Usted no fue la primera en ser nombrada constitucionalmente, para luego no cumplir con sus promesas, ni con la misión dada por la Constitución. En este país, esto es casi la regla, y el presidente no es la excepción.
La carta en audio: PDDH.mp3
Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 18 octubre 2022
Ciudadana Raquel Caballero de Guevara:
Una procuradora de Derechos Humanos que acepta formar parte del gabinete de Seguridad pierde su virginidad. Si es que usted todavía la tenía, lo que no es muy probable por su desempeño en el mismo cargo entre el 2016 y el 2019.
A sólo 2 días de su elección, ya la vimos sentada en CAPRES, en la mesa del gabinete de Seguridad del presidente, a la par de los funcionarios que su institución debería vigilar: los jefes de la PNC, la Fuerza Armada, Centros Penales y de la Fiscalía. Ellos son los principales generadores de abusos, arbitrariedades y violaciones a los Derechos Humanos.
Las organizaciones que monitorean la vigencia de los Derechos Humanos cuestionaron su elección, desde que se conoció su candidatura. La manera en la que usted empeñó su independencia en CAPRES comprobó que tenían razón. La observaron durante 3 años y su veredicto fue unánime: reprobada.
Es cierto lo que dijo el presidente en sus explicaciones enredadas, rebuscadas y repetitivas en la reunión del gabinete de Seguridad: su elección en el 2016 fue constitucional, nació de un amplio acuerdo entre 4 partidos. Es por eso que la Sala de lo Constitucional no cuestionó su nombramiento como procuradora. Pero el presidente miente cuando alega que los magistrados de las dos Salas consecutivas avalaron su gestión. No compete a la Sala avalar la gestión de los funcionarios.
Su problema no es la manera en la que la eligieron en el 2016, sino con qué grado de independencia ejerció su cargo. Usted no fue la primera en ser nombrada constitucionalmente, para luego no cumplir con sus promesas, ni con la misión dada por la Constitución. En este país, esto es casi la regla, y el presidente no es la excepción.
Sin estricta independencia y sin el valor de enfrentarse a los poderes del Estado es imposible dirigir de manera efectiva y digna la Procuraduría de Defensa de los DDHH. El presidente dio el domingo vuelta tras vuelta para desvirtuar un hecho innegable: la Procuraduría de DDHH es para defender los derechos de los ciudadanos ante abusos y violaciones que cometen el Estado y sus funcionarios. Ante cualquier abuso o delito entre los ciudadanos o entre privados, la institución que defiende al ofendido es la Fiscalía, no la PDDH.
La procuraduría no puede intervenir cuando los criminales violan los derechos humanos de los ciudadanos. No es su tarea. Es por eso que usted no tiene nada que hacer en el gabinete de Seguridad. La misión del gabinete de Seguridad es organizar la lucha del Estado contra el crimen, la suya es vigilar que el Estado lo haga sin violar los DDHH.
La cosa se llama división de poderes, y es básica para el orden democrático de una República. Lastimosamente, este principio no está de moda en estos días. Desde la llegada al poder de Nayib Bukele este principio está siendo tratado con las patas todos los días, con la complicidad de la Corte Suprema, la Fiscalía y últimamente también de la Procuraduría de Defensa de los DDHH.
Era patético verla a usted asintiendo, cuando el presidente le dio la tarea de certificar que es impecable la manera en la que la PNC, la Fuerza Armada y Centros Penales tratan a los 60 mil detenidos ‘preventivos’. Era el momento que usted tendría que haberle aclarado su función al presidente y en seguida hubiera salido de esa reunión. No lo hizo.
Toda la torcida elocuencia que el presidente empleó en su bienvenida al club no pudo disfrazar que estábamos presenciando un acto de sumisión y humillación. Y usted se dejó. El presidente dice que usted tiene credibilidad por el hecho de que antes de aliarse con Nuevas Ideas, usted igual lo hizo con los poderes anteriores. Le estaba diciendo oportunista, corrupta y cobarde, y usted ni cuenta se dio, bien contenta estaba…
Lo que hiede, sigue hediendo, aunque le pongan discursos perfumados.
Atentamente,