La Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, que prometió crear un nuevo y utópico “Socialismo del siglo XXI”, ha tenido repercusiones significativas en toda América Latina a pesar de haber producido poco de lo prometido. Dos de los aliados incondicionales de Chávez, Evo Morales, de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador, cuyas campañas ayudó a financiar, llegaron al poder con mandatos sin precedentes para ayudar a sus naciones a salir de años de incertidumbre y caos político.
Estas revoluciones han sido traicionadas desde sus inicios y, en el fondo, son profundamente antidemocráticas. Esto es particularmente trágico en Bolivia y Ecuador, cuyo doloroso retorno en los años ochenta de unas dictaduras militares, con frecuencia brutales, a una democracia semifuncional exigió una lucha dura y, en muchos sentidos, revolucionaria. El poder transformador del movimiento democrático se vio en la tolerancia de líderes de oposición como Morales y Correa, cuyo ascenso al poder no se hubiera dado nunca sin una inquebrantable libertad de prensa y de opinión, lo que les permitió plantear sus propuestas y dejar en el ambiente la idea de que abandonarían el cargo si llegaran a perder en una contienda electoral honesta –la misma libertad que ahora le niegan de manera sistemática a sus oponentes–.
En lugar de cumplir con sus promesas revolucionarias de renovación democrática, estableciendo la igualdad bajo la ley y fortaleciendo las instituciones democráticas, los estados bolivarianos han hecho todo lo opuesto. Los siguientes son algunos puntos que con frecuencia pasan inadvertidos.
Morales y Correa, con el apoyo de Chávez, se han embarcado en sendas campañas para silenciar los medios independientes; “criminalizar” la oposición, valiéndose de una rama judicial que controlan para declararla ilegal; dividir al mundo político entre “nosotros” y “ellos”; ampliar los vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC–, una organización designada como terrorista a nivel internacional, y establecer una opaca pero creciente alianza con Irán, una nación bajo sanción económica por su programa nuclear.
En resumen, han ido reestableciendo un caudillismo corrupto, sin ningún tipo de control, basado en el deseo de perpetuarse indefinidamente en el poder y colocar las instituciones al servicio de sus propios fines. Para facilitar esto, han hecho causa común con el principal patrocinador del terrorismo, una nación con la cual no tienen ninguna afinidad cultural, ningún idioma, religión o interés en común, con excepción del deseo expresado de destruir a Estados Unidos.
La narco-riqueza
La acción más peligrosa que han emprendido quizá sea el uso de la narco-riqueza de las FARC, con los ingresos petroleros de Venezuela como cobertura de legitimidad, para alimentar las llamas de la insurgencia armada contra los Estados no bolivarianos del hemisferio. La profundidad de esta acción quedó de manifiesto en los archivos del computador de las FARC, capturado al comandante Raúl Reyes, quien murió el 1 de marzo de 2008 cuando las tropas colombianas bombardearon su campamento en Angostura, Ecuador.
El actor principal en este campo es el Movimiento Continental Bolivariano (MCB), conocido antes como la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB). Según los documentos de Raúl Reyes, la CCB fue fundada en agosto de 2003 con la aprobación de Chávez y la financiación de las FARC. Cambió su nombre de manera formal durante su reunión anual efectuada en Caracas en diciembre de 2009.
En cada sesión del movimiento, el conferencista principal es un miembro de la cúpula de las FARC, y los delegados analizan la manera de avanzar con la revolución armada en Chile, Perú, América Central y otros lugares. Un líder de las FARC es uno de los presidentes. Una de las principales razones por las cuales el Ejército de Colombia decidió actuar en contra del campamento de Angostura en 2008 fue que la sesión plenaria de la CCB se había realizado ese año en Quito.
