El gran logro de los casos penales
contra Saca y Funes es que ya no nos queda duda sobre cómo y desde dónde
opera la corrupción: desde Casa Presidencial.
Por tanto, ya sabemos cómo combatir la corrupción: cortándole la
cabeza, el centro operativo, el puesto de mando – o sea cambiar de fondo cómo
funciona Casa Presidencial.
Saca y sus lugartenientes diseñaron un
sistema relativamente simple y sumamente audaz para robar cientos de millones
de dólares al Estado – y Mauricio Funes y sus lugartenientes (algunos siendo
los mismos de la época de Saca) lo heredaron y perfeccionaron.
Lo primero que se necesita para armar
esta operación: establecer la presidencia como centro único del poder
gubernamental. Armar en Casa Presidencial un sobre gobierno, junto con tus
lugartenientes incondicionales, dejando fuera de las decisiones y de toda
capacidad de control al Consejo de Ministros.
Entonces, para desarmar el esquema mafioso, lo primero que tiene que
hacer el próximo presidente es limpiar Casa Presidencial: desmontar el sobre-gobierno
ahí instalado, y volver a establecer la institucionalidad del Consejo de
Ministros.
Lo segundo que hizo el equipo de Tony: multiplicar
los fondos reservados a disposición libre de Casa Presidencial – fondos que
pueden gastar (y si quieren, robar) sin ninguna rendición de cuentas ni
auditoría. Para multiplicar la ‘caja negra’, establecieron un mecanismo
novedoso: asignaron a todos los ministerios partidas infladas artificialmente.
Estos fondos eran exclusivamente para reportarlas como ‘sobrantes’, para que
Hacienda los podía transferir (sin ninguna autorización de la Asamblea
Legislativa) a Casa Presidencial, engrosando la partida de ‘fondos reservados’.
De esta manera, Tony Saca logró aumentar su ‘caja negra’ por 240 millones de
dólares que se sumaron a las partidas originales asignadas a Capres. De estos
fondos (algo entre 300 y 350 millones de dólares) pagaron sus operaciones
políticas clandestinas (como por ejemplo financiar la creación de GANA), los
sobresueldos, etc. También pagaron gastos reales, como los de la Inteligencia
del Estado – y el resto se lo robaron y lo transfirieron a cuentas personales o
de sus empresas. El mismo mecanismo, con algunas innovaciones (un esquema de prestanombres)
lo usó después Funes.
Entonces, lo segundo que tiene que hacer el próximo presidente es:
erradicar las asignaciones ficticias en el presupuesto; prohibir cualquier
transferencia a Casa Presidencial sin aprobación de la Asamblea; y erradicar el
concepto de los ‘fondos reservados’. Todos los gastos tienen que ser auditados
– aunque algunas, como las de Inteligencia, no puedan ser públicos. Aunque los
mecanismos de la corrupción presidencial ya han sido revelados, el actual
gobierno no los ha erradicado del todo. Esto tocará al presidente que elijamos…
Todo este esquema de corrupción sistemática
dirigida desde Casa Presidencial solo pudo funcionar bajo la protección de un
manto de impunidad. Nunca hubiera funcionado con una Corte de Cuentas independiente
y profesional, ni tampoco con fiscales generales que no fueran parte de la trama.
Entonces, lo que el próximo gobierno tiene que promover son
acuerdos políticos y legislativos para reformar la Corte de Cuentas y el
Tribunal de Ética, y para fortalecer la Fiscalía General y Probidad.
Todos los candidatos a la presidencia y
vicepresidencia han hablado de la corrupción. Con más o menos credibilidad han
anunciado cómo piensan combatirla. Pero a la hora de firmar un compromiso
contra la corrupción, a invitación de docenas de universidades y organizaciones
cívicas, solo las fórmulas de ARENA y VAMOS se hicieron presentes y firmaron el
documento. El FMLN por lo menos mandó a Gerson Martínez, pero GANA quedó fiel a
su estrategia de ausencia.
Que
cada uno decida quienes son los candidatos que de hecho están dispuestos a
erradicar la corrupción cortándole la
cabeza: en Casa Presidencial. Con una presidencia sana, la corrupción
gubernamental no funciona.
Escribo estas líneas el 16 de enero 2019,
aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz. Para mi, este año no se trata
de una simple celebración de un evento que no solo puso fin a la guerra civil,
sino que abrió la puerta a la construcción de la democracia pluralista. Este
año, más que en cualquier otro de los 27 años que han pasado desde este evento
histórico, se trata de unirse para defender lo que a partir de este acuerdo de
nación logramos.
Nayib Bukele concentra su campaña en la denuncia
que todos los demás se están uniendo para bloquearle a él el acceso a la
presidencia. Por tanto, según él quedaría confirmada su tesis de que FMLN y
ARENA son lo mismo. Lo que no entiende es que estos dos partidos se están
uniendo para defender lo que juntos en Chapultepeque asumieron como
responsabilidad de construir y defender: la nueva República fundada en 1992,
basada en los Derechos Humanos, separación de poderes, pluralismo, libertad de
expresión, institucionalidad democrática.
Su tesis es falsa. El hecho que ahora el
Frente y ARENA se unan para defender lo construido a partir del acuerdo de
nación del 1992, no significa que sean lo mismo, ni borra sus marcadas
diferencias ideológicas y de materia de políticas públicas. Igual que el hecho que
garantizaron una alternancia pacífica e institucional en el 2009 no significa
que hayan hecho cómplices. Ahora se unen por responsabilidad histórica
compartida, porque de repente surgió una fuerza que desconoce lo construido a
partir de los Acuerdos del 1992, lo desprecia y lo amenaza con desmontar: Nayib
Bukele con su movimiento Nuevas Ideas.
