Cedo este día el espacio de mi carta al doctor Fabio Castillo, prominente jurisconsulto y ex-coordinador general de su partido FMLN, quien en una entrevista televisiva le hizo algunos planteamientos a usted.
“Hay cosas en las que la empresa privada tiene razón y cosas en las que no tiene. Tiene razón, por ejemplo, en lo de la declaración patrimonial. No le veo sentido a hacer una declaración patrimonial que no va a tener ninguna consecuencia. Si tú pones una declaración patrimonial es para poner algún tipo de impuesto sobre tu capital líquido. Pero nos han dicho que eso no va a pasar, ¿entonces, para qué van a declarar los bienes las personas? No tiene sentido.
Además, el Presidente vetó, bien, él está en su derecho de vetar por razones de conveniencia o inconstitucionales. Lo vetaba por inconstitucional, diciendo que de acuerdo a la Constitución estamos obligados a proteger la vida, la salud, etcétera, y que para eso se necesitan recursos.
Entonces, quiere decir que la declaración patrimonial sí es para que el Estado tenga recursos, no es como nos habían dicho.
No sé quién sea ahora el asesor jurídico del Presidente, yo definitivamente no...
En qué voy a proteger yo la vida de los salvadoreños con ir a declarar los pocos bienes que tengo, o los muchos que tienen algunas personas? ¿En qué le ayudo al pueblo salvadoreño con eso?
Sí podría ser alguna ayuda si sobre eso tuviera que pagar algún impuesto, pero el gobierno se ha empeñado en decirnos que no.”
Y más adelante el doctor Fabio Castillo hizo unos planteamientos que, para mi entender, también llevan como destinatario al presidente de la República. A la pregunta de por qué no puede ser Fabio Castillo candidato presidencial del FMLN, contestó: “No tengo ni las cualidades ni los defectos indispensables para ser presidente de El Salvador: la soberbia, la ingratitud, el olvido inmediato de las
promesas electorales....”
Aprovecho esta carta para hacerles llegar estos planteamientos del doctor Fabio Castillo, porque entiendo que van con dedicatoria. Y porque usted no estaba en el país, cuando el doctor Castillo le dirigió estas palabras.
Saludos, Paolo Lüers
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