"Cada ataque personal, que recibe Xóchitl Gálvez desde Palacio Nacional, la hace más popular y provoca que de repente el bloque opositor, antes sólo representado por partidos desgastados y sin capacidad de entusiasmar ni a sus militancias, tenga una candidata que genera una tendencia fresca y movilizadora en todo el país y en los más diversos sectores."
Publicado en EL DIARIO DE HOY, martes 11 julio 2023
En México el tema de las elecciones presidenciales se trata bajo otro concepto: “la sucesión”. Este concepto corresponde a la larga tradición del PRI (el Partido Revolucionario Institucional), que gobernó el país por 70 años. “La sucesión” es uno de los lastres institucionalizados que el partido MORENA (el Movimiento de Regeneración Nacional) ha heredado del PRI. No es extraño, ya que casi todos los fundadores, dirigentes y gobernadores de Morena provienen del PRI, incluyendo su líder, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien todos llaman AMLO.
Cuando en México los políticos, los medios, los analistas, los conspiradores y los aficionados a los rumores hablan de “la sucesión”, nadie se refiere a la alternancia política, que se define en las elecciones generales. Todos se refieren a lo que en la concepción institucional del PRI -y ahora de Morena- es el proceso que realmente define el poder: el proceso interno, en el cual el presidente saliente designa a su sucesor.
Así que en el México del 2023, todos discutieron sobre “la sucesión” y muy poco sobre la medición de fuerzas -y conceptos- entre el bloque de partidos de gobierno, dirigido por Morena, y el bloque opositor, conformado por el PRI, el Partido Acción Nacional PAN, de centroderecha, y el PRD, de discurso de izquierda. Parecía que hasta los opositores asumieron que el próximo presidente se iba a definir en lo que llaman “proceso interno” de Morena, del cual muchos sospechan que, según el legado del PRI, en última instancia será decidido por el presidente saliente. Las elecciones generales del 2024 serían, para quien sea el candidato que al fin designan, sólo es un trámite.
Esto era así hasta que un fantasma inesperado comenzó a recorrer las redes sociales y luego la sociedad mexicana entera. El fantasma es una mujer llamada Xóchitl Gálvez, siempre vestida con huipiles, las ropas coloridas de su descendencia indígena. Ella publicó un video diciendo: “La primera presidenta de México no será Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México y favorita de AMLO, sino yo, Xóchitl, una mujer del pueblo...” Desde esta irrupción inesperada, sus mensajes irreverentes, que incluyen fuertes criticas a AMLO y Morena, pero expresadas sin exaltación y con humor, provó un boom, que catapultó a esta mujer a la cabeza de los diferentes aspirantes a la candidatura presidencial opositora. Nace lo que sus simpatizantes llaman el “xochitlismo” y los comentaristas “el fenómeno”.
Resulta que esta mujer, que con tanto orgullo exhibe su origen indígena y pobre, no es nada parecido a una candidata indigenista e identitaria que se propone representar a los pueblos originarios de México. No es una Rigoberta Menchú, que quería ser la presidente indigenista de Guatemala. Xóchitl Gálvez, que de hecho viene de la pobreza de una comunidad indígena del estado de Hidalgo, es una mujer que logró convertirse, a pura fuerza de trabajo y estudios, en ingeniera, en una exitosa empresaria, en la jefa de uno de los distritos de la Ciudad de México y en senadora. Llegó al senado como independiente en la papeleta del PAN, pero nunca se adaptó al conservadurismo social ni a los conceptos de política económica de este partido de derecha. Sentada en la bancada del PAN del senado, ella es una mujer que muchos clasifican de izquierda – incluso mucho más que AMLO y Morena, que reclaman que representan la izquierda mexicana. Xóchitl Gálvez no reclama nada de esto, pero sus posiciones y propuestas concretas son: rechazo enfático a la militarización que ha promovido AMLO, dando a los militares el control de la seguridad pública y de todos sus megaproyectos económicos y de infraestructura. En el campo social, propone mantener y defender los programas sociales de AMLO, que según ella son justos y necesarios, pero insuficientes y que propone llevarlos a niveles mayores, que realmente garanticen el bienestar de los sectores populares. No es un programa indigenista, sino una propuesta de reforma social profunda, que obviamente también beneficiará a los pueblos originarios.
Observando como los mensajes desenfadados de la candidata Xóchitl la catapultan al centro de la discusión política nacional, antes casi monopolizada por el juego de “la sucesión” dentro de Morena, el presidente AMLO, conocido como político astuto y extremadamente hábil, comete un error de juicio que lo lleva a cometer un grave error estratégico: Enfila contra Xochitl todas sus armas, que son muchas debido al inmenso poder que tienen los presidentes mexicanos. En sus “mañaneras”, las larguísimas conferencias de prensa, que celebra diariamente en el Palacio Nacional, comienza a atacar de manera frontal y muy personal a la precandidata opositora Xóchitl Gálvez. Pero ella ya es un “fantasma”, que recorre las redes, el país, los medios; que despierta a la sociedad civil; que desplaza de la atención pública a “las corchalatas” (como AMLO ha denominado a los precandidatos que quieren ser sus sucesores) - y que visiblemente asusta al presidente.
Un fantasma, un fenómeno de este tipo ya no se puede parar con insultos ni con amenazas. Por lo contrario, cada ataque personal, que recibe Xóchitl Gálvez desde Palacio Nacional, la hace más popular y provoca que de repente el bloque opositor, antes sólo representado por partidos desgastados y sin capacidad de entusiasmar ni a sus militancias, tenga una candidata que genera una tendencia fresca y movilizadora en todo el país y en los más diversos sectores.