¿Se han fijado en lo que dice el spot de
TV que vemos a cada rato de Bukele? Habla de “30 años de promesas falsas”. ¿Por qué habla de 30 años? ¿A que se refiere?
¿Qué pasó hace 30 años? ¿Cuál fue la promesa que se dio hace 30 años?
Hace 30 años arrancó en serio el proceso
de paz. Luego de años de promesas falsas de diálogo, en el 1989 al fin comenzó
la negociación real para desmontar la guerra. Esta fue la promesa de hace 30
años. Esta es la promesa que Bukele denuncia como falsa. Por esto él y Ulloa dicen
que la tarea de refundar la República, con una nueva constitución, todavía está
pendiente – y les tocará a ellos.
Para ellos los Acuerdos de Paz, firmadas
hace 27 años, no fueron un acuerdo de nación, sino un arreglo entre dos
partidos: FMLN y ARENA. Para ellos, lo que se aplicó y construyó a partir del
1992, no fue la voluntad de la sociedad expresada en un acuerdo nacional, sino
la repartición del poder entre dos partidos. Por tanto, desconocen lo
construido. Por esto, hablan con tanta ligereza de que Bukele, si fuera electo
presidente, marchara con el ejército y la policía a Asamblea Legislativa para que
deje de sabotear su proyecto político. Por esto, tiene tanto desprecio a
instituciones como la fiscalía y los medios de comunicación y su independencia.
Bukele y sus seguidores en Nuevas Ideas,
Cambio Democrático y GANA no se sienten comprometidos con los Acuerdos de Paz y
con lo que a partir de ellos hemos construido en el país. No se sienten parte
de este acuerdo nacional, y no lo van a defender.
Lo logrado en 27 años es deficiente. Pero
nosotros tenemos que decidir si lo queremos mejorar – o si queremos permitir
que lo destruyen para sustituirlo con recetas populistas que siempre llevan al
autoritarismo.
Celebrando
este mes el aniversario de los Acuerdos de Paz, el próximo mes hagamos lo
nuestro para defenderlos.
Candidato: El intento de copiar a Steve Jobs no
le funcionó. El legendario fundador de Apple inventó un estilo muy
propio de presentación pública de sus productos que se volvió parte del
mito de su marca – igual que su tecnología innovadora, su software
revolucionario, y su publicidad audaz. Su estilo es difícil de imitar,
como incluso su sucesor Tim Cook tuvo que darse cuenta.
¿Cuál es la esencia de este ‘estilo Jobs’ de presentación pública? Un
hombre solo en el escenario, acompañado únicamente de imágenes
digitales del producto que se está presentando.
Para que esto funcione, primero hay que tener un excelente producto
nuevo. El show, incluso si fuera bien hecho, sin un producto
revolucionario no sirve para nada.
Usted, joven Bukele, no tiene producto.
Con esto llegamos al tercer requisito de éxito: El producto tiene que
ser absolutamente acabado. Solo así funciona el truco: la fusión entre
el hombre inventor y su producto…
Usted, joven Bukele, presentó toda una ensalada de productos, ninguno
acabado, ninguno innovador. En vez de concentrarse en una, dos y tres
ideas fuerza, se dispersó con docenas de ideas, ninguna acabada.
Otro requisito, tal vez el más importante: El presentador tiene que
ser el autor, el inventor del producto. Lo que se presenta tiene que
ser 100% genuino, original, nuevo e innovador. Para poder venderlo como
SU creación, aquel hombre solitario en el escenario tiene que conocer
no solo el último detalle y aspecto de su producto, sino su esencia y
filosofía. La más mínima duda que ahí se puede haber copiado o reciclado
hace caer todo.
Esto es precisamente lo que le pasó a usted con su ‘reality show’ del
Plan Cuscatlán. Inmediatamente la gente se dio cuenta que el show no
era ‘live’, sino pregrabado; que no era un público real, sino un
público arreglado; que el candidato no dominaba el tema, sino usaba
teleprompter, y que cada rato había que parar la filmación y repetir
frases o bloques. Y el día siguiente aparecieron varias fuentes
señalando que muchas partes del Plan Cuscatlán no son originales, no son
de autoría suya, no son ni siquiera nuevas ideas, sino son pedazos de
artículos y documentos ajenos copiados. Un plan producido con el método
de copy-paste – método que en cualquier universidad inmediatamente es
detectado y sancionado.
El suyo fue un show chabeliado para presentar un producto chabeliado.
Resulta
que usted es nada más un (mal) imitador de Steve Jobs, que piensa que
copiando su método de presentación puede imitar el éxito del original.
Esto solo lo puede pensar alguien que nunca entendió nada de la
filosofía detrás del genio Steve Jobs y sus creaciones: originalidad,
autenticidad, y una obsesiva ambición de solo presentar lo que
verdaderamente podrá cambiar al mundo.
Jamás a Jobs se le ocurrió presentar sus productos a un auditorio
‘fake’. Para él, el reto era presentar sus creaciones al público más
exigente que existe: a los periodistas y analistas de tecnología, a los
gurús de la revolución digital.
Usted presentó su producto clandestinamente, en un escenario
alquilado por terceros bajo pretextos falsos; sin periodistas, sin
observadores, sin público crítico; ante unos cien ‘extras’ jugando el
papel de ciudadanos. Claro, un público atento y crítico se hubiera dado
cuenta que en el escenario actuaba un vendedor, no un creador de
ideas.
