“15/03/09, La Última Ofensiva” , así se llama el documental de dos españoles (uno de ellos, mi amigo y colega José Luis Sanz, vive y en El Salvador) sobre la llegada del FMLN al poder. Hay que decirlo así, porque no es simplemente una película sobre las elecciones del 2009, ni tampoco sobre la llegada al poder de Mauricio Funes. La película busca las raíces del triunfo electoral de la izquierda en la guerra civil de los 80. Viéndolo así, el protagonista de la película (y de la ‘última ofensiva’ que al final de tantas luchas saca a la derecha del poder) no es Mauricio Funes. Es el FMLN. Funes es un personaje periférico de la historia que cuenta esta película. Funes, en esta película, es una cara en un afiche más que un personaje con propia personalidad política. No existe aparte del FMLN. Confeso que eso es lo que más me gusta de la película.
Desde la perspectiva del momento actual, cuando todo el mundo está tratando de entender las contradicciones entre el presidente Funes y el FMLN, eso parece extraño, parece una imagen mal enfocada. Pero ojo: Lo más probable es que desde una perspectiva más histórica, en unos cuantos años, este enfoque será el más acertado.
Esto es la mayor virtud de esta película: una vista desde la distancia.
Me encanta que estos dos observadores críticos, durante toda su película, logren mantenerse a una envidiable distancia fría de las pasiones que retratan. Pero lo que más aplaudo es que este documental, cuando todos (incluyendo la oposición y la masa crítica del país) están obsesionados con descifrar la figura del presidente, vuelve a enfocar bien la imagen borrosa - y vuelve a aparecer, en el fondo, el conflicto histórico entre el FMLN y el resto de la sociedad.
Yo estoy de acuerdo: Cuando se baje el polvo y desaparezca el juego fantasmagórico de los dos personajes que ahora distorsionan el debate político pretendiendo representar fuerzas nuevas (el ex-presidente Saca y su sucesor Funes), el país seguirá viviendo el conflicto entre un FMLN que quiere cambiar el sistema y una amalgama de fuerzas que quieren defenderlo.
En este sentido, el título ‘La última ofensiva’ parece correcto, en cuanto a ‘ofensiva’. En cuanto a ‘final’, no. Parecen tener razón los documentalistas, quienes en su web-site interpretan las elecciones del 15 de marzo de 2009 “como la última batalla, la gran batalla...” O en palabras aún más claras de Héctor Silva (hijo), en aquel entonces editor de La Prensa Gráfica, uno de los personajes que más cita la película: “Es la gran batalla electoral entre la derecha y la izquierda salvadoreña, representados por los dos partidos políticos que la guerra parió y que hoy van al enfrentamiento final” (cita del press-kit en la página Web de la película).
De acuerdo, es un logro de esta película documental poner en evidencia que la campaña electoral del 2009 fue una ofensiva más del FMLN, un batalla más, un enfrentamiento más entre FMLN y ARENA.
Momento, no tan rápido: Aunque es cierto que se trató de una ofensiva y de una batalla más del FMLN (los militantes del Frente también lo entendieron y expresaron así, incluso en la misma película), ¿quién dice que era la ofensiva “final”? ¿Y es realmente esta batalla electoral del 2009 la prolongación de la guerra? ¿O incluso el desenlace final de la guerra?
Cuidado con estas asunciones. La película, por cierto, no saca estas conclusiones, pero de alguna manera las sugiere.
La historia de El Salvador no es tan lineal. La política, las divisiones, las polarizaciones de los 18 años de post-guerra tienen que ver con la guerra, pero no son su simple prolongación. Los actores tienen raíces en la guerra, pero no son los mismos. El FMLN de hoy no es el mismo Frente plural que firmó la paz. La derecha que se enfrentó al FMLN en el 2009 no es la derecha que fue parte beligerante en la guerra.
En ambos lados hubo continuidades y rupturas. Partes de la derecha de la guerra, hoy están con el Frente (por ejemplo, gran parte de la base social del PDC de Duarte). Buenas partes de lo que era la izquierda en la guerra, hoy están opuestas al FMLN.
Interpretar las elecciones del 2009 como la batalla retrospectivamente decisiva de la guerra, sería una falacia. La guerra terminó y nadie la ganó. Quererla ganar retrospectivamente va en contra de la lógica de la paz. Algunos lo quieren entender así, y por eso están proponiendo, por ejemplo, anular la amnistía, como si ahora, al fin, hubiera vencedor que pueda enjuiciar a los vencidos.
Esta es una de las maneras como puede malentenderse el título de esta película. La otra es la palabra ‘final’. No hay ofensivas ni batallas finales. Ni mucho menos triunfos finales. Habrá otras ofensivas del FMLN. Ya declaran que en el 2014 se trata de conquistar el poder para el proyecto revolucionario.
Y contra este proyecto habrán contraofensivas de la derecha, del centro, incluso de la izquierda democrática. Pero igual que en la campaña electoral del 2009, no se se tratará de la prolongación de la guerra. La guerra, eso hay que dejarlo más claro que la película lograra hacerlo, terminó en 1992. No en el 2009 con una victoria retrospectiva del Frente. Lo que estamos librando son batallas políticas en un país que ha conquistado la normalidad. Aunque parezca aburrido, desde el 1992 somos un país normal. Con oposición. Con división de poderes. Y a partir del 2009, con alternancia.