Los servicios de inteligencia colombianos y estadounidenses detectaron, además de las numerosas visitas al campamento de Angostura, antes y después de las plenarias, otro motivo de preocupación. Las FARC estaban sacando provecho de que las sesiones se estaban adelantando en lugares públicos, con el consentimiento del gobierno de Correa, para reunirse con numerosas delegaciones de grupos terroristas, incluyendo a la ETA de España, el MRTA del Perú, el Ejercito Provisional Republicano de Irlanda –IRA– y otros. La preocupación yacía en que estos contactos podrían brindarle a las FARC la oportunidad de adquirir nuevas tecnologías y entrenamiento militar, además de abrirse paso en las redes del terrorismo internacional. Los mexicanos que murieron durante el bombardeo eran parte de una delegación de visitantes de ese país que buscaba estrechar vínculos con la organización terrorista.
Otra consecuencia de la bolivarianización que Venezuela ha exportado a Ecuador y Bolivia es el dramático incremento en la criminalización del Estado y la creación de santuarios para el narcotráfico. Ambos países han sufrido un dramático aumento en la producción de cocaína, y Venezuela se ha convertido en un centro de trasbordo para la droga que hace tránsito hacia Estados Unidos vía el Caribe y para los nuevos flujos de cocaína que van hacia el África Occidental. Dada la crisis financiera en estos países y el apoyo declarado a las FARC, hoy por hoy el mayor fabricante de cocaína refinada del continente, no es difícil deducir que el Estado se beneficia del aumento en la producción de cocaína.
Como el gobierno colombiano ha logrado expulsar a las FARC del centro del país, Ecuador, viejo santuario para los guerrilleros, se ha convertido en zona de abastecimiento y producción para los insurgentes. Las FARC han establecido, por primera vez en la historia, grandes laboratorios para la fabricación de drogas en territorio ecuatoriano, que se encuentra bajo el control del frente 48 de las FARC. Oliver Solarte, un mando medio de ese frente, es el encargado de negociar con los compradores mexicanos que llegan a Lago Agrio, en inmediaciones de la provincia de Sucumbíos, para comprar cocaína de las FARC en territorio ecuatoriano.
Fue a cambio de esta libertad de acceso a la región que las FARC donaron por lo menos 100,000 dólares a la campaña presidencial de Correa, negociando directamente con algunos de los miembros de mayor jerarquía de su administración. La organización de narcotraficantes que reunió a los mexicanos con los operadores de las FARC estaba manejada por los hermanos Ostaiza, quienes mantienen vínculos cercanos con el aparato interno de seguridad de Correa.
Ecuador ofrece ventajas significativas. Una es la geográfica –está en la escasamente monitoreada costa Pacífica, lo que hace que el movimiento de cocaína hacia el norte sea menos arriesgado, en especial desde el cierre en 2009 de la base militar estadounidense ubicada en Manta–. La segunda es la dolarización de la economía, que facilita el pago de la cocaína de la FARC por parte de los mexicanos, que no se ven sometidos a ningún mecanismo de cambio. Los narcotraficantes mexicanos llegan a Ecuador, depositan sus pagos en cuentas controladas por las FARC y la guerrilla retira el dinero mediante el uso de tarjetas de débito en la red de cajeros automáticos del país. El sistema bancario de Ecuador es tan turbio que la Financial Action Task Force (FATF) lo coloca entre las jurisdicciones de más alto riesgo en el mundo en un informe publicado en febrero de 2010, junto con los sistemas de Irán, Corea del Norte y Etiopía.La dolarización y una banca poco transparente han hecho también que Ecuador se convierta en lugar atractivo para las inversiones hemisféricas de Irán, que buscan evadir las sanciones internacionales debidas a su programa nuclear.
La relación bancaria más importante se da entre el Export Development Bank of Iran (EDBI) y el Banco Central de Ecuador, según un acuerdo firmado en noviembre de 2008, pero que sólo se hizo público un año después. El punto central de acuerdo es un depósito por 120 millones de dólares del EDBI en el Banco Central de Ecuador, que serán utilizados para fomentar el comercio entre las dos naciones.