Usted no es ningún Steve Jobs, sino un pobre impostor que se
vio patético tratando de imitarlo. Menos caro le hubiera salido ir al
debate, enfrentar a los competidores y al público. Solo hubiera tenido
que fingir competencia unos pocos minutos, y no durante un largo
programa especial con un solo hombre hablando: usted. Mal cálculo.
Los debates entre candidatos son pruebas
de carácter, más que ocasiones para transmitir contenidos y propuestas. En los
debates, sobre todo cuando son de verdad, uno observa como los hombres que
quieren conducir el país se manejan bajo estrés, y cómo encaran la crítica y las
preguntas incómodas, en un ambiente que no pueden controlar y que puede
volverse hostil. El futuro presidente tendrá que enfrentar este tipo de
situaciones críticas con frecuencia, en escenarios internacionales y
nacionales. Tendrá que enfrentar conflictos con la oposición o con movimientos
sociales; huelgas, desastres y crisis regionales. Tiene que saber conducirse y
conducir en situaciones críticas y hostiles.
Esta capacidad de los candidatos es muy
difícil de medir, sobre todo cuando en sus campañas prefieren solo enfrentarse
al público en situaciones controladas, puestas en escena, coreografiadas. Los
debates ponen a prueba esta capacidad.
La manera más contundente de reprobarla es
no asistir.
Bukele no asistió al debate convocado por
la UES, y no participará este domingo en el debate televisivo organizado por
ASDER. No solo esto: Su vice Félix Ulloa no llegó a la cita de los
vicepresidentes con ASDER, y ninguno de ellos se dignó asistir al evento del
Colegio Médico, en el cual los médicos presentaron sus demandas a los
candidatos. Tampoco hicieron caso a una convocatoria que varias ONG hicieron a
los candidatos a nombre de la niñez salvadoreña.
Son candidatos ausentes. Esta ausencia extraña
en la recta final de una campaña también se manifiesta en los medios. Bukele y
Ulloa son los únicos candidatos que no se exponen a preguntas ni a entrevistas.
Prefieron monólogos. Incluso en los programas donde invitan a representantes o
voceros de las diferentes campañas para discutir ciertas problemáticas del
país, quedan vacías las sillas reservadas para GANA.
Lo mismo se refleja en los territorios.
Bukele solo se deja ver en pocos eventos totalmente controlados y
coreografiados para limitar el contacto directo con la población, incluso con
la propia militancia. Los otros candidatos diariamente se exponen a ‘baños de
pueblo’ en colonias, actividades casa por casa, mercados, buscando el contacto
directo con todos, incluyendo escépticos y adversarios. Por esto es que están
ganando terreno. Bukele rehúye este contacto y todas las situaciones que se
escapan del control y de la estricta escenografía de sus showmasters.
¿Qué hay detrás de esta ausencia
sistemática? Miedo a enfrentarse a riesgos, desafíos, y preguntas incómodas. Detrás
de este miedo: inseguridad. Pero también la inmensa arrogancia de alguien que
no cree en debates, en intercambios de ideas, en concertaciones, en la
necesidad de escuchar. Prepotencia e inseguridad son una mezcla fatal.
Muchos quieren explicar la ausencia de
los candidatos como la estrategia adecuada de quienes creen que están ganando.
La lógica: ¿Por qué exponer a los candidatos a cualquier riesgo (en
entrevistas, en debates, en eventos territoriales no controlables), si ya
estamos ganando? Entonces, ven la ausencia como muestra de fuerza. Yo la veo más
bien como muestra de pánico. Comienzan a ver que el globo se está desinflando –
y no saben cómo pararlo. La mejor prueba de eso es el intento fracasado de
corregir en un fin de semana el error de no haber construido a tiempo su
aparato de defensa del voto y apoyo logístico para el ‘Día D’. No saben ellos cuánto le está costando este
error, precisamente con las bases del FMLN que ya estaban al punto de enamorar.
Las bases del FMLN saben qué es organización territorial, sectorial y local,
saben cuánto cuesta y saben cuánto vale. Organización es parte de su ADN. Observando
a Nuevas Ideas haciendo política como
unos principiantes que no entienden, sino más bien menosprecian la organización
popular, y que no saben moverse fuera de las redes sociales, estas bases
históricas de la izquierda comienzan a perderle el respeto a Bukele – y se les
esfuma la expectativa de que este nuevo partido Nuevas Ideas podría ser la nueva izquierda, sustituyendo a un
Frente desgastado. Pero estas bases de la izquierda, por más que estén
frustrados con el FMLN y quisieran castigarlo, lo que menos soportan es el
menosprecio a la gente que comienzan a detectar en Bukele, en su ausencia y en
su arrogancia.
Igual los jóvenes, sobre todo los que se sienten rebeldes e
irreverentes. Tal vez son vulnerables que les den paja, pero a la vez
tienen un detector infalible de prepotencia. Estas alarmas ya están
activadas, tanto en las bases de la izquierda, como en los jóvenes. Y
por esto la campaña de Bukele se está desinflando.
