El gran éxito de Río +20 es que no fue
peor. La mayoría de los participantes de este gran encuentro, para celebrar los
20 años de la Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el
Convenio sobre Diversidad Biológica y Convención de las Naciones Unidas de
lucha contra la Desertificación, coinciden en el gran fracaso de la cumbre. Río
92 con su gran declaración de principios son un pálido recuerdo y ahora 20 años después
la mayoría de gobiernos y de discursos se centró en defender los puntos ya
ganados. El texto final “El futuro que queremos” no pasa de ser una vez más una
reafirmación.
Después de 20 años de la Convención de
Cambio Climático la gente todavía duda que exista, todavía hay quienes creen
elaborados artículos y documentales, hay muchos escépticos. La mayoría de estos
se quejan del manejo mediático y de la danza de los millones de personas como
Al Gore o los escándalos de colocación de fondos de la IPCC. Lo mismo se puede
hacer viendo la otra danza de los millones de los clientes de las grandes
corporaciones productoras de CO2. Detrás de todo este elaborado show
hay ciencia; en esta se esconden grandes verdades: el clima del mundo está
cambiando, hay que mitigar lo más posible y adaptarse al cambio. Después de 20
años, los mercados de carbón no operan, cada día se salen más países y el
precio de la tonelada de CO2 sigue en descenso, cual será entonces
el gran incentivo de los países en vías de desarrollo para ingresar a estos
mercados. Los mercados voluntarios como el de Chicago y California (AB-32) han
sido experimentos interesantes, pero no un avance significativo que incorpore una normativa vinculante a todos
los Estados Unidos. Mientras ellos y China estén fuera del juego, no avanzaremos
a encontrar soluciones.
Después de veinte años de debatir sobre el
desarrollo sostenible la nueva cumbre de Río solo reafirma su convicción por
impulsarlo. Habla de reducción a la pobreza, democracia, libertad y equidad de
género, pero no se plantea un nuevo modelo para avanzar, no hay nuevos
compromisos. Habla de pobreza y hambre como los mayores problemas de la
humanidad, pero ningún estado reflexiona porque 20 años después los mecanismos
no han dado el resultado esperado.
Una batalla de hace 20 años, la
responsabilidad compartida, parece ser que todavía hay que defenderla. La
Declaración de principios de Río, habla de una responsabilidad compartida pero
diferencia, en el documento “El futuro que queremos”, le dedican el párrafo 15
a reafirmarla. Esto no es trivial, por un buen rato durante la construcción del
documento este principio se puso en duda. Llegan al grado de reafirmar la
Declaración de Doha, lo cual está bien, pero claramente ha sido constantemente
irrespetada. Más que reafirmar, ¿no se debía de repensar como regular mejor la
distribución de fármacos de importancia mundial?
Regresando el tema del desarrollo
sostenible, por lo menos en el párrafo 19 reconoces que el trabajo realizado a
la fecha, por ponerlo en palabras de Naciones Unidas, ha sido desigual. Una de
las consideraciones positivas es que han reiterado y girado instrucciones para poder
medir mejor el desempeño de los países, con medidas complementarias al
PIB. Esto es un avance, ya que si el
progreso de un país se mide en crecimiento otro que no sea directamente el PIB,
podremos encontrar mejor la soluciones a nuestros problemas y hacer no solo de
una manera empírica sino que fundamentada en datos.
El aspecto fundamental que debía
desarrollarse en Río +20 es el tema de la “Economía Verde”, el acuerdo sobre
esto es que no hay acuerdo, se reconoce que cada país puede hacer lo que le de
la gana, siempre y cuando esto valla encaminado al desarrollo sostenible. Esto
me parece por demás flojo y pone en tela de juicio la importancia de la “Economía
Verde”, aunque en el texto final desarrollo una serie de políticas, esto es
insuficiente para dar un impulso real a un modelo económico alternativo.
Todo esto manda una terrible señal, no es
posible que si esto que dicen del cambio climático, la desertificación y la
pérdida de Biodiversidad es tan importante, luego de 20 años no evolucione.
Como es posible que sí el modelo de desarrollo sostenible es la solución,
después de 20 años, se tenga que reafirmar el compromiso y no se pueda avanzar
más. La verdad es que se ha avanzado muchísimo más, los científicos, los
conservacionistas, las ONG y algunos gobiernos han dado pasos gigantes. Nuestro mismo gobierno de El Salvador ha dado
importantes avances en materia de adaptación al cambio climático. Pero todavía
no existe un consenso mundial, más bien parece que tenemos que dar gracias que
hace 20 años pudimos plantearnos un reto grandioso.