Esta cifra parece inusualmente alta para una actividad comercial legítima, si se tiene en cuenta que la suma del comercio entre las dos naciones jamás ha excedido los 2.3 millones de dólares, cifra que se alcanzó en 2003. En 2006 y 2007, Ecuador registró cero exportaciones hacia Irán e importó tan sólo 27,000 y 16,000 dólares respectivamente. Un mes antes de que se firmara el acuerdo con el Banco Central de Ecuador, el EDBI fue sancionado por la Oficina de Control de Activos Externos (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, y acusado de alentar la proliferación de armas de destrucción masiva. El EDBI fue sancionado por “proveer servicios financieros al Ministerio de Defensa y Logística de las Fuerzas Armadas de Irán”, en un esfuerzo por hacer “avanzar los programas de armas de destrucción masiva de Irán”.
Hay, además, otra complicación. De acuerdo con el “Protocolo de Cooperación” firmado entre el Banco Central de Ecuador y el EDBI, en su punto número seis, el EDBI manifiesta su disposición de establecer una sucursal del Banco Internacional de Desarrollo (BID) en la República de Ecuador.
Se supone que el BID es un banco venezolano, sobre el cual el EDBI no ejerce ninguna influencia. De hecho, el BID, que fue sancionado al mismo tiempo que el EDBI, es propiedad del Banco Saderat, una institución iraní bajo sanción tanto por Estados Unidos como de las Naciones Unidas. El BID fue sancionado porque de acuerdo con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos actuaba en representación del EDBI. Según un informe de la OFAC, el Banco Saderat ha sido un facilitador importante de las actividades financieras de Hezbollah y ha servido de medio de contacto del gobierno de Irán con Hezbollah, Hamas, el comando central del Frente Popular de Liberación de Palestina y el Jihad Islámico Palestino.
La doctrina militar
En el modelo MAS de Morales, los limites tradicionales de la democracia entre los movimientos sociales y el gobierno fueron borrados, lo que significa que uno está “adentro” o está “afuera”, y no se tolera ningún punto intermedio. La fusión de partido, grupo social y gobierno está claramente representada en el mismo Morales, quien lidera las tres posiciones de manera simultanea: es presidente de la nación, presidente del sindicato de cultivadores de coca y líder del MAS. El modelo se apoya en la constante movilización de sus seguidores para luchar contra el enemigo, lo que a su vez implica la constante necesidad de un contrincante. Y para luchar contra el adversario, sea éste interno o externo, Morales necesita del apoyo de sus propios enemigos tradicionales, las fuerzas militares y las policiales.
En ningún sector se hace más evidente la influencia venezolana en Bolivia que en su relación militar. Los dos países firmaron un acuerdo bilateral poco después del ascenso de Morales al poder, mientras depuraba de manera acelerada el alto mando militar del país de la mayor parte de su liderazgo. El acuerdo fue propuesto por Venezuela para capacitar a las tropas bolivianas, mejorar el equipamiento de las tres ramas de las fuerzas armadas, ayudar en la redacción de una nueva legislación militar, diseñar un “control democrático” sobre los militares, y financiar la construcción de dos bases militares y 10 puntos de control de aduanas y fronteras en las regiones fronterizas de Bolivia, en especial donde la oposición es más fuerte.
Bajo la tutela de Chávez, Morales pasó de una postura antagónica frente a los militares a un intento por reclutar al liderazgo militar como su aliado. Para lograr esto, procedió primero a una purga de los rangos superiores, retirando a aquellos que él consideraba desleales o que criticaban la influencia venezolana, para luego comprometer a las fuerzas militares en proyectos de desarrollo tradicionalmente adelantados por los gabinetes ministeriales civiles.
Lo que lleva la relación militar entre Bolivia y Venezuela un punto más allá de lo normal, en el toma y daca de la política regional, es la doctrina castrense que imparte Venezuela mediante su entrenamiento y su asistencia. Se trata de una militarización totalmente compatible con las estrategias de Hezbollah, que otros grupos radicales islámicos ya están practicando, y que hasta cierto punto ha sido adoptada por Irán, el patrocinador principal de estas agrupaciones. Esta doctrina provee una vía importante para entender los vínculos que unen a Venezuela y a Bolivia con Irán, y su creciente relación militar. Los ministerios de defensa de Venezuela e Irán, por ejemplo, acaban de firmar un memorando de entendimiento diseñado para deteriorar la influencia de estadounidense en la región.