Estimados
amigos:
Hace 10 años, el martes 13 de enero 2009, salió la primera de mis “Cartas de
Paolo”. Salió en el MAS. Ya tuve varios años de escribir mi Columna Transversal
para El Diario de Hoy, y queríamos crear un formato propio para el MAS: una
columna menos analítica, más directamente al grano, más provocativam más “de
calle”…
Fue hasta abril del 2010 que las ‘Cartas de Paolo’ también
aparecieron en El Diario de Hoy, y poco a poco se fueron transformando:
siempre polémicas, siempre al grano, pero con más contenido analítico o
reflexivo, más largas. La verdad, extraño las versiones más cortas,
aunque requieren, contrario a lo que uno podría pensar, mucho más
trabajo y arte…
La primera Carta de Paolo en MAS
Las cartas comienzan a reproducirse en El Diario de Hoy
Con la que están leyendo hoy, la número
1533, mis cartas cumplen 10 años de vida y forman parte de la cultura nacional.
He criticado a mucha gente, a algunos de manera demasiado dura, a otros de
manera demasiado condescendiente. Donde me he equivocado, pido disculpas a los
afectados, pero sobre todo a ustedes, los lectores.
Una
columna con este estilo controversial siempre sale bajo el riesgo de
cometer injusticias. Pero el error imperdonable sería callarse por miedo
a meter la pata.
Un día 10 de enero como hoy, pero del año
1981, llegué a El Salvador. Cumplo 38 años de vivir y trabajar aquí – ya más
que los años que pasé viviendo en Alemania.
Este mismo día, el 10 de enero 1981,
estalló la guerra que durará 11 años. Se anunció con unos bombazos en el
cuartel San Carlos, a dos cuadras de la casa donde con otros periodistas
estuvimos esperando el inicio de la ofensiva. En el avión me habían advertido
que a las 5 de la tarde iba a comenzar la guerra, cosa que por supuesto no la
creí – hasta que utualito a esta hora empezó a temblar la colonia Laico.
Este día cambió la historia del país – y
ciertamente la mía. De repente me encontré en medio de una guerra, con balas y
muertos de verdad, una guerra que comencé a acompañar como observador, pero que
pronto me arrastró como un remolino en corrientes cruzadas de agua. Lo más
violento que había visto como reportero y fotógrafo habían sido manifestaciones
donde estudiantes y antimotines se agarraron a palos – pero el 11 de enero 1981
ya me tocó tomar fotos de muertos en combate, y de cadáveres que en sus manos
tenían naipes, los “calling cards” de un escuadrón de la muerte. Poco después
tomé la decisión de unirme a la guerrilla.
Cuando 11 años después pusimos fin a esta
guerra, decidí quedarme y ser partícipe de la reconstrucción del país y de su
tejido social. ¿Qué sentido tiene aguantar la guerra, si luego uno no disfruta
de la paz, de la libertad, de los retos que plantean?
Hoy, 38 años después, todavía me topo
(sobre todo en las redes sociales) con algunos que me niegan el derecho de
opinar y participar en la política del país en el cual he pasado una vida
entera luchando, trabajando, haciendo familia, educando a mis hijos, ejerciendo
mi oficio, debatiendo. Callate viejo, ni sos de aquí… Me dan risa. Muchas veces
no tienen ni la mitad de años de vivir en El Salvador que yo. Lo que se
construyó en la guerra y en la paz les parece un sistema obsoleto, poco cool,
nada sexy, deficiente, aburrido, lo mismo de siempre. Te dicen en la cara que
todas estas luchas no cambiaron nada, no lograron nada – y que Bukele tiene
razón de querer botar este sistema y refundar la Patria.
Pero esto no va a pasar. Somos demasiados
los que sí hemos vivido la guerra y aprendido sus lecciones. Somos demasiados
que nos recordamos de los tiempos cuando por una broma o una canción te podían
detener o incluso matar. Son demasiados también los jóvenes que, aunque hacen
uso de la libertad de criticar y protestar, no se compran el discurso anti
político y anti sistema – mucho menos de un hijo de papi, que nunca tuvo que
arriesgar nada en su vida.
Por
esto no me afligen los fanáticos. En 38 años he venido a conocer a mi gente. Joden,
pero no se dejan joder. Pueden dejarse engañar, pero no dos veces por los
mismos. Defienden lo conquistado.
Voy a hacer lo que normalmente no se
hace: dar mi pronóstico para las elecciones presidenciales. ¿Por qué? Porque no
son tiempos normales. Demasiadas fantasías.
ARENA/PCN/PDC: 1,400,000 votos – 50%
FMLN: 600,000 votos – 21.43%
GANA: 740,000 votos – 26.43%
VAMOS: 60,000 votos – 2.14%
Total: 2,800,000 votos – 100%
Esto significa que Calleja puede ganar en
primera vuelta, o tendrá que ir a una segunda contra Bukele. Pero viendo estos
números, también ganaría en segunda vuelta.
En la segunda vuelta, el resultado
dependerá principalmente de los votantes del FMLN y de VAMOS, los dos que quedarían
afuera. Incluso si todos los votantes del FMLN votaran por el candidato de
GANA, este solo llegaría a 1.34 millones de votos. Lo más probable es que la
mitad de los votantes del FMLN se queden en casa, que una porción muy pequeña
vote por ARENA, y que el resto vote por Bukele. Démosle otros 300 mil votos extra
a Bukele…
En el caso de VAMOS, estimo que un tercio
de sus votantes se quedará en casa, un tercio votará por Calleja y el restante
tercio por Bukele. Démosle otros 20 mil votos a Bukele. Entonces, el cuadro
sería así:
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN = 20,000 de VAMOS = 1,06 millones = 42.23%
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS = 1.45 millones = 57.77%
Con solo 2.51 millones de votos tendríamos
la participación más baja en un segunda vuelta en la historia, debido a la
abstención masiva de los votantes del FMLN.