Que nadie me interprete mal. No estoy criticando la película. Sólo la agarro como insumo para una discusión importante. La película me gusta. Es un aporte importante a la racionalidad política. El título “La ofensiva final”, sin embargo, da para interpretaciones peligrosas.
Posdata: Hubiera sido bueno que la película hubiera dada crédito a las fuentes de las imágenes de guerra que se usaron, entre otros al Sistema Radio Venceremos.
Desde la perspectiva del momento actual, cuando todo el mundo está tratando de entender las contradicciones entre el presidente Funes y el FMLN, eso parece extraño, parece una imagen mal enfocada. Pero ojo: Lo más probable es que desde una perspectiva más histórica, en unos cuantos años, este enfoque será el más acertado.
Esto es la mayor virtud de esta película: una vista desde la distancia.
Me encanta que estos dos observadores críticos, durante toda su película, logren mantenerse a una envidiable distancia fría de las pasiones que retratan. Pero lo que más aplaudo es que este documental, cuando todos (incluyendo la oposición y la masa crítica del país) están obsesionados con descifrar la figura del presidente, vuelve a enfocar bien la imagen borrosa - y vuelve a aparecer, en el fondo, el conflicto histórico entre el FMLN y el resto de la sociedad.
Yo estoy de acuerdo: Cuando se baje el polvo y desaparezca el juego fantasmagórico de los dos personajes que ahora distorsionan el debate político pretendiendo representar fuerzas nuevas (el ex-presidente Saca y su sucesor Funes), el país seguirá viviendo el conflicto entre un FMLN que quiere cambiar el sistema y una amalgama de fuerzas que quieren defenderlo.
En este sentido, el título ‘La última ofensiva’ parece correcto, en cuanto a ‘ofensiva’. En cuanto a ‘final’, no. Parecen tener razón los documentalistas, quienes en su web-site interpretan las elecciones del 15 de marzo de 2009 “como la última batalla, la gran batalla...” O en palabras aún más claras de Héctor Silva (hijo), en aquel entonces editor de La Prensa Gráfica, uno de los personajes que más cita la película: “Es la gran batalla electoral entre la derecha y la izquierda salvadoreña, representados por los dos partidos políticos que la guerra parió y que hoy van al enfrentamiento final” (cita del press-kit en la página Web de la película).
De acuerdo, es un logro de esta película documental poner en evidencia que la campaña electoral del 2009 fue una ofensiva más del FMLN, un batalla más, un enfrentamiento más entre FMLN y ARENA.
Momento, no tan rápido: Aunque es cierto que se trató de una ofensiva y de una batalla más del FMLN (los militantes del Frente también lo entendieron y expresaron así, incluso en la misma película), ¿quién dice que era la ofensiva “final”? ¿Y es realmente esta batalla electoral del 2009 la prolongación de la guerra? ¿O incluso el desenlace final de la guerra?
Cuidado con estas asunciones. La película, por cierto, no saca estas conclusiones, pero de alguna manera las sugiere.
La historia de El Salvador no es tan lineal. La política, las divisiones, las polarizaciones de los 18 años de post-guerra tienen que ver con la guerra, pero no son su simple prolongación. Los actores tienen raíces en la guerra, pero no son los mismos. El FMLN de hoy no es el mismo Frente plural que firmó la paz. La derecha que se enfrentó al FMLN en el 2009 no es la derecha que fue parte beligerante en la guerra.
En ambos lados hubo continuidades y rupturas. Partes de la derecha de la guerra, hoy están con el Frente (por ejemplo, gran parte de la base social del PDC de Duarte). Buenas partes de lo que era la izquierda en la guerra, hoy están opuestas al FMLN.
Interpretar las elecciones del 2009 como la batalla retrospectivamente decisiva de la guerra, sería una falacia. La guerra terminó y nadie la ganó. Quererla ganar retrospectivamente va en contra de la lógica de la paz. Algunos lo quieren entender así, y por eso están proponiendo, por ejemplo, anular la amnistía, como si ahora, al fin, hubiera vencedor que pueda enjuiciar a los vencidos.
Esta es una de las maneras como puede malentenderse el título de esta película. La otra es la palabra ‘final’. No hay ofensivas ni batallas finales. Ni mucho menos triunfos finales. Habrá otras ofensivas del FMLN. Ya declaran que en el 2014 se trata de conquistar el poder para el proyecto revolucionario.
Y contra este proyecto habrán contraofensivas de la derecha, del centro, incluso de la izquierda democrática. Pero igual que en la campaña electoral del 2009, no se se tratará de la prolongación de la guerra. La guerra, eso hay que dejarlo más claro que la película lograra hacerlo, terminó en 1992. No en el 2009 con una victoria retrospectiva del Frente. Lo que estamos librando son batallas políticas en un país que ha conquistado la normalidad. Aunque parezca aburrido, desde el 1992 somos un país normal. Con oposición. Con división de poderes. Y a partir del 2009, con alternancia.
Que nadie me interprete mal. No estoy criticando la película. Sólo la agarro como insumo para una discusión importante. La película me gusta. Es un aporte importante a la racionalidad política. El título “La ofensiva final”, sin embargo, da para interpretaciones peligrosas.
Posdata: Hubiera sido bueno que la película hubiera dada crédito a las fuentes de las imágenes de guerra que se usaron, entre otros al Sistema Radio Venceremos.
(El Diario de Hoy)