Pongamos el ejemplo de nuestro sistema monetario. Cada vez que alguien dice "desdolarización", se genera incertidumbre. Si es algún economista desfasado, un poquito. Si es alguien cercano al gobierno, más. Si es alguien con poder dentro del gobierno o del partido de gobierno, aún más.
Habló el presidente: "Por parte de mi gobierno, no habrá desdolarización". Que bueno, por lo menos de aquí a 2014 tendremos certidumbre temporal, si podemos confiar en la palabra del presidente. ¿Y de 2014 en adelante? ¿Y por parte de un gobierno del FMLN sin Funes, si es que el partido de gobierno gana en el 2014, qué certidumbre tenemos? Ninguna.
El país necesita inversiones. Pequeñas y grandes. Por lo menos las grandes necesitan certidumbre a largo plazo. Un proyecto de inversión grande, si ahora se decide, comenzará a funcionar en tres, cuatro o cinco años. Uno nunca sabe quién va a gobernar en cinco años. Mientras uno de los partidos que puede llegar a gobernar en 4 años siga pensando en cambiar las reglas del juego económico y político, no existe el tipo de certidumbre que necesitan las inversiones grandes, que impactan nuestra economía a largo plazo, para decidirse a apostar a El Salvador.
No es suficiente que el presidente diga que en su gobierno no habrá desdolarización. Para que haya certidumbre, lo tiene que decir el partido que compite por la presidencia en el 2014. Y si este partido no lo dice, con claridad y de manera irreversible, el presidente de la República –si realmente quiere generar certidumbre– tiene que tomar posición y decir: No voy a apoyar al FMLN ni en el 2012 ni en el 2014, ni activamente ni pasivamente. O está conmigo construyendo certidumbre, o está contra mi apuesta a la certidumbre...
La disyuntiva de mantener o modificar la dolarización es sólo uno de los grandes problemas donde esta lógica aplica. No es suficiente que el presidente haya dicho que no está en favor de la penalización delitos relacionados con el uso de la libertad de expresión; lo necesitamos escuchar del partido del gobierno, el FMLN. Y del otro partidito de gobierno que se llama GANA. Y si no, tenemos que escuchar del presidente que no va a estar del lado de estos partidos en las elecciones del 2012 y del 2014.
Y así en otros temas: control de precios por parte del estado; erosión de la democracia representativa en favor de lo que el FMLN llama democracia directa o popular; acercamientos al ALBA; política tributaria. El FMLN está hablando que generosamente a las empresas les va a permitir ganancias de 20%, lo que significa que va a tomar medidas que eviten que las ganancias sean más altas. El presidente de la República, si quiere aportar a la generación de certidumbre y confianza, tiene que hacer las alianzas políticas pertinentes para evitar que estas visiones del FMLN, en un futuro, se vuelvan políticas oficiales. No es suficiente decir que él no está de acuerdo, porqué él solamente va estar hasta el 2014, y la certidumbre necesita alcances mayores.
Pero hay otros factores que generan incertidumbre. Cada día que pasa sin que el ex presidente Tony Saca tome posiciones de oposición y de voluntad de enfrentarse al FMLN en las batallas electorales de 2012 y 2014... genera más incertidumbre.
Cada día más que PCN y PDC sostienen políticas de estar con una pata en el gobierno y con la otra en la oposición... genera incertidumbre.
Cada día que el empresariado y sus voceros no asuman una posición que combine la defensa consecuente de nuestro sistema de libertades políticas y económicas con propuestas claras y compromisos de cómo combatir la pobreza... genera incertidumbre.
Cada centímetro de terreno que ARENA no ocupe en el centro del espectro político y socioeconómico, atrincherándose en posiciones conservadores; y cada día que ARENA pierda para convertirse en la fuerza motriz del reformismo, del liberalismo y del pluralismo... es pérdida en la batalla por construir certidumbre y confianza.
Por default (porque no hay otro que puede asumir esta responsabilidad), ARENA tiene el compromiso histórico de convertirse en el movimiento plural, democrático, libertario que necesita el país para hacer las reformas que son indispensables para fortalecer y blindar la institucionalidad democrática y la economía social del mercado.
La izquierda democrática ha fallado ante esta responsabilidad, algunos por sus pactos errados con la izquierda antidemocrática, otros por falta de incidencia. Ahora queda en manos de la derecha democrática y liberal asumir esta responsabilidad. Por esto hay que señalar: Cada día que ARENA (sea por falta de claridad, o cobardía, u oportunismo, o claudicación) pierde en asumir ofensiva y abiertamente esta tarea, abona a la incertidumbre que tiene secuestrada al país y su economía.
(El Diario de Hoy)