miércoles, 12 de junio de 2024

Dos entrevistas al general Baduel, de Paolo Luers

 


“Sigo luchando por una sociedad con equidad y justicia social”

ENTREVISTA AL GENERAL RAUL ISAÍAS BADUEL, ministro de defensa de Chávez hasta julio de 2007

Paolo Luers, 6 marzo 2008 / EDH

¿Cómo me dirijo a usted? ¿General, ministro…?

Raúl. Me siento muy orgulloso de mi condición de soldado, pero por encima de eso está mi condición de ciudadano.

Raúl, soy Paolo. Alemán, periodista, analista político, columnista. Tengo 30 años de vivir en El Salvador. Soy de izquierda, pero escribo en un periódico de derecha.

Tengo un buen amigo mexicano que también es alemán y de izquierda: Heinz Dietrich.

No me imaginaba que fuera amigo suyo.

Tenemos divergencias en cuanto a lo ideológico, pero eso no es óbice para que seamos amigos. (Raúl nos sirve un té verde, mejorado con un trago de dudosa procedencia andina. De inmediato me quitó un dolor de cabeza.). Eso va a aumentar mi fama de brujo.

Te has convertido de protagonista del oficialismo en protagonista de la oposición. ¿Vas a jugar un papel en la oposición de aquí en adelante?

Ese nuevo modelo político que se construye en nuestro país debe ser profundamente democrático, con división de poderes y con contrapesos. Debemos apartarnos de la ortodoxia que señala que la democracia con división de poderes es un instrumento de dominación burgués. Después de mi pase al retiro, no podía ser ajeno a lo que se estaba planteando al país: una reforma constitucional que constituye un fraude constituyente. De materializarse significaba la consumación de un golpe de Estado.

Dicen que eres un militar institucionalista, que defiende la constitución contra quien sea que la ataque.

En abril de 2002, cuando una junta de facto usurpó el poder, conduje la operación cívico militar de restitución de la dignidad nacional. Se logró que el presidente fuese restituido como primer magistrado. Lo que en 2002 hice como soldado, hoy lo hago como ciudadano: Fije una posición muy categórica contra la reforma de Chávez. Él estaba tratando de usurpar el poder constituyente originario que reside en el pueblo.

¿Esta posición pública tuya, como hombre de izquierda, fue la cosa decisiva en el referéndum?

Muchos analistas señalan eso. Mi motivación fue como ciudadano cumplir con el deber de defender la constitución. Puede ser que ese 5 de noviembre cuando fije mi posición fue el punto de inflexión y motivó a los ciudadanos a votar.

No sólo has sido ministro de defensa de Chávez, tú lo has acompañado durante muchos años en el camino de la construcción este proyecto político.

Forjamos una amistad desde los tiempos en la academia. El 17 de diciembre de 1982, conmemorando la desaparición física del libertador, cuatro oficiales paracaidistas analizamos la situación de nuestro país: una democracia sumamente deteriorada, un clientelismo con altos niveles de corrupción. Este día hicimos un juramento de revertir esa situación y alcanzar el anhelo de una democracia más profunda en nuestro país. Parafraseamos el juramento del libertador, y eso fue el momento fundacional de el Ejercito Bolivariano Revolucionario, que se convierte en Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, y luego en el partido político, Movimiento Quinta República, que sirvió de plataforma para que Chávez ganara las elecciones de diciembre de 1998.

¿Quién traiciono este juramento? A Baduel le dicen traidor

No me siento aludido. El ideario de nuestro movimiento y juramento es fundamentado en las ideas del libertador Simón Bolívar, de su maestro Simón Rodríguez y del general Ezequiel Zamora. En ningún momento se planteó que el sistema político que construirá nuestro movimiento estuviese enmarcado en el marxismo-leninismo, siempre hablamos de la profundización de la democracia. Y en gran medida, ese anhelo está recogido en la carta magna que hicimos en el 1999.

Para resumir: el problema es la democracia. Teodoro Petkoff me dijo lo mismo. ¿El punto de quiebre entre la izquierda y el chavismo es cuando está en peligro la democracia? 

Es mi convicción. Nuestro ideal siempre era rescatar esa democracia.

¿Te puedes imaginar un movimiento bolivariano sin Chávez?

Debemos seguir ideales y no hombres, y esos ideales se deben seguir en función de principios y de valores éticos.

¿Es verdad que de los cuatro hombres del juramento ya nadie está con Chávez?

