crear zonas adonde los pandilleros se pueden refugiar y proteger de la ley. Pero nadie tiene esta idea absurda, ni siquiera los pandilleros. No buscan refugio, sino inserción social.
¿Qué es lo que los mediadores exigen en su propuesta? A las pandillas les exigen tajantemente que en los municipios que se definan como zonas de paz, suspendan cualquier actividad delictiva: cero violencia, cero extorsión, cero venta de drogas, cero secuestros, cero robos. Al Estado le exigen que en estos municipios, y siempre cuando los pandilleros cumplan con la suspensión de actos delictivos, dejen de aplicar la ley antipandillas. O sea, que sigan capturando a quienes tengan órdenes de captura, que sigan persiguiendo a quien cometa delitos, pero que se abstengan de capturar a pandilleros sólo por su pertenencia a las pandillas, sin haber cometido delito.
Y a la sociedad civil (alcaldías, asociaciones de vecinos, ADESCOS, empresariado local, iglesias, líderes comunitarios) le exigen participar en acuerdos locales de paz, de reinserción social y productiva, y de prevención de la violencia.
Es una iniciativa audaz y correcta. En lo macro existen demasiado problemas y obstáculos que no permitirán que a nivel nacional este proceso avance. A nivel nacional reinserción, concertación y reconciliación son palabras muy grandes y abstractas. Pero esto no significa que el proceso no pueda avanzar y producir resultados concretos e inmediatos, adonde existan mejores condiciones, menos obstáculos, más voluntad y liderazgos adecuados. Y si la paz, la reinserción y la reconciliación son posibles en una comunidad o en un municipio, se impulsa una dinámica que permitirá avanzar en otros municipios.
En estos días veremos si los pandilleros entienden el carácter revolucionario de esta propuesta. Tendrían que salir al público y explicar, en términos claros, hasta dónde están dispuestos a llegar con la reducción de la violencia. Tendrán que explicar que no buscan santuarios, sino que están dispuestos (primero en ciertos municipios, pero en el fondo y a mediano plazo en todo el país) a garantizarle a la población todos sus derechos: de libre movilización, de una vida sin miedo y sin riesgos para sus vidas. Me imagino que esto querían expresar los mediadores cuando hablaron de "santuarios": una zona donde la vida y la libre movilización de todos son sacrosantos, inviolables.
Esperemos que hablen los pandilleros. Y luego, si ellos aceptan este nuevo reto, el Estado tiene que actuar: las alcaldías, que tienen que asumir liderazgo local para la paz; el Gobierno, que tiene que reorientar sus programas sociales en función de hacer viable la paz y la reinserción; la policía, que tiene que operar de otra manera; la Asamblea, que tiene que suspender o modificar la ley antipandillas.
Y la última palabra la tendrá la sociedad. ¿Quiere aprovechar esta oportunidad? ¿Quiere construir la paz? Tamaño reto que nos plantea la realidad. ¿Que incluye retos? Por supuesto. Entre todos los tendremos que enfrentar. Con realismo, pero también con la capacidad de desafiar la realidad para cambiarla.
(El Diario de Hoy)