Si calculamos que este número de
abstenciones será compensado por unos 300 mil ciudadanos que no votarán en la
primera ronda, pero sí querrán votar en la segunda, el número total de votantes
llegaría otra vez a un poco más de 2.8 millones. Es razonable asumir esta
cantidad, ya que tradicionalmente hay un 10% adicional votando en la segunda
ronda de las presidenciales. Solo que esta vez el total no subiría, debido a
los votantes de Frente que no quieren votar ni por ARENA ni por GANA.
Incluso si el 100% de voto nuevo se
inclinara por Bukele, no sería suficiente para igualar o superar el voto de
Calleja. El
cuadro probable para la segunda vuelta sería más o menos así:
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 100,000 votos nuevos = 1.55 millones = 55.16%
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 200,000 votos nuevos = 1,26 millones = 44.84%
¿Estos números son realistas? Bueno, no
menos realistas que las cuentas alegres que sacan Bukele y sus propagandistas. Ellos
basan sus números en las encuestas. Yo baso los míos en los resultados de las
últimas elecciones legislativas de marzo 2018, en las cuales la suma de votos
para ARENA+PCN+PDC llegó a 1.24 millones, y para el FMLN a 569 mil. Para la
primera ronda calculo que la alianza ARENA/PCN/PDC solo tendrá un aumento
modesto de 160 mil, tomando en cuenta que la participación en elecciones presidenciales
siempre es más alta que en legislativas.
Por la misma razón calculo al FMLN un
aumento, aunque sea muy modesto, poniéndole 600 mil votos. Detrás de esto está
el análisis político que, aunque es cierto que la fuerza electoral de GANA/Bukele
ha crecido muy rápido, fue a costa del FMLN, pero que esta hemorragia se ha logrado
parar a partir de la candidatura de Hugo Martínez. Mientras tanto, los partidos
de la derecha, aunque no han crecido sustancialmente, se han mantenido. Para
que Bukele gane, el FMN tendría que colapsar totalmente, y además GANA tendría
que quitarles masivamente votos a ARENA, PCN y PDC.
Las
golondrinas basan sus pronósticos en su monitoreo de las redes sociales, y yo
en el monitoreo del trabajo territorial de las diferentes campañas. Pronto
veremos quien hizo cuentas alegres.
Estimados
amigos: Circula entre los oficiales de la PNC un proyecto
legislativo llamado “Ley de Compensación por Retiro para Personal de Carrera de
la PNC”. Detrás de este título bombástico se esconde algo mucho más sencillo:
el intento de un grupo de comisionados de negociar su salida dorada, antes de
que los echen..
Es obvio que el próximo presidente va a
tener que hacer muchos cambios en la PNC, incluyendo de dirección. Es obvio que
muchos de los comisionados, sobre todo los que durante años han sido responsables
de estrategias policiales fracasadas, se tendrán que ir.
Con este proyecto de Ley tratan de
recetarse una salida dorada: retiro voluntario con una pensión equivalente al
100% de su último salario. Pero esto no es todo: una “compensación” de 200 mil
dólares (para el que haya sido Director General 260 mil; para Subdirector
General 250 mil; para Subdirectores 240 mil). Y como todavía no fuera
suficiente, además se recetan “el uso de armas, municiones, vehículos y
personal de seguridad”, por 5 años a partir del retiro.
Es cierto que se necesita un plan de
retiro para la PNC, sobre todo para los oficiales de más alto rango, pertenecientes
a las tres promociones “fundadoras”. No solo porque varios de ellos han
fracasado, o porque han sido protagonistas de la excesiva politización de la
PNC, sino también porque estas promociones hacen un tapón, que no permite el
ascenso al poder de las siguientes promociones.
Con razón en la PNC los llaman “La
Tandona 2”, en comparación con la famosa promoción de militares que al final de
la guerra acaparró todo el poder en las Fuerzas Armadas. Sus integrantes por
cierto recibieron “compensaciones” similares para aceptar y no obstaculizar la
depuración y a reducción de la Fuerza Armada. Muchos dijeron que eran sobornos,
otros hablaron de extorsión.
Estoy de acuerdo que hay que darles una
salida digna a los comisionados. Pero tampoco hay que aceptar ninguna
extorsión. Ellos han acumulado mucha información, que podría complicarle la
vida al gobierno que salga electo, igual que a todos los partidos. Además tienen
capacidad de estorbar el proceso necesario de reorganización de la PNC.
Algunos jefes policiales quieren usar el poder que
tienen ahora para obligar al Estado a concederles privilegios que irían mucho
más allá de una salida digna. Esta salida dorada es indigna, porque es
corrupta. No hay que hacer caso a esta extorsión. Y los oficiales decentes y profesionales,
que quieren asumir responsabilidades en la PNC, deben distanciarse claramente
de este chantaje.
Estimados señores que nos quieren gobernar:
Están
entrando en la recta final. Ya no queda tiempo para que nos den
grandes explicaciones y propuestas. Solo falta una cosa – y podría ser
la que defina las elecciones: ¿Quiénes van a gobernar? ¿A quiénes van a
poner para que nos gobiernen?
Siempre se dice “Dígame con quien andas, y te digo quién eres”. Es
parte de la sabiduría popular. Pero es muy difícil aplicar en el caso
de las campañas presidenciales. Normalmente se ve a los candidatos
rodeados de algunas personas, pero no necesariamente son los que
realmente conducen la campaña – y mucho menos los que ejercerán el
poder, una vez que su candidato gane.
