Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 10 marzo 2022
Estimados amigos:
Fui pacifista, y me hice guerrillero, cuando como periodista vi cómo en El Salvador la única forma de evitar la guerra fue resignarse ante la falta de libertad. ¿Es esta una contradicción? Sí. Hay que vivir con ella, porque el mundo es así.
Sigo siendo pacifista, pero quisiera tener con qué apoyar a los soldados y ciudadanos ucranianos que se enfrentan al poderoso ejército ruso que invadió su país. Entiendo perfectamente a los jóvenes polacos y checos, que se unen a las milicias ucranianas para prepar una guerra de guerrillas contra la invasión. La amenaza no sólo es a Ucrania, sino a todos los países que aprovecharon el colapso del imperio soviético para independizarse.
En varios periódicos del mundo encontré artículos muy elocuentes que, con el argumento de la paz, recomendaron a los ucranianos a capitular en vez de resistir a un ejército tan superior en tropas, armamento y tecnología. Dicen que defenderse en una guerra tan desigual es heroico, pero no es útil: Cada día que resisten, van a morir más ucranianos. Si al fin de todos modos van a perder, mejor ríndanse y así ahorran miles de vidas.
Primero: ¿Quién dice que de todos modos los rusos van a ganar? Pensaron que en 4 días iban a controlar las grandes ciudades de Ucrania, incluyendo la capital, y por tanto al país entero. La realidad es otra: llevan dos semanas de intentarlo y no han podido tomar control de las ciudades, mucho menos quebrar la capacidad de respuesta de los ucranianos. En vez de ocupar las ciudades, las están bombardeando.
Segundo: Definan ganar en un conflicto de este tipo. Es posible que en algún momento las tropas rusas lograrán tomarse las ciudades, ¿pero quién dice que esto significaría que hayan ganado la guerra? Pregunten a los ingleses, a los rusos y a los americanos que ocuparon Afganistán. Ocupar es una cosa, mantenerse será otra mucho más complicada, y gobernar al país invadido sólo será posible si los ucranianos se resignan a vivir bajo dominio de sus vecinos.
Por esto, la resistencia (la militar, la paramilitar y la cívica) de los ucranianos no es un sacrificio inútil. Pedirles que capitulen ante la arrogancia del más grande, más fuerte y más agresivo es pedirles que abandonen su aspiración de ser libres a determinar su forma de vida y gobierno. Putin lo ha dicho con toda claridad: Rusia quiere obligar a Ucrania a no participar de la integración europea, que sería su única garantía de desarrollo económico, social y democrático. El ejemplo lo tienen los ucranianos a la vista en los países al lado occidental de sus fronteras, en Polonia, en los países bálticos, en la República Checa, en Eslovaquia. Ellos lograron salir del dominio ruso, pero no lo hubieron logrado solos. Lo lograron incorporándose a la Unión Europea y asegurándose protección internacional al unirse a la OTAN.
Todo el conflicto entre Rusia y Ucrania comenzó con lo que se hizo famoso como el “Euromaidan”, la rebelión popular del 2014 contra un gobierno que se negaba a poner en práctica la decisión de la gran mayoría de los ucranianos de salir de la alianza impuesta con Rusia y unirse a la integración europea. Putin dice que esto es una amenaza para la seguridad de Rusia. Mentira, es una amenaza a la ambición de la derecha nacionalista rusa dirigida por Putin de recuperar el control ruso sobre Europa Oriental.
Europa Oriental tiene décadas de decir no a estas ambiciones. Los rusos tuvieron que intervenir militarmente en Hungría, en Checoslovaquia, en Polonia y en Alemania Oriental para suprimir con sus tanques rebeliones populares y movimientos que exigían autodeterminación. Lo que pasó en las calles de Praga en 1968 no fue el choque entre comunistas y derechistas, sino entre los comunistas checoslovacos, que querían construir su propio modelo democrático del socialismo, y el imperio ruso, disfrazado de socialista, que quería mantener su dominio sobre Europa Oriental.
Cuando dice Putin hoy que sus tropas están en Ucrania para derrotar un régimen nazista, la gente en toda Europa Oriental dice: Esto nos dijo el Kremlin siempre cuando nos mandó tanquetas para reprimir a nuestros estudiantes, sindicatos y hasta comunistas reformistas.
Ucrania tal vez no puede ganar este conflicto militarmente (nadie gana una guerra militarmente), pero resistiendo puede obligar a Rusia a una paz con libertad y respeto pleno a la autodeterminación. Ucrania tiene esta fuerza, porque ya es parte de la Europa democrática. Toda Europa ve el ataque a Ucrania como ataque a Europa y sabrá responder.
Las voces que quieren convencer a los ucranianos que no vale la pena resistir, y a los países europeos que no deberían apoyar la resistencia de Ucrania, son parte de la guerra sicológica. La buena noticia: también esta guerra la están perdiendo Putin y sus aliados, incluso aquí en América Latina.
Saludos, Paolo Luers