Desde el año 2005, Chávez ha venido reescribiendo la doctrina de seguridad de Venezuela con el fin de desterrar de ella toda influencia “imperialista”. Para reemplazar la antigua creencia, Chávez y el liderazgo militar venezolano se han enfocado en el desarrollo de un discurso que gira alrededor de una guerra asimétrica, bajo la creencia de que la amenaza más importante para la seguridad de Venezuela es una invasión por parte de Estados Unidos.
Uno de los libros más importantes en los que se han basado es La guerra periférica y el Islam revolucionario: orígenes, reglas y ética de la guerra asimétrica, del ideólogo y politólogo español Jorge Verstrynge. A pesar de que él no es musulmán y que el libro no fue escrito como consecuencia de la experiencia venezolana, el texto de Verstrynge alaba al radicalismo islámico (al igual que a los terroristas del pasado, como Ilich Ramírez Sánchez, mejor conocido como Carlos el Chacal) por ayudar en la expansión de los parámetros de lo que debería ser la guerra irregular, incluyendo la utilización de armas biológicas y nucleares en conjunto con las correspondientes muertes de civiles del enemigo.
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Antes de referirse extensamente al cómo fabricar armas químicas y de enumerar lugares para obtener información acerca de la manufactura de bombas nucleares rudimentarias que podrían “ser fabricadas por cualquiera que hubiese cursado un bachillerato”, Verstrynge escribe: “Ya sabemos que es equivocado limitar la guerra asimétrica a la guerra de guerrillas, pero es importante. Sin embargo, no es un error tampoco usar cosas que se podrían calificar de terroristas y utilizarlas en la guerra asimétrica. Y nosotros tenemos superterrorismo, dividido en terrorismo químico, terrorismo biológico (que utiliza métodos biológicos y bacteriológicos) y terrorismo nuclear, lo que significa el tipo de terrorismo que usa la amenaza de un ataque nuclear para alcanzar sus metas”.
Verstrynge fue invitado por Chávez como conferencista principal en un seminario en 2005 dirigido a los líderes militares y titulado Primer Foro, Militar de Guerra de Cuarta Generación y Conflicto Asimétrico, que se realizó en la academia militar. Después de la conferencia, Chávez ordenó la impresión de una edición de bolsillo del libro y la distribuyó entre los oficiales de las fuerzas armadas con órdenes de ser estudiado de principio a fin. En una entrevista realizada el 12 de diciembre de 2008 en la televisión estatal venezolana, Verstrynge alabó a Osama bin Laden y a Al Qaeda por crear un nuevo tipo de guerra “desterritorializada, desestatalizada y desnacionalizada”, una guerra donde los terroristas suicidas actúan como una “bomba atómica de los pobres”.
La Revolución Bolivariana es descrita con frecuencia como la lucha histórica por llevar la democracia verdadera a una región oprimida y explotada. La realidad es que no es una revolución, sino más bien una regresión a los males que han plagado a América Latina por décadas: gobierno autoritario en manos de un solo gobernante que se ve a si mismo como el representante del pueblo y que confunde sus logros personales con los logros de una nación. En Ecuador y en Bolivia tenemos Estados corruptos, profundamente dependientes de los dictados del extranjero y su ayuda financiera, en los que hay un colapso de la democracia institucional y constantes intentos por silenciar la disidencia. Para sostenerse en el poder, los líderes se apoyan cada vez más en Estados delincuentes y en organizaciones criminales transnacionales. Ésta no es la Revolución que Simón Bolívar reconocería.
(Tomado de Poder 360. El autor es Senior Fellow International Assessment and Strategy Center. Ex corresponsal de UPI en El Salvador y del The Washington Post para América Latina. Obras más extensas del autor sobre el tema se pueden consultar en www.strategycenter.net.)