En el 2009, cuando Rodrigo Ávila y Mauricio Funes entraron en la
recta final, estaban empatados, y todos teníamos las mismas dudas y nos
hicimos las misma preguntas: ¿Con quiénes van a gobernar? ¿En caso que
gane, Mauricio Funes va a poner el gobierno en manos de los
comandantes del FMLN? ¿En caso que gane Rodrigo Ávila, los hombres de
Tony Saca van a acaparar el gabinete y seguir gobernando?
Funes entendió que si la gente pensaba que detrás de él iban a ganar
los comandantes del FMLN, iba a perder. Entonces, pocas semanas antes
de las elecciones presentó una cuantas caras conocidas y reconocidas:
el Dr. Héctor Silva, ex alcalde de San Salvador, renovador purgado por
la cúpula del Frente; y al Dr. Héctor Dada Hirezi, veterano luchador
socialcristiano. El mensaje era claro: Voy con la bandera del Frente,
pero en mi gobierno habrá contrapesos.
Rodrigo Ávila no hizo nada. No presentó ninguna cara de su futuro gobierno. Dejó espacio a la especulación. Y perdió.
Hoy tenemos una situación comparable. Mucha gente se pregunta, con
gran ansiedad, ¿qué tipo de gobierno podemos esperar de cada candidato?
¿Carlos Calleja, aunque habla de un gobierno no partidario, compuesto
con criterios de meritocracia, realmente va a excluir del poder
gubernamental a la vieja guardia partidaria? ¿Y los que va a poner,
serán independientes de los empresarios que apoyaron su candidatura?
¿Nayib Bukele, aunque no deja de condenar a ‘los mismos de siempre’, a
la hora de armar su gabinete va a recurrir a los dirigentes de GANA y a
las fichas que su movimiento Nuevas Ideas heredó de Tony Saca y
Mauricio Funes?
¿Hugo Martínez, aunque su discurso se desmarca de los errores de los
gobiernos de Funes y Sánchez Cerén, realmente va a excluir de su
gobierno a los fracasados y corruptos? ¿Y en este caso, por quiénes los
va a sustituir?
Estas preguntas son fáciles de contestar, señores candidatos. Nadie
está esperando su lista de gabinete. Lo único que necesitamos es que
nos presenten un par de mujeres y hombres de alto grado de
credibilidad, reconocimiento y capacidad y digan: Ellos van a estar a
mi lado en el gobierno…
Si Carlos Calleja nos presenta 3, 4 o 5 personajes del quilataje de
Carmen Aída Lazo, los indecisos le van a dar el gane en primera vuelta.
Si presenta solo a caras desprestigiadas, estos indecisos se quedarán
en la casa.
Al revés en el caso del candidato de GANA. Si nos presenta un par de
gente de calibre de Félix Ulloa o Guillermo Gallegos, pierde. En este
caso realmente no sé a quienes nos podría presentar para convencernos
que habrá capacidad de gobernar y de evitar corrupción.
Tienen todo enero para sacarnos de las dudas sobre el tipo de gobierno que armarían.
En todas las
elecciones presidenciales de la postguerra, muchos tuvieron la percepción que
estaba en juego todo: el carácter de la república, la democracia, la paz
social, la viabilidad económica.
Pero no era así.
Estos miedos alimentaban los discursos de campaña, pero nunca la base sobre la
cual funcionaba la política. Por esto en el 2009 pudo haber una transición del
poder sin sobresaltos, totalmente pacífica, y ampliamente aceptada por la
sociedad y toda la clase política.
Se estaban enfrentando
(y al final alternando en el poder) las dos fuerzas que juntos habían creado,
con los Acuerdos de Paz y las correspondientes reformas constitucionales, el
sistema democrático pluralista, con independencia de poderes y garantía de las
libertades. Aunque ARENA y Frente tuvieron (y siguen teniendo) diferentes
concepciones de cómo desarrollar este sistema, ambos en esencia estaban
comprometidos a defenderlo. Y no solo los dos partidos de la polaridad
política, sino toda la sociedad tuvo este consenso básico.
Este consenso se
ha roto con el surgimiento de una fuerza meramente populista. El populismo no
es nada nuevo en El Salvador, no lo inventó Nayib Bukele. Tanto la derecha y la
izquierda tuvieron sus delirios populistas, con sus presidentes Tony Saca y
Mauricio Funes. Lo nuevo es que ahora surgió una fuerza que en forma y fondo es
nada más que populista, sin ninguna limitación por parte de una definición
ideológica. Por esto resultó tan fácil fusionar Nuevas Ideas con GANA. Surgió
una fuerza anti-política que declara que quiere cambiar el sistema partidario –
y que busca modificar el sistema republicano de pesos y contrapesos. Bukele y
Ulloa hablan de transitar a una “Segunda República”, mediante una
Constituyente. Hablan de una gobernabilidad que no reside en mayorías
legislativas y acuerdos entre partidos, sino de en la relación entre “el líder”
y “su pueblo”.
La primera
interrogante para el 2019: ¿Prevalecerá el consenso de defender la República
fundada en los Acuerdos de Paz, con una polarización partidaria dentro del
mismo sistema político – o esta polarización será sustituida por una entre “el
sistema” y una fuerza anti-sistema?
Tendremos para
el 2019 dos escenarios: O asumirá el poder Carlos Calleja, con apoyo de ARENA,
PCN y PDC – o Nayib Bukele, con apoyo de Nuevas Ideas y GANA. Dibujemos estos
escenarios.
Un gobierno de
Calleja tendrá bastante posibilidades de crear mejoras en los principales
problemas de país, aunque esto dependerá del apoyo que encuentre en la sociedad
para los cambios necesarios y contra las resistencias incluso en sus propios
partidos.