Fuimos a jurar el entonces capitán Hugo Rafael Chávez Frías, el capitán Jesús Urdaneta Hernández, que también se distanció hace ya mucho tiempo, Felipe Acosta, quien ya murió, y yo.

Del referéndum, ¿qué conclusiones sacas?

Lo dije previo al 2 de diciembre que independientemente de los resultados que se obtuvieren, de ese evento comicial debíamos extraer grandes lecciones y accionar para que nuestro país se siguiera fortaleciendo hacia un derrotero cierto. Primero, a reconocernos todos en la pluralidad y procurar la unidad en la diversidad. Debe ser una sociedad con equidad y justicia social. Y eso está consagrado en nuestra constitución, que establece que somos un Estado social de derecho y de justicia, donde debe haber equidad en la participación, en el acceso a la riqueza y a todos los recursos que tiene nuestro país.

La crisis del país no es sólo culpa de Chávez, sino también de una oposición incapaz. ¿Compartes esta tesis?

El accionar de la oposición ha sido muy desatinado Yo soy enfático en señalar que nadie puede capitalizar los resultados del 2 de diciembre, porque en realidad triunfó el civismo, triunfo la democracia. Estamos en una profunda crisis política, también estamos en puertas de una profunda crisis económica e indudablemente de una crisis social. Por eso creo firmemente -y así lo plantee al país en la madrugada del 3 de diciembre- que la única solución cívica, democrática y eficiente que nos queda para salir de esta situación es la convocatoria del poder constituyente originario, a través de una asamblea nacional constituyente, donde estén representados todos los sectores del país, sin exclusión ninguna.

¿Cuál era el defecto principal de la reforma constitucional propuesta por Chávez?

La mal llamada reforma definitivamente era una nueva constitución, era una nueva estructura del Estado, era el plantear el rumbo del país hacia un destino diferente.

¿Es cierto que en estos ocho o nueve años se está estructuralmente resolviendo el problema de la pobreza?

Estamos deviniendo en un populismo. Si bien es cierto que la situación en el año 1998 ameritaba la instrumentación de las misiones sociales, no podemos seguir alimentando esa relación basada en carisma personal, esa relación clientelar de dar dádivas al pueblo y no fomentar en nuestra ciudadanía que cada uno debe dar su aporte para que el trabajo productivo sea el generador de la riqueza que se disfrute en el país. Hemos estado con unos niveles de incremento de manera exponencial del gasto público, inorgánico, con una voracidad de consumo de la renta petrolera desproporcionada, que no podemos seguir así.

¿Las declaraciones del presidente sobre el carácter de las FARC colombianas causa malestar en las filas de la fuerza armada?

Muchos oficiales me han manifestado una profunda preocupación por esa situación. Implica un cambio diametral de las líneas rectoras que emanan comandante en jefe de la fuerza armada nacional. En el año 2004 tuvimos un ataque doloroso de la guerrilla colombiana. Resultaron muertos un ingeniero de PDVSA y efectivos del ejército. A raíz de esos hechos, el presidente públicamente fijó la posición de Venezuela: que nunca, ni en lo personal, ni tampoco como una política de su gobierno, había apoyado a la guerrilla colombiana y que nunca lo apoyaría. Ahora vemos un cambio en esa posición.

¿Por qué Chávez busca el conflicto con Colombia?

Es un manejo irresponsable de la política exterior de nuestro país, la esta utilizando como un subterfugio para desviar la atención de los problemas del país. Y, lo que es más grave, procurar reivindicarse de la derrota electoral del 2 de diciembre buscando alrededor de su persona una unión nacional reeditando un enfrentamiento que había sido superado entre Colombia y Venezuela hace mucho tiempo.

¿El presidente tiene capacidad de escuchar a sus colaboradores? ¿O es la ausencia de esta capacidad la razón de tomar tantas decisiones improvisadas?

Me remitido a mis experiencias mas recientes como ministro de la Defensa. Sólo en una oportunidad fui recibido y tomado en cuenta por el presidente.

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Héroe y traidor: El general Baduel recluso en un cuartel

Paolo Luers, 23 junio 2010

I.

