"En enero de 2023, la mayoría del bloque opositor decidió terminar este experimento de un gobierno paralelo, que ya se había convertido en una farsa y perdido el apoyo popular. Era la muestra de una nueva división."
Publicado en EL DIARIO DE HOY, jueves 27 abril 2023
Durante años, Venezuela ha estado en el estado más imaginable:
Inamovilidad en una crisis congelada. Ahora parece que las cosas comienzan
a moverse internamente e internacionalmente.
En mis viajes a Venezuela, entre 2008 y 2012 (luego me fue negada la entrada a este país), había llegado a conocer bien al complicado mapa de la oposición democrática: los veteranos de los partidos socialdemócrata y demócrata cristiano, cuyo régimen bipartidario Chávez había derrotado en 1998 – y los movimientos emergentes, que en vez de restablecer el desgastado sistema anterior buscaron sustituir el régimen chavista por una democracia que atienda a fondo los problemas sociales, que habían provocado el ascenso del populismo autoritario de Chávez.
Se perfilaron tres corrientes, que trataron de liderar la creciente ola de protestas populares: Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular. Con diferentes matices, los tres en el fondo eran de carácter socialdemócrata. En mis discusiones con Henrique Capriles de Primera Justicia y Leopoldo López de Voluntad Popular llegué a la conclusión que para crear un proyecto alternativo creíble, ellos dos tenían que unirse y presentar una plataforma conjunta de democracia social, desplazando a los liderazgos de los partidos tradicionales. Esto fue difícil, no por diferencias políticas, sino por marcadas diferencias en sus estilos de liderazgo. Sin embargo, al final de las primarias del 2012 para definir un candidato presidencial único de la oposición, Leopoldo López se apartó para apoyar a Capriles. Toda la oposición se unió detrás de la candidatura de Capriles.
Yo pensaba que esto iba a ser al inicio de una alianza sólida. Para mi, estos dos dirigentes juntos eran casi invencibles. No fue así. Capriles hizo una extraordinaria campaña, retando a Hugo Chávez y llegó a reunir detrás de él el 45% de los votantes. Poco después, Chávez murió, y en las elecciones para su sucesión Capriles le ganó a Nicolás Maduro, pero perdió por un evidente fraude respaldado por los militares.
En la discusión posterior sobre esta victoria-derrota, la frágil alianza entre Capriles y López se rompió – y así la unidad apenas alcanzada de la oposición. Capriles decidió no llamar al pueblo a las calles para defender su triunfo, porque sabía que esto iba a terminar en masacres masivos. Se formó un bloque radicalizado, encabezado por Leopoldo López y María Corinna Machado, una dirigente de derecha, que acusaron a Capriles -para mi criterio injustamente- de no haber defendido el triunfo contra el chavismo. Se crearon resentimientos y cismas, que hasta ahora no están superados.
Aún así, la oposición logró impulsar grandes manifestaciones populares en el 2014. Estas fueron reprimidas violentamente, Leopoldo López fue encarcelado - pero en el 2015 los venezolanos le pasaron la cuenta a Maduro y dieron a la oposición una aplastante mayoría en las elecciones parlamentarias.
Pero no hubo unidad de estrategia. Algunos, como Capriles, interpretaron el triunfo electoral del 2015 como muestra de que había que buscar, mediante negociaciones y elecciones, una transición política. Voluntad Popular y el grupo de Machado sostuvieron que el triunfo del 2015 le daba al movimiento democrático la fuerza para derrocar a la dictadura. Surgió el concepto (yo diría, el dogma) de “La Salida”, la tesis que sólo luego de derrocar al gobierno podrá haber una transición democrática.
Cuando Leopoldo López, después de años en la cárcel y luego en arresto domiciliario, el 30 de abril de 2019 fue liberado por unos militares disidentes y se puso a la cabeza de una rebelión cívico-militar, que fracasó el mismo día y lo obligó a pedir asilo político en el embajada de España. Luego logró a salir del país. Desde entonces, López vive exilado en España..
La situación de la oposición se estableció temporal y precariamente con el experimento de nombrar al presidente de la Asamblea, Juan Guaidó (de Voluntad Popular), ‘presidente encargado’ de la República, desconociendo la legitimidad del gobierno de Maduro. Bajo el liderazgo de la administración Trump, muchos países reconocieron a Guaidó como legítimo mandatario. Al principio, casi toda la oposición democrática participó en este experimento de un poder paralelo – aunque nunca realmente tuvo poder. Pero las diferencias de fondo no estaban superadas. Unos querían usar este gobierno paralelo como instrumento político para forzar a Madura a negociar y permitir elecciones libres – otros insistieron que primero había que derrocar la dictadura antes de pensar en elecciones y negociaciones. Algunos incluso vieron el gobierno paralelo como instrumento para gestionar una intervención militar internacional.
En enero 2023, la mayoría del bloque opositor decidió terminar este experimento de un gobierno paralelo, que ya se había convertido en una farsa y perdido el apoyo popular. Era la muestra de una nueva división. Voluntad Popular, bajo la dirección de Guaidó y Leopoldo López, defendieron el gobierno paralelo, los demás lo enterraron, para poder pasar a una siguiente fase: convocar primarias para definir un candidato opositor para las elecciones presidenciales del 2024 – y apostar a uno solución electoral del la crisis venezolana.
En la siguiente entrega hablaremos de los candidatos,
lo que representan y lo que está en juego.
Vea también la segunda entrega: La lucha entre reforma y anti política https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/venezuela-elecciones-/1057121/2023/