Gobernabilidad sólida en la Asamblea
Legislativa para arrancar con las iniciativas legislativas necesarias (y
posiblemente no populares);
Un gobierno más eficiente y transparente;
Un gobierno que redefina las prioridades del Estado, abandonando la práctica
clientelista de los últimos tres gobiernos;
Un boom de inversión, debido a
inversiones retenidas en los últimos años y una mejor relación entre gobierno y
sector privado;
Menos peligro para la estabilidad
institucional, mas seguridad jurídica; más predictibilidad para los
inversionistas;
Voluntad de enfrentar el problema de
seguridad con inversión social sostenida y focalizada, en vez de apostar a una
guerra interminable contra las pandillas.
En cambio, con un
gobierno de Bukele enfrentaríamos el peligro que varios de los principales problemas
del país se agraven:
Tensa relación gobierno-sector privado;
Poca capacidad administrativa y de
ejecución;
Prioridad de gastos de carácter clientelista
y en proyectos de impacto mediático;
Incertidumbre sobre las políticas de
seguridad, ya que Bukele evade este tema.
Falta de gobernabilidad en el Legislativo,
con el peligro de resolver este vacío con medidas que atenten contra la separación
de poderes.
Para prevenir
los riesgos que plantea este segundo escenario del 2019, es fundamental que se
haga desde ya, aprovechando la correlación de fuerzas en la Asamblea, todo lo
posible para fortalecer la institucionalidad:
Tener una fiscalía general fuerte e
independiente;
No sabemos si la nueva Sala responde a
este criterio. Hay que presionar desde la ciudadanía;
Fortalecer la capacidad de incidencia de
la Sociedad Civil y sus articulaciones gremiales, sociales y académicas;
Avanzar decididamente en la renovación de
los partidos, en especial FMLN y ARENA, moviéndolos al centro,
democratizándolos, recuperando la confianza ciudadana;
Robustecer la libertad de expresión y la
independencia y la capacidad de incidencia de los medios de comunicación.
Todo esto es
esencial, gane quien gane. También Calleja necesitará una ciudadanía activa e
instituciones fuertes, para facilitar que realmente pueda formar un gobierno
que no corresponda a intereses particulares y partidarios.
Entonces, las
otras interrogantes para el 2019 son:
¿Logra el FMLN
parar su declive, posicionarse como una propuesta válida de izquierda,
deshacerse de sus tendencias populistas, y ejercer su rol de oposición y
correctivo ante el gobierno que salga electo?
¿Logra ARENA aprovechar los nuevos aires aportados por sus nuevas
figuras Carlos Calleja, Javier Simán y Carmen Aída Lazo para hacer
irreversible su renovación, independientemente si le toca gobernar o
ejercer la oposición y la defensa de la institucionalidad?
¿En qué tipo de fuerza se va a convertir la alianza que respalda a
Bukele? Todo indica que no va a perdurar, gane o pierda las elecciones
presidenciales. En ambos casos, habrá una competencia férrea entre GANA y
Nuevas Ideas sobre quién de los dos se convertirá en el 2021 en la
verdadera tercera fuerza en la Asamblea y en los gobiernos locales.
Este artículo es parte de la Edición Especial de fin de año de EL DIARIO DE HOY
Escuché los ‘audios presidenciales’ que
publicó la revista digital ‘Factum’. Lo que se presencia ahí, tiene
algo insuperablemente cómico. Algo tan cínico que raya en lo absurdo.
Algo tan absurdo que da risa.
Hay que ubicarse en el tiempo y en el contexto. La grabación refleja
una reunión celebrada el 11 de octubre del 2013. Los participantes son:
Mauricio Funes, entonces presidente de la República, acompañado por su
capo ‘Mecafé’; y Tony Saca, su antecesor en Casa Presidencial,
acompañado por su capo-primo Herbert y por su incondicional César Funes.
A esta altura del partido, Tony Saca ya se había robado decenas de
millones de dólares de fondos públicos. Cuanto realmente robó nunca lo
vamos a saber. Según la acusación del fiscal Douglas Meléndez, se quedó
con la totalidad de la partida reservada de CAPRES, unos 300 millones.
Pero como esto obviamente fue paja mediática y por tanto no lo pudo
comprobar, Meléndez aceptó un juicio abreviado, así que nunca se
estableció cuál fue la porción que de hecho se apropió Saca. Cuando los
presidentes se juntaron para tomar whisky y conspirar, buena parte de
este dinero ya estaba invertido: en sus empresas, en su mansión – y en
su partido GANA.
Por su parte Funes, con 4 años en CAPRES, posiblemente ya había
superado las cifras de Saca. Según Douglas Meléndez, cuando Funes
entregó el poder en junio del 2014, había malversado unos 350 millones, y
nadie sabe que porcentaje te quedó a él, a Vanda, a la Michy y a sus
hijos…
Entonces, aquel 11 de octubre del 2013 están sentados dos dones
tomando whisky. Ambos perfectamente sabían que el otro se había robado
una fortuna – pero de esto, entre caballeros, no se habla. Hablaron
sobre como joder a otro ex presidente, Paco Flores, y como convencer a
la ciudadanía que este su enemigo común se había quedado con 10 millones
de dólares que el gobierno de Taiwán había mandado con cheques a su
nombre. Obviamente, los ahí reunidos, ladrones todos, no se dieron paja
mutuamente hablando de ética, moral y corrupción, tampoco de los
víctimas del terremoto supuestamente defraudados por Flores. No, las
lágrimas de cocodrilo quedaron reservados para los discursos públicos de
Funes. Entre ladrones no se habla así, así que se concentraron en
discutir cómo involucrar a un periodista corrupto, a un fiscal
corrompible, a un fiscal general amigo y a un ministro de Seguridad
inescrupuloso (Ricardo Perdomo). Todo con un solo fin: joder a Paco
Flores – y por tanto a ARENA, faltando cinco meses a las elecciones.
