Publicado en MAS! y EL DAIRIO DE HOY, jueves 3 junio 2021
Estimados ‘poderes fácticos’:
A ustedes estaba dirigido el discurso que el presidente dio en la Asamblea el 1 de junio. O más bien, contra ustedes. Limpiando un poco la retórica del señor Bukele, ustedes no son otra cosa que la sociedad civil - o sea lo que ningún gobernante tiene mandato de controlar, por muy popular que sea y muy fuerte que sea su control sobre los órganos del estado. Él mismo lo dijo en su discurso: Ya controlo al ejecutivo, ya controlo la Asamblea, ya con ella tomé control de la fiscalía y de la Sala de lo Constitucional, ya queda irrelevante la oposición “en aquella esquina” – pero hace falta una “quinta batalla” para vencer ‘los poderes fácticos’ y ‘el aparato ideológico’ del sistema que desplazamos del poder formal. O sea, hay todavía reductos de independencia que hace falta debilitar y controlar.
¿Quiénes son estos poderes fácticos que Bukele declaró enemigos a vencer? Habla de ‘la oligarquía’ - aunque todo el mundo sabe que esto no es cierto. A muchos de los apellidos de lo que fue la oligarquía los vemos más cercanos al gobierno que a la oposición. La familia de la canciller reclama que le paguen $255 millones de indemnización por la reforma agraria. Pero arremeter contra ‘la oligarquía’, aunque ya no existe como grupo dominante, siempre suena mejor en un discurso populista. Los ‘poderes fácticos’ que Bukele quiere derrotar o someter a su control son la empresa privada, sus gremiales como ANEP y la Cámara, las fundaciones empresariales, que promueven educación, salud y libre expresión; la embajada de Estados Unidos... El otro ‘poder fáctico’, la Fuerza Armada, no lo menciona, porque lo controla su cúpula.
¿Y quiénes forman el tal “aparato ideológico” que le hace tanto estorbo a Bukele? Los medios de comunicación independientes, tradicionales y emergentes; organizaciones como FUSADES, que producen análisis crítico y proponen políticas públicas, sociales y económicas las universidades y sus contingentes de académicos y pensadores independientes; las iglesias; los profesionales de derecho, etc.
Queda manifiesta en el discurso de Bukele del 1 de junio que a este gobernante sediento de poder no le alcanza el inmenso poder formal que le otorga la Constitución como presidente. Tampoco le alcanza el control político que, aunque no estáprevisto en nuestra Constitución, ha asumido sobre la Fiscalía, Fuerza Armada y Policía Nacional Civil. Lo que quiere y necesita para su visión de transformar El Salvador de una república democrática y plural en una república autoritaria es el control de la sociedad.
En esto, la visión de Bukele raya en lo fascista. Ya no quiere una sociedad plural, en la cual grupos, personas, empresas, partidos, tendencias ideológicas, clases sociales con intereses distintos y contradictorios conviven porque respetan reglas democráticas para administrar sus diferencias y armonizar intereses.
Los fascistas quieren sustituir esta diversidad con un sistema que Bukele describió así: “Yo con Dios y el pueblo”. Esta es la trinidad, de la cual nace la justificación para cualquier tipo de ejercicio de poder, incluyendo el que viola reglas, leyes, o incluso la Constitución. Reglas que nos hacen estorbo, hay que cambiarlas, dijo en su discurso. Y cualquiera que pone obstáculos es declarado enemigo del pueblo y merece castigo.
Para que esta visión funcione, hay que adoptar el concepto de ‘el pueblo’, que ya no es la ciudadanía entera, con mayorías y minorías, con intereses diversos y con mecanismos de diálogo, negociación y concertación – sino es el pueblo seguidor del líder, en nombre del cual se ejerce el poder. Ya no caben en esta visión fascista conceptos como independencia, libertad de prensa o diálogo...
Manifestando todo esto ante la Asamblea fue un mensaje claro y sumamente agresivo, más agresivo incluso que el 9 de febrero del 2020: Soy el líder al cargo de una transformación histórica del país, y como tal no vengo a rendir cuentas, sino vengo a unificar nuestro movimiento. Ahí cabe la grotesca juramentación que el presidente tomó a los diputados. Ahí se explica que Bukele no vino a hablar como presidente y estadista, sino como dirigente de un movimiento que ya tomócontrol del Estado y quiere tomar control de la sociedad.
Él puede decir todas estas cosas, porque tiene los micrófonos grandes y oficiales – pero esto no convierte en realidad la tesis que la sociedad civil independiente es un conjunto de ‘poderes fácticos opuestos al pueblo’. Ni que la oposición sea ilegítima, sólo porque fue vencida en elecciones. Ni tampoco que el periodismo traiciona a los intereses del pueblo cuando es independiente y critica al gobierno. Nosotros no tenemos que aceptar estas tesis como realidades. Son delirios de poder total.
Mantenernos críticos e independientes no sólo es legítimo, sino es necesario y sobre todo es posible. El estado de derecho está debilitado, pero no muerto. La razón y la historia están de nuestro lado, aunque seamos minoría.
Un discurso como el del 1 de junio nos tiene que asustar, pero no desmotivar. Bukele nos llama ‘poderes fácticos’, pero somos la sociedad civil plural, la fuerza intelectual y la fuerza productiva que tiene que defender su independencia para seguir aportando al país. Sin independencia de las fuerzas creativas no hay desarrollo.
Saludos y ánimo,