Por lo menos dos veces el general Raúl Isaías Baduel ha sido el hombre clave para su compañero de armas, Hugo Chávez. La primera vez cuando los generales del Estado Mayor le obligan a al presidente Chávez a renunciar y lo llevan preso a Fuerte Tiuna y luego a la naval en la Isla La Orchila. El general Baduel, jefe la Brigada de Paracaidistas en Maracay, organizó la resistencia militar contra el golpe, logró cambiar la correlación de fuerzas dentro de la Fuerza Armada, y al fin restituyó a Hugo Chávez como presidente de la República. Este pequeño favor le valió su ascenso a Comandante General del Ejército en 2004 y a ministro de Defensa en 2006.

La segunda vez que Baduel se convirtió en el personaje clave para Hugo Chávez fue en 2007. En julio renunció al cargo de ministro de Defensa y inmediatamente comenzó una campaña contra la reforma constitucional promovida por Chávez. En el referéndum de noviembre 2007, la reforma constitucional es rechazada. La primera derrota de Hugo Chávez en las urnas en 8 años.

La leyenda oficial de los chavistas es que en abril del 2002 le hizo golpe de estado “la oligarquía” representada en Fedecamaras (Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela) – y que lo restituyó en el poder “el pueblo”. La verdad es que lo quitó una fracción de los militares y lo rescató el general Raul Isaías Baduel.

Igual, la leyenda oficial de la oposición es que la derrota en el referéndum de noviembre 2007 se le hicieron a Chávez “los estudiantes” con sus manifestaciones,. Pero lo más probable es que esta derrota Chávez la deba a su viejo amigo Raúl Isaías Baduel. Fue él quién convenció a muchos dentro del campo de la revolución bolivariana (y dentro de las Fuerzas Armadas) del carácter antidemocrático del proyecto constitucional de Chávez. Con el resultado que entre los chavistas hubo mucha abstención e incluso voto por el “No”. Y con otro resultado probablemente decisivo: los militares le dejaron ver al presidente que no le iban a apoyar en caso de un fraude electoral. Mucho menos cuando, resultado de un fraude, habría que reprimir manifestaciones y protestas…

Año y medio después del referéndum, en abril del 2009, Baduel es detenido y acusado de corrupción. En mayo del 2010 es condenado por una corte militar a 8 años de prisión.

II.

La cárcel militar Ramo Verde está situada dentro de un amplio complejo militar, en una montaña encima de Los Teques, capital de Miranda. Oficialmente se llama Centro Nacional de Procesados Militares, y desde el 2006, cuando aquí se fugaron unos prominentes opositores, es de alta seguridad. No se parece en nada a las cárceles para civiles, que en Venezuela tienen la misma fama de hacinamiento, corrupción, desorden y violencia que en El Salvador.

No puedo llevar ni cámara ni grabadora, ni nada que me identifique como periodista. Visito al general Baduel como ‘amigo personal’. Bueno, cuando lo conocí hace dos años, me regaló una botella de un extraño licor de raíces andinas, que yo me lo tomé entero. Puede ser que esto nos haya convertido en amigos. Y cuando luego de una larga espera y docenas de llamadas telefónicas entre el jefe de guardia y a saber quienes, pude entrar a la cárcel, Raúl Isaías Baduel de hecho me recibió como viejo amigo. O como uno más de su enorme familia, que estaba este sábado reunida en la cárcel militar, como todos los fines de semana, para cocinar, comer, tomar café y para interminables parlamentos, discusiones, chambres y chistes.

La celda de Baduel no es realmente una celda. Es como un pequeño apartamento de un cuarto con baño y cocina. En medio una mesa donde fácilmente cabe una docena de comensales. Baduel es un preso privilegiado, comparado con los presos políticos en las cárceles comunes. El personal militar lo trata de manera correcta y respetuosa. Ya no se le cuadran, porque les llamaron la atención, pero en esta cárcel se siente que se respeta el rango militar de Baduel y la leyenda en la cual se ha convertido.

Por muy privilegiado, Baduel es un preso. Aunque a él no le gusta la categoría, es preso político. Le pesa la reclusión. Le pesa que le digan ladrón. Le pesa el aislamiento: “Aquí son pocos que me visitan, mi familia y algunos amigos, porque para cualquiera puede tener consecuencias. Yo estoy fuera de la vida pública.”

No se hace ilusiones. Sabe que el resentimiento y el odio de Chávez lo van a perseguir mientras éste reine en Miraflores. “Yo no voy a salir de aquí, por más recursos legales que agotemos para comprobar mi inocencia. Soy preso de Chávez, y no saldré mientras esté en el poder. En 2009, luego de perder el referéndum, Chávez gritó en una asamblea de oficiales: ‘Baduel, traidor, ¡te sale paredón!’ El mismo presidente dijo en público al general Cedeño, el fiscal militar: “Tú sabes lo que tienen que hacer con Baduel.’ La orden su cumplió a cabalidad.”

Cuando pregunto por las acusaciones que le han hecho, se arma una calorosa discusión en la que interviene su mamá, tres de sus hijas, un yerno, una tía y los familiares de varios otros militares presos en Ramo Verde. Baduel sólo dice: “Nunca se pusieron de acuerdo cuánto dinero yo robé siendo ministro. Chávez dijo en Madrid que eran 15 millones de dólares, otros hablan de 20 millones de bolívares (que serían como 3 millones de dólares, otros inventan otros números. A mi lo único que me consta es que tengo dos finiquitos, de dos Contralorías –de la Fuerza Armada y de la República – que nunca han sido revocados.”

No es realmente tema para él. El caso es político. Baduel ha hecho algo que puede ser peligroso en un país tan polarizado como Venezuela: se hizo enemigo a muerte de un lado, que lo ve como traidor, sin hacerse amigo del otro, que lo sigue viendo con mucha sospecha, como militar chavista.

Baduel no cree mucho en la oposición. “Muchos de ellos están negociando y pactando con Chávez. A mi me consta, porque dirigentes ‘opositores’ me buscaron en noviembre de 2007 para convencerme que salga a reconocer el triunfo de Chávez en el referéndum. ¡Y yo sabía que lo habíamos ganado! Otros quieren regresar al pasado, son derechistas. No comulgo con ellos. Pero hay algunos, como Ismael García (del partido Podemos) y Leopoldo López, que sinceramente quieren enfrentar la pobreza y las injusticias en el país.”

Algunos opositores critican el hecho que como ministro no se opuso a Chávez y la ideologización y politización del ejército. “No han leído mi discurso en la entrega del mando, en julio del 2007. Exigí al ejército cuidar la democracia. Exigí al gobierno a no tomar el camino del Capitalismo del Estado. Dije que no podía haber revolución sin democracia y división de poderes. Cada vez que veo la consigna que han puesto en todos los cuarteles: ‘Patria socialista o muerte, ¡venceremos!’, se me remueve el estómago. ¿Viste el rótulo en la entrada?”

Lo vi. No le tomé foto, porque anduve incógnito, no de periodista. ¡Un cuartel con una consigna de guerrilleros! Y adentro, recluido y amargado, un general que es a la vez héroe y traidor, y que tiene en su celda cuatro grandes afiches: uno de Ghandi, otro de Martin Luther King y dos de Nelson Mandela…

El general me ve en la cara la confusión que me causan sus afiches: “Mandela, de símbolo de la lucha armada, se convirtió en símbolo de la reconciliación. Lo admiro por eso.”

III.

Se suspende la discusión política y se sirve el almuerzo. Este sábado la cocina le tocó a Rayrin, la hija mayor del general, que vino de Maracay con su esposo, su mamá y dos hermanas menores. Spaghetti marinera. Cuando se entera que soy alérgico a camarones, le quitan a todo el mundo los platos ya servidos. Rayrin se inventa otra salsa para mis spaghetti, y al rato comemos todos. Cuento 12 comensales en la mesa que preside del general.

Realmente preside. Dirige la conversación. Las hijas me cuentan qué duro ha sido (y sigue siendo) todo esto para ellas y sus hijos. “Mis hijos defienden a su abuelo en la escuela, en la calle, donde sea. Tiene un costo para ellos, pero también un gran beneficio: se unió la familia,” dice Rayrin, una belleza rubia con ojos por ratos muy, muy tristes.

Al rato, la conversación se desliza nuevamente a la política. El general comienza a hablar de su tema preferido, el proyecto de la Constituyente, “convocada por petición popular, elegida en elecciones libres, con el mandato de dictar una Constitución que rescate la democracia, los principios republicanos, la división de los poderes, la independencia judicial, el carácter apolítico de la Fuerza Armada, una política petrolera que asegure el futuro industrial del país, la lucha contra la pobreza…”

Una nueva revolución, para él. Para los chavistas, la contrarrevolución. Para muchos opositores, una reedición del chavismo sin Chávez y sin los cubanos…

El general realmente está sentado entre todas las sillas. Una situación incómoda y peligrosa para un preso político. “Soy enemigo de los dos campos de la polarización. Ya sabes, los militares miden su honor por la cantidad de sus enemigos…”

En la oposición, ya no quieren saber nada de la idea de una Constituyente. En privado dicen: “Primero hay que sacar a Chávez, luego se puede hablar de una Constituyente.” Temen una Constituyente en manos de Chávez.