Las “corcholatas” de Morena tienen un corsé impuesto por AMLO, que limita seriamente su libertad de generar discursos auténticos, porque todos ellos saben que no tienen ninguna posibilidad de hacerse de la candidatura presidencial oficialista si se apartan del discurso de AMLO, incluso de sus errores y excesos. Mientras tanto, la senadora Xóchilt tiene toda la libertad y todo el espacio para usar un lenguaje disruptivo, que rompe con las convenciones del desgastado discurso político mexicano – y con el aburrimiento que causa en el pueblo.
Los partidos que conforman el “Frente Amplio por México”, aunque quisieran limitar a su nueva estrella sus espacios y controlar sus discursos, no tienen ni la fuerza y ni la legitimidad de ni siquiera intentarlo. Aunque no les guste una candidata feminista, indígena, tan autónoma y de izquierda, se van a reunir detrás de ella, porque solo con ella se vislumbra la posibilidad de que pueden competir en serio por la presidencia – y en el camino recuperar legitimidad, terreno perdido y diputaciones federales.
Durante el régimen casi eterno del PRI, caracterizado como “la dictadura perfecta”, los mexicanos iban a las elecciones, pero ya sabían de antemano los resultados. Luego de un interludio relativamente corto de alternancia política, esto pareció repetirse ahora, dado a la predominancia de AMLO que garantizó a Morena el poder en 22 de los 32 estados que componen la República Federal de México. Aunque Morena sigue siendo el partido más fuerte y la popularidad de AMLO sigue siendo mayoritaria, el fenómeno del “xochitlismo” está cambiando todo. La fuerza de la personalidad de Xóchilt Gálvez tiende a convertir la elección presidencial, tal vez por primera vez en décadas, en una competencia entre figuras, entre dos líderes, que tendrán estilos personales muy diferentes. Si esta mujer logra que los mexicanos decidan entre ella (si es que finalmente termine siendo la candidata oficial de la oposición, que es lo más probable) y la “corcholata” que designe AMLO, en vez de elegir entre partidos o ideologías, la competencia puede ser más abierta de lo que alguien se podía imaginar hasta hace muy poco..
Hay analistas que incluso ven en problemas la candidatura anunciada de Claudia Sheinbaum. Ella indudablemente es la favorita de AMLO, pero incluso a él, si se imagina en serio una competencia entre Claudia y Xóchitl, tienen que surgirle dudas. Es obvio que la gobernante de la Ciudad de México no tiene ni de cerca el mismo carisma, el mismo espíritu desenfadado e irreverente que la senadora Xóchitl Gálvez.
Si se trata de elegir la primera mujer para dirigir México, ¿podría Claudia Sheinbaum ganar contra el “fenómeno Xóchitl”, que ha logrado despertar interés, activismo y hasta entusiasmo político en amplios sectores anteriormente apáticos? ¿Si no, puede AMLO cambiar de caballo a esta altura?
Lo realmente interesante del “fenómeno Xóchilt” es que esta mujer sabe dirigirse a los políticamente apáticos, a los frustrados, a los hartos de la politiquería, pero sin empujarlos hacía la antipolítica, como lo hacen conscientemente populistas como Nayib Bukele para deslegitimar a los partidos y las instituciones. Por lo contrario, ella trata de devolver sentido y valor a la política, incluyendo a los partidos. Habrá mucho que estudiar en el transcurso de esta coyuntura electoral mexicana, que ya no es el tradicional jueguito de “la sucesión”.
Lista de las 4 corchalatas de Morena:
- Claudia Sheinbaum, jefe del gobierno de la Ciudad de México
- Marcelo Ebrard, canciller
- Adán Augusto López, secretario de Gobernación
- Ricardo Monreal, líder de Morena el en Senado
- Ojo: Todos renunciaron en junio 2023 a sus cargos por mandato del partido
Los precandidatos del Frente Amplio por México;
- Santiago Creel Miranda, presidente de la Cámara de Diputados por el PAN
- Xóchitl Gálvez Ruíz, senadora independiente, miembro de la bancada del PAN
El Bloque gobernante:
- Morena, Movimiento de Regeneración Nacional, escisión del PRI, populista. Dirigido por AMLO, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador
- PT, Partido del Trabajo, de izquierda
- PVEM, Partido Verde de México, ecologista
- PES, Partido de Encuentro Social, fundamentalismo evangélico, partido vinculada a la iglesia evangelista Luz del Mundo, cuyo líder es Naason Joaquín García, condenado a 16 años de prisión por abusos sexuales de menores.
El Bloque opositor:
- PAN, Partido de Acción Nacional, de derecha. Gobernó con los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, entre 2000 y 2012.
- PRI, Partido Revolucionario Institucional, de centro. Gobernó México entre 1930 y 2000 y entre 2012 y 2018.
- PRD, Partido de la Revolución Democrática, escisión del “ala democrático” del PRI, de izquierda. Del PRD se desprendió luego Morena.
- El MC, Movimiento Ciudadano, de tendencia progresista y centroizquierda. Gobierna en dos estados claves, Nuevo León y Jalisco. Es opositor, pero ni forma parte del Frente Amplio. Aun no ha decidido si competirá por separado o apoyará a la candidatura del Frente Amplio. Lo segundo sería más probable si la candidata es Xóchitl Gálvez.