Aunque no lo mencionaron, se trató de facilitar que don Tony podía
regresar al poder y seguir robando. Punto. Una cosa sumamente práctica,
que tiene que ver con sobornos, con amenazas, con tráfico de información
falsa – no con pendejadas nobles como justicia o verdad.
Ahí reside lo cómico de estas conversaciones, lo cínico y lo absurdo.
El triángulo conspirativo entre dos presidentes anteriormente
enfrentados ideológicamente, pero unidos en la corrupción y el odio a
Paco Flores; y el tercero, ausente pero siempre presente: el
todopoderoso Fiscal General Luis Martínez.
No era la única vez que se puso a funcionar este triángulo mafioso
para joder a un adversario. Igual los mismos tres conspiraron para
hundir a don Billy Sol y los otros acusados en el caso CEL-ENEL. Con el
mismo cinismo: todos los conspiradores sabían perfectamente quienes
habían convertido la CEL y a Geotérmica en hoyos negros de la
corrupción: primero Saca, luego Funes, usando los mimos operadores. Con
el caso CEL-ENEL querían matar dos pájaros con un tiro: desacreditar a
Billy Sol, Paco Flores y ARENA – y a la vez levantar una cortina de humo
para esconder su propia administración fraudulenta en la CEL.
Hoy Tony Saca y Luis Martínez conviven en Mariona. Tal vez todavía
andan discutiendo porqué no les funcionó su jugada contra don Billy.
Bueno, la segunda jugada sí les funcionó. No lograron condenar a Paco
Flores, pero sí matarlo. Tampoco Saca logró regresar a poder, pero por o
menos lograron que llegara Sánchez Cerén.
En
resumen, los ex presidentes nos obsequiaron una ópera bufa surrealista, y
el que debe estar riéndose a carcajadas es Paco Flores, apreciando
desde donde esté las piruetas que dio la vida a los tres señores que lo
querían joder…
Estimados ‘Jóvenes talentos’: Hoy conocí a uno de
ustedes: hijo del vigilante de mi pasaje; 17 años, viviendo en un
cantón en la cima de la Cordillera del Bálsamo; entrando al último año
de bachillerato y al tercer año del ‘Programa Academias Especiales
Sabatinas Experimentales’ de la Universidad Matías Delgado,
popularmente conocido como ‘Jóvenes Talentos’.
Me dejó impresionado por su autoestima, su determinación de superar obstáculos (tiene muchos…), su humor, su humildad…
Repito lo que escribí en una carta
recién publicada: ¿Quién dice que en este país no hay futuro? Este
bicho tiene futuro. Es el futuro. Va a romper, ya está rompiendo las
barreras que en su familia y en su cantón han impedido que los jóvenes,
aunque sean talentosos y ambiciosos, lleguen a trascender la
ignorancia, la mediocridad y la pobreza.
Ha tenido suerte que un profesor detectó sus talentos y lo convenció
para aplicar al programa de la Matías. Pero, ¿cuántos profesores de
nuestras escuelas rurales saben de la existencia de estos programas en
la Matías o en la Universidad de El Salvador, y de cómo acceder a ellos?
¿Cuántos profesores saben detectar a los talentos entre la masa de
adolescentes que tienen en frente? ¿Cuántos jóvenes tienen la suerte de
tener padres que apoyan la ambición de sus hijos a trascender la vida
de sus abuelos, tíos y padres? ¿Y cuántos jóvenes talentos caben en los
pocos programas diseñados para fomentarlos y levarlos a las carreras
académicas y profesionales adecuadas?
Una vez que los jóvenes talentos entran a estos programas, sean de
las universidades o de iniciativas como ‘Supérate’ y otros que
promueven empresas y ONGs, su camino al éxito académico y profesional
está abierto. Terminan becados en las universidades y entran con
ventajas al mercado laboral.
Sus historias de éxito todavía son la excepción. Esto es lo que hay que cambiar.
Recomiendo a quien salga electo de presidente a potenciar esta vía
aún extraordinaria para romper barreras de pobreza y marginación. Hay
que establecer estos programas para jóvenes talentos en todas las
universidades y todas las regiones. Hay que desplegar en todos los
institutos nacionales a profesores especializados en detectar y fomentar
talentos, y que sean los enlaces con los programas especiales en las
universidades y otras instituciones.
Costará dinero, pero poco. Y será buena inversión, con impactos
medibles. Con una razonable inversión, se podría multiplicar los casos,
ahora aún excepcionales, de jóvenes de zonas pobres que logren acceder a
estudios superiores y carreras profesionales hasta ahora reservadas
para pocos. Los efectos, tanto para la meta de inclusión social como
para el desarrollo tecnológico del país, serán visibles y medibles en
pocos años.
Animo a todos los jóvenes que sienten que tienen la capacidad
de romper las barreras que han mantenido a sus familias atrapadas en el
círculo vicioso de pobreza e ignorancia a buscar las instituciones que
les pueden abrir camino. Y a los profesores a empujarlos. Una vez que
ustedes superen los primeros obstáculos, ¿quién los va a detener?