Para Baduel, este miedo es “falta de confianza al pueblo. Chávez ya no puede controlar un proceso constituyente.” Para Baduel, la vieja idea de una Constituyente sigue válida: “Ninguno de los tres procesos electorales que han llevado a la Constitución del 1999, ha tenido respaldo popular de más del 50%: el referéndum, las elecciones a la Constituyente, y el referéndum de aprobación de la Constitución. Hay que construir un proceso amplio que dé legitimidad a la nueva Constitución.”

IV.

En la tarde, luego de varias rondas de café y postres, le hago un par de preguntas al general Baduel que no quiere dejar de hacer:

¿Si nunca fue chavista, como usted dice, por qué aceptó el cargo de comandante general del ejército y luego de ministro de Defensa?

Yo le pedí a Chávez que me dejara de comandante de los paracaidistas hasta mi retiro. Se lo insistí. Pero yo soy soldado y cuando me asignan otro cargo, yo puedo pedir que me dejen, pero tengo que obedecer. Yo tenía incluso la visión de cómo iba a ser el acto de entrega el día de mi retiro. Siempre en Maracay, en la sede de mis paracaidistas. Yo iba a lanzarme una última vez, descender en paracaídas, dar parte por última vez, ir a cambiarme, y salir de civil. Yo no quería ser ministro, mucho menos de Chávez, yo quería seguir siendo soldado y paracaidista.

¿Es cierto que Usted le dijo a Chávez, recién electo presidente, que no se pusiera uniforme militar?

Correcto. Chávez tenía que asumir su cargo como ciudadano, no como ex-militar. Como ciudadano, el presidente puede ser Comandante en Jefe de la Fuerza Armada. ¿Pero un teniente coronel, dando órdenes a generales y admirantes? Chávez no respeta estas cosas, hace una mezcla peligrosa entre partido, gobierno, ejército. Yo siempre se lo señalé, cosa que no aguanta.

Hay quienes piensan que el golpe del 2002 fue un autogolpe de Chávez para poder hacer la limpieza política entre la oficialidad. 

Así dicen varios. A mi no me consta. Pero sí me consta que le hablé a Miraflores y le dije: “Vengase a Maracay, aquí estará seguro y juntos defenderemos la Constitución.”

En este momento, aún había cómo salir de Caracas para Maracay. Pero él, en vez de enfrentarse al golpe, se fue a entregar en el fuerte Tiuna. Me dijo: “Voy para Tiuna con los generales, para buscar una solución…” Esto es lo que yo te puedo contar.

¿General, nunca pensó después que mejor no hubiera rescatado a Chávez, que mejor no hubiera dado el contragolpe? No estuviera preso ahora.

Mejor preso que traidor. Como soldado, tuve que defender la Constitución, no a Chávez.

Una última pregunta, general, no sé si me la quiere contestar: ¿Es cierto que usted combatió en El Salvador, en una misión militar venezolana para ayudar a Duarte? 

¿Quién le contó esto? Si esto todavía se mantiene en secreto. Nadie sabía, ni mi familia. ¿Te recuerdas, Rayrin, que fui a estudiar afuera en el 81? Estudiar era ir a tirar balas contra la guerrilla. Fuimos todo un contingente, nunca nos identificamos como venezolanos. Aquí en el cuello traigo como recuerdo una esquirla, me cayó en Morazán en el río Torola.

¿En el río Torola? No me digas, ahí estuvo yo del otro lado, yo era guerrillero en Morazán. 

¡Capaz nos encontramos y nos matamos mutuamente!

¿Yo puedo publicar esto, la misión militar venezolana en El Salvador, tirando balas?

Que yo sepa, aún es información clasificada. Pero, ¿qué tiene, si ya estoy preso aquí?

El general se levanta. Yo me levanto. Nos abrazamos. Me dice: “Mira, tú me vas a entender, por que has estado en una guerra civil: Aquí muchos juegan con soluciones violentas, de los dos bandos. Nosotros, tú y yo, sabemos que esto es inaceptable, por que sabemos lo que significa en sacrificios.

Termina una visita de casi cinco horas. Me despido y me voy. Abajo, en la entrada al cuartel-cárcel, una última mirada l rótulo que dice: